lunes, 22 de abril de 2013

FICCIONES, MENTIRAS Y CORRUPCIÓN





Queridos amigos:    
El contador Leandro Fariña  desmintió las denuncias de lavado de dinero filmadas con  lo que se  suponía era una cámara  oculta, presentada  por el periodista Jorge Lanata en su programa de televisión, con la frase “Todo lo que dije fue ficción”. Poco después lo siguió el segundo denunciante, el financista  Federico Elaskar, diciendo que todo lo que había dicho era mentira. Por ahora no sabemos si mintieron al hablar por primera vez o al desmentir sus propias palabras pero, lo que es evidente, es que forman parte de la legión de mentirosos nativos capaces de engañar mirando a los ojos e  inventando relatos para confundir al prójimo y perpetuar su impunidad.
Somos muchos los argentinos que esperamos ansiosos  el día en que los funcionarios nacionales encabezados por la propia señora presidente nos  reconozcan que ellos también inventaron ficciones para decirnos lo que creían que queríamos escuchar. Que nos mintieron conscientemente al hablar de democratización de la justicia mientras presentaban un paquete de leyes destinadas a controlar a los jueces y sus fallos. Que hablan de democratizar los medios cuando solo pretenden eliminar aquellos que no responden a sus consignas o no repiten sus descuidados relatos. Que inventan el eslogan de “la década ganada” en un país que ve destruida su infraestructura, su sistema de transportes, su capacidad de autoabastecimiento energético, su moneda y su credibilidad. Que debilita a sus propias Fuerzas Armadas y acosa al sector agropecuario, principal fuente de bienes y  divisas. Que inventa la ficción de la lucha contra las corporaciones mientras va creando una red de empresarios amigos y fomentando la mayor corporación visible, que se denomina La Cámpora,  y que está invadiendo todos los espacios de la función  pública para su uso político y personal. Pero no será fácil escuchar que reconozcan todas estas cuestiones y menos aún que se hagan cargo de los graves casos de corrupción que cada vez  es más difícil ocultar, hasta que sea la justicia quien comience a develar la trama de ficciones, mentiras y lo que es peor, delitos, hoy protegidos por la impunidad que brinda el poder.
  Las denuncias de Lanata de coimas  y lavado de dinero se vieron el domingo por la noche e involucraron al empresario Lázaro Baez y al  ex presidente Néstor Kirchner,  a quien presentaron como su socio. La gran repercusión que alcanzaron, devino de la credibilidad del periodista que lo diferencia de otras figuras políticas que habían formulado denuncias similares  y del hecho de presentar hombres de carne  y hueso que reconocían haber formado parte de la trama delictual. Las desmentidas posteriores no lograron quitarle seriedad al tema, sobre todo después de ver como algunos señores jueces disputaban por no tomar el caso, los fiscales se abstenían de formular acusaciones y los allanamientos se demoraban lo suficiente como para quitar posibilidades de encontrar pruebas. Es obvio que estas cosas no hubieran sucedido si no existieran factores de poder involucrados en los casos que expliquen esa insólita morosidad de la justicia.
El tema encontró un suelo psicosocial favorable porque  la sociedad ha percibido que el dinero que se lleva la corrupción, es el mismo que no se invierte en obras hídricas que evitarían las inundaciones que mataron a decenas de personas o que no se aplica al mantenimiento de los trenes que se llevaron la vida de otros muchos. Lejos de haberse cerrado los casos con la desidia judicial, la promesa del periodista Jorge Lanata de ampliar sus denuncias ha despertado una expectativa que demuestra la preocupación social por el tema que fue también una  de las principales consignas de la marcha cívica del 18 de Abril.
  Dado que mencionamos las inundaciones que tuvieron sus más graves consecuencias en la ciudad de La Plata, cabe recordar que el Juez Luis Arias que había documentado diversos casos de fallecidos que no habían sido incluidos en las listas oficiales de víctimas fue apartado de la causa por la Suprema Corte de Justicia bonaerense por haber desbordado el “…objeto normal del proceso para incursionar en torno de la comisión de presuntos delitos, aspectos, exclusivamente reservados a la esfera penal”. De modo que muy probablemente nunca sepamos cuantas fueron en realidad las víctimas  y menos aún si hubo un deliberado intento de ocultar su número. Lo que nadie podrá ocultar es que la falta de obras hídricas en La Plata agravó el efecto de las extraordinarias precipitaciones pluviales produciendo cuantiosas pérdidas materiales  y más (no sabemos exactamente cuántas) de cincuenta víctimas fatales. Ahora es la hora de resarcir las pérdidas materiales e investigar y sancionar a los funcionarios responsables para que respondan con sus cargos, su patrimonio o su libertad, según el grado de culpa de cada uno.
  Por morosidad o desborde, la justicia ha sido sin duda  una de las estrellas de la semana. En el Senado y la Cámara de Diputados se ha dado media sanción a cada una de las leyes enviadas por el gobierno sin que nada pudiera hacer para evitarlo una oposición que, aun unida, ha sido condenada por los votos del 2011 a una  minoría numéricamente inoperante. Los fuertes pronunciamientos de los jueces agrupados en la Asociación de Magistrados, la huelga iniciada por los empleados judiciales, la advertencia del episcopado de que la reforma puede debilitar la democracia y los gestos simbólicos ensayados por los opositores, tales como una protesta efectuada en Tribunales, no lograron conmover en lo más mínimo al oficialismo que no acepta otra verdad que la que le ordenan abrazar. Apenas si atendió ciertas objeciones del CELS, respecto a las medidas cautelares, que reforzaron el mensaje de que solo se escucharían a sí  mismos  y a sus  grupos afines. La opinión del  resto de la sociedad es simplemente despreciada.
  Esa actitud fue, ciertamente, uno de los motores que impulsó a esa sociedad no registrada, ignorada y ausente de las preocupaciones oficiales a salir a la calle, el 18 de Abril, en la más numerosa manifestación de protesta que ha enfrentado el gobierno de Cristina Fernández. Estuvimos allí, como en todas las ocasiones anteriores, solo que esta vez con la particularidad de que, en un rasgo que consideramos valioso, se invitó a los referentes políticos a asistir en forma visible lo que indicaría que comienza a percibirse que los movimientos sociales necesitan tener su correlato en las estructuras jurídico partidarias para poder influir en forma real y concreta en las decisiones políticas. Bienvenida esta visión que debería materializarse en la participación en agrupaciones políticas, afiliaciones, adhesiones y multitudes de fiscales que aseguren que la voluntad popular expresada en las urnas no  corra riesgo de ser deformada  o escamoteada por la defraudación y la trampa, usuales en un país de ficciones y mentirosos. 
  Otro rasgo reconfortante en las manifestaciones del 18 de Abril fue la confluencia de las consignas, muy dispersas en las dos marchas anteriores, en dos ideas centrales y fuertes: el rechazo a la corrupción y la defensa de la justicia. Es una señal muy clara de que buena parte de la sociedad percibe que ahora no solo están en riesgo su bienestar material y su seguridad sino incluso su libertad y su modo de vida tutelado por una Constitución que sufre agravio tras agravio a manos de un oficialismo que aspira al poder absoluto y a la impunidad total. Para los que preguntan qué valor tienen las manifestaciones si el gobierno no las atiende y las ignora, la respuesta es el valor que infunden a los que tienen que jugarse para defender los valores republicanos en juego. Una prueba de esto lo dio la Cámara Federal de Apelaciones en lo Civil y Comercial que pese a todas las presiones falló declarando la inconstitucionalidad de dos artículos de la Ley de Medios que pretendían, entre otras cosas, regular indebidamente la televisión por cable. De este modo, se salvó  momentáneamente del desguace a uno de los pocos medios independientes que aún sobreviven a pesar de los aprietes económicos, las denuncias, la supresión de la publicidad de los supermercados y todos los artilugios organizados desde el gobierno para terminar con las voces discordantes. Esperemos que el efecto de la protesta ciudadana influya sobre los diputados oficialistas y  sus aliados que deberían detener el avance sobre la justicia que implican las nuevas leyes en trámite, antes que los mismos jueces tengan que denunciar su inconstitucionalidad.
  Mientras la Argentina ardía en medio de manifestaciones de protesta, denuncias de corrupción   y turbulentas sesiones en el Congreso, la señora presidente mandaba decenas de mensajes a las redes sociales desde el avión que la llevaba a la asunción del presidente Maduro en Venezuela. Es inaceptable que luego de  una elección que se definió por menos de un punto, con miles de denuncias específicas y un recuento pendiente de una parte sustancial de los votos, el cuestionado candidato ganador asuma antes de que se  agoten las instancias legales de revisión. Así lo han entendido muchos de los países del mundo pero no  los que coinciden con la línea ideológica de izquierda de Nicolás Maduro que se han apresurado a convalidar lo que aún no fue jurídicamente cerrado. Lamentablemente, entre esos demócratas de conveniencia ideológica se encuentra nuestro gobierno y nuestra presidente que, de paso, puso distancia entre ella y la protesta ciudadana que se extendió por todo el territorio nacional y llegó a muchos países extranjeros llevada por manos de argentinos que no se olvidan de las vicisitudes de su patria, estén donde estén.
  Aquí, en nuestro territorio, imbuidos del espíritu de unidad opositora que proclama nuestra ciudadanía, el viernes de  la semana que pasó hemos constituido una Unión de Partidos de Centro en la Provincia de Buenos Aires que por ahora agrupa a  Nueva Unión Ciudadana, al Partido Demócrata Conservador, a la Unión del Centro Democrático y al Partido Renovador Federal, pero que ya tiene  otros postulantes que consideran atractiva la propuesta. A la clásica pregunta de  ¿con quién están? la respuesta es  que por ahora estamos fundamentalmente  con un proyecto superador al modelo oprobioso del actual gobierno y a sus variantes socialistas y estatistas. Nuestra propuesta rescata el valor de la libertad  para comerciar, producir y disponer de los bienes propios. Apela al valor de  la ética en el manejo de los asuntos públicos y de la idoneidad para la asignación de los cargos. Nos oponemos a toda manipulación de la Constitución para perpetuarse en el poder  y a la promulgación de leyes que otorguen al poder ejecutivo facultades ajenas al espíritu republicano.
Es un modesto primer paso para comenzar a cambiar la Argentina de las ficciones, la mentira y la corrupción por la Argentina de la verdad, la honestidad y la responsabilidad. Si Dios nos ayuda y la ciudadanía nos acompaña, avanzaremos. Nosotros estamos dispuestos a hacer nuestra parte.
Un abrazo para todos.
  Juan Carlos Neves, Presidente de Nueva Unión Ciudadana.
Twitter   @NevesJuanCarlos