En el Viejo
Continente un mal se ha alzado, que destruye y consume su esencia y su
tradición y de esta manera, nuestra herencia, pero en esas mismas
tierras nacerá un David que derribará a este Goliath... Su principal
inspiración será un pueblo hiperaustro que por el ´82 enfrentó a Goliath
y demostró que se le podía vencer. Se levantará la hidalga Terrae
Argentum de la Gran Restauración." Treinta años atrás, la guerra de
Malvinas y Atlántico Sur constituyó un conflicto patriótico que enfrentó
a la Argentina semicolonial de entonces, gobernada por un gobierno
cívico-militar, con una de las principales potencias del planeta,
respaldada por todo el Commonwealth y el bloque de naciones centrales,
encabezado por los Estados Unidos. Más allá de las intenciones de los
ingleses, que precipitaron el conflicto bélico como ellos mismos lo
reconocieron y que quedaron sorprendidos —según sus propias
declaraciones—, por el coraje argentino, la naturaleza del conflicto no
puede ofrecernos dudas, el deber de todos los patriotas está del lado de
la patria que libra la batalla contra los dominadores.La derrota
políticaEl autoengaño de quienes estaban al frente de la Junta Militar
(la idea de que Estados Unidos desempeñaría un papel mediador entre dos
aliados privilegiados y que el gobierno conservador inglés no se
embarcaría en un conflicto bélico) y la verdadera naturaleza de la
guerra, estableció las condiciones de la derrota, cuyo origen fue, ante
todo, político. En ningún momento nuestro gobierno tuvo en cuenta que
para recuperar las Malvinas, por vía militar o mediante negociaciones,
era imprescindible una política nacionalista. Mantuvieron en todo
momento el conjunto de ideas que los llevaron a sostener un programa
antinacional, destinado a destruir nuestra independencia económica. La
permanencia de Roberto Aleman al frente del Palacio de Hacienda,
representante del capital financiero internacional y de las
corporaciones monopólicas, como antes lo había sido Martínez de Hoz,
constituyó el presagio más claro del desenlace del conflicto. Nunca se
dieron cuenta que este ataque era la continuidad del apoyo inglés a la
subversión apátrida que nos atacó en Tucumán y en todo el territorio
nacional.Como no podía ser de otro modo, las consecuencias de la derrota
política y militar comenzaron a pesar de un modo abrumador sobre el
destino del país, apenas cesó el tronar de los cañones. La política de
desmalvinización fue la principal de esas consecuencias. En torno a esa
política se organizó el conjunto de significaciones imaginarias que
habría de predominar en los años venideros. Su objetivo fue restablecer
los mecanismos de dominación y hacerlos perdurables en el tiempo.El
verdadero significado del 2 de abrilTras la caída de Puerto Argentino y
del subsiguiente colapso político, los círculos influyentes de la
burguesía local y el capital extranjero comprendieron la necesidad de
imprimir un giro en el manejo de los asuntos públicos, así como en el
sentido de los mensajes que se enviarían desde la escuela y los medios
para anular el pensamiento patriótico entre nosotros los argentinos, en
correspondencia con los nuevos tiempos que se avecinaban. En primer
término, era imprescindible que la nueva democracia en curso, hija de
Margaret Tatcher y de Isabel II, es decir, impuesta por los vencedores,
impidiera cualquier posibilidad de adquirir conciencia nacionalista para
entender la política que encerró el conflicto bélico, inconfundible a
la luz del comportamiento de Gran Bretaña, Estados Unidos y de sus
aliados europeos. Le podemos agregar a la Bonafini, que se ensaña con
todo uniformado así sea empleado de un delivery y que hubiese deseado
que todos los conscriptos que pelearon en Malvinas no hubiesen
vuelto.Actúa desde siempre como una agente de destrucción de las FFAA,
sabiendo que eso significa la indefensión de la patria y la pérdida de
nuestra soberanía.Apuntando en esa dirección, la recuperación de
Malvinas fue presentada como una decisión irracional, y los militares
que la llevaron a cabo, demonizados. De acuerdo con el nuevo discurso,
inspirado en usinas ideológicas del exterior, con amplia repercusión
interna, se decía que constituía un verdadero despropósito que un país
subdesarrollado y dependiente pretendiese enfrentar militarmente a una
potencia de primer orden. Es decir, que nos conformáramos con ser
esclavos. De forma tal, el 2 de abril fue explicado, en reiteradas
ocasiones, creando el mito de un borracho irresponsable. No importó que
la decisión se tomara entre todos los comandantes (donde no cabe el
infundio estúpido de una supuesta decisión estratégica basada en una
hipotética mente nublada por el alcohol), no importó que hasta ese
momento las guerras de liberación nacional en China, Vietnam o Argelia
(así como hoy las presentes luchas de los pueblos en Palestina, Irak y
Afganistán), hubiesen demostrado que la supuesta imposibilidad de
enfrentar al colonialismo y al imperialismo, constituía una falacia. En
este sentido, también la guerra de Malvinas arrojó enseñanzas
instructivas. Por ejemplo, en marzo de 1984 The Economist sostuvo que,
sin ayuda de Estados Unidos, no sólo Gran Bretaña no habría podido ganar
la guerra, sino que tampoco hubiera podido organizar la campaña
militar. Asimismo, son abundantes los testimonios de origen británico
sobre lo cerca que estuvieron de la derrota las fuerzas de su graciosa
majestad. De hecho los ingleses reconocen 1032 bajas pero ocultan por lo
menos dos mil más contra 180 soldados argentinos, el resto de nuestras
bajas son aviadores y marinos con lo cual llegamos a 649.Tres décadas de
democracia colonial y de desmalvinización. Parte 2En el marco de tantas
mentiras en los años de posguerra, los soldados argentinos perdieron su
condición de combatientes de una causa nacional, que nos permitiría
aumentar nuestro amor patrio y fueron presentados como “los chicos de la
guerra”, criaturas inocentes, arrojadas al infierno del conflicto
militar en situación de indefensión por la supuesta ineptitud y cobardía
de una oficialidad incapaz de afrontar el peligro. No importaba que la
proporción de bajas en los distintos rangos de las fuerzas armadas
argentinas, no probara en absoluto el relato desmalvinizador y mostrara
en realidad el coraje de oficiales, suboficiales y soldados de nuestra
patria. Por ejemplo, en la Fuerza aérea el 95 % de las pérdidas fue de
oficiales y suboficiales.Una mezcla de pacifismo, democratismo y
antimilitarismo burgués, de la cual el alfonsinismo fue la expresión
política más decidida, impregnó los distintos aspectos de la vida
política nacional, y caló hondo en el ánimo de una clase media
desmemoriada y desmoralizada, base social necesaria para el discurso
organizado en torno a la falsa antinomia democracia/totalitarismo. Aquí
es donde aparece la tercera madre de la democracia argentina, Hebe de
Bonafini, madre de dos guerrilleros exiliados en España, con todo su
odio antimilitar que alcanza, de manera demencial a los ex combatientes
conscriptos a quienes, ella les deseaba que no hubiesen vuelto de la
guerra. Fue bajo esta influencia que se aseguró la continuidad de las
transformaciones de fondo iniciadas por el programa de Martínez de Hoz
en 1976, y que han perdurado hasta el presente, destrozando nuestra
economía y fraguando un sistema político falaz que provoca la desazón de
todos nosotros y que nos hace bajar los brazos.Pero así como esa
continuidad no está asegurada, ni mucho menos; el 2 de abril y la guerra
en el Atlántico Sur recuperarán su lugar en una historia verdadera,
servirán de punto de partida para la conformación de una conciencia
nacional, y para la gestación de un gran movimiento cristiano y
patriótico de amor argentino orientado hacia la liberación de la patria.
Será la manera de ganar la posguerra. Debemos tener en cuenta que, como
muy bien explicaba el almirante Carlos Büsser, los ingleses no están
hace 180 años en Malvinas, ese período se lo cortamos a los 149 años,
sino desde el 14 de junio de 1982, ya que ejercimos plena soberanía
durante 74 días. Ahora quieren avanzar sobre el continente, nuestra
minería y nuestras riquezas, explotándolas de manera contaminante para
que le dejemos el terreno vacío. Hay muchas maneras legales y valientes
que tenemos los argentinos de defender nuestra patria. Fortalezcamos
nuestra educación con conciencia nacional, nuestra economía y nuestro
sistema de defensa y nos haremos respetar. Sumémonos en una verdadera
Reconquista patriótica que sea el resurgir de nuestra nación.Ruego a
Dios, como el más pobre de sus hijos, que reciba en el Cielo a todos los
que fueron a pelear en el 82. Y al valiente que volvió a poner la
bandera argentina en las Islas Sandwich del Sur, después de la guerra,
demostrando un coraje inigualable, le digo, ¡¡Muchas gracias, estoy
orgulloso de ser vuestro compatriota!! No se como lo habrá hecho. Me
saco el sombrero ante el. Y a todos los valientes que siguieron dando
testimonio de patriotismo en nuestros mares del sur, como el navegante
que llegó dos veces a Puerto Argentino en velero y aquel otro que llegó a
las islas Sandwich en 1983 para reinstalar nuestra bandera en aquellas
islas tan inhóspitas como argentinas, demostrando que se podía quebrar
el bloqueo naval inglés, como el capitán Tarapow, que al salvar al
rompehielos Irízar del incendio, puso al descubierto la maniobra del
gobierno de abandonar nuestros intereses antárticos.Por todos ellos y
por los que en su corazón no se rinden y están dispuestos a defender
nuestra enseña. ¡¡VIVA LA PATRIA!!
Por: Patricio Lons