martes, 23 de abril de 2013

KIRCHNERISTAS versus ANTIKIRCHNERISTAS

NUESTRO TIEMPO

KIRCHNERISTAS versus ANTIKIRCHNERISTAS: UNA DIALÉCTICA PARA GILES AL SERVICIO DEL SISTEMA


El Sistema necesita la división 

Lo que van a leer no es una muestra de moderación política, tampoco la intentona  de lograr un punto medio entre dos visiones supuestamente antagónicas, sino un escrito contra el Sistema o Régimen de dominación que nos viene haciendo perder el tiempo, un tiempo que el Sistema gana para orquestar el desguace definitivo de nuestra patria. Digo esto porque los enceguecidos de siempre, posiblemente ni traten de entenderlo antes de levantar la piedra para tirarla y otros simplemente no querrán entenderlo, justamente para que el sistema  continúe con su labor destructiva, que lleva años delante de nosotros.
Se trata de una breve descripción de las dos expresiones del Sistema que actualmente se disputan el gobierno localmente. Quiero que se entienda bien: no existe ningún modelo alternativo entre esas dos tendencias  que tenga como meta salir del Régimen de Dominación, el que se basa en el demoliberalismo político: Capitalismo en economía y progresismo en cultura. La antinomia solo se plasma en una dialéctica donde ambas partes reivindican  la “democracia” como su norte político, siendo lo demás una disputa que se divide en la implementación  de diversas variantes del capitalismo liberal y diferente graduación de la cultura progresista.
La disputa es por el gobierno del Estado sin sacar los pies del diminuto plato que nos ha puesto en la mesa del Poder Mundial.
Me referiré, por lo tanto a los “kirchneristas” y a los “antikirchneristas”, conforme se vienen delineando las diferentes tendencias de un tiempo a esta parte. Si el Sistema o Régimen funcionó siempre en base a una dialéctica inducida, desde el advenimiento del Kirchnerismo eso de manifiesta de una forma mucho más radicalizada. Una polarización inducida es lo que en definitiva mantiene unidas las piezas de la maquinaria en funcionamiento. En el 2001 la máquina comenzó a mostrar serias falencias y fisuras de todo tipo. Por eso la cucharada de dialéctica y contradicción debía ser mucho más potente. Lo importante era diluir, disolver. El objetivo: volver a legitimar mínimamente al Régimen, después de 20 años de desastres.

Los K.

El 2001 significó un principio de unión del pueblo contra el Sistema. Tácticamente fue dispersado por la acción de la izquierda y, a largo plazo, se radicalizó esa separación. Duhalde primero y Kirchner finalmente, reafirmaron las bases del Régimen y echaron a funcionar nuevamente su maquinaria dialéctica atada con alambre. Especialmente, mediante la utilización de la temática de los 30.000 desaparecidos como pilar cultural del mismo, inflando el globo de los derechos humanos hasta tornarlo un grotesco espantajo, planteando  un seudo peronismo mechado de izquierdismo cultural, del tipo que encanta a los países centrales, a los organismos internacionales y las ONG “humanitarias” (aborto, homosexualidad, liberación de droga), de amplio espectro, incluyendo todas las tareas. Así se hicieron del Estados los K. Su bagaje ideológico está repleto de mentiras; en toda la línea es una operación de falsas bandera.

Se convirtió a la historia reciente en una caricatura y con esa caricatura barata se adoctrinó a la gente, especialmente a los más jóvenes, se proveyó a la disolución del poder del Estado, prácticamente se liquidó moral y materialmente a las FF.AA. (que venían siendo destruidas desde el alfonsinismo y ahogadas económicamente por Menen) y se anarquizó a la policía, con lo cual nos convertimos en indefensos y, en lo que atañe a la seguridad interna, el delito escaló a posiciones nunca vistas.  Todo realizado en nombre de la ideología “derecho humanista”, cuya abanderada, la corrupta Hebe de Bonafini siempre está en la palestra en defensa al gobierno. Siempre impune después de robarse todo. Un símbolo de lo más repugnante de la Argentina. Para mayor  acopio de basura, hasta Maradona se cobijó debajo de las faldas de Cristina.

El aparato delincuencial del peronismo sirvió justamente para dar aire al sistema: mientras sus partidarios hablan de revoluciones y socialismos, la realidad es que han arreglado con todos. Al FMI, al que supuestamente defenestraron le pagaron toda la deuda, están hasta el cuello con el Banco Mundial y el Club de Paris. Siendo aparentemente “montoneros”, hacen muy bien los deberes que les dejó el Proceso fundador de la “deuda externa” sideral, multiplicada por tres por los demás capitostes partidocráticos. Todos sus cacareos “nacionalistas” fueron una monumental estafa, sus peleas con los ingleses fuegos de artificio y encima mojados. La inclusión social dádivas en base a endeudamiento externo que destruye la cultura del trabajo. La corrupción y la inoperancia más espantosa que se tenga en la memoria, en un gobierno plagado de presiones y aprietes a quienes no le son dóciles: los periodistas y la justicia. Son un símil latinoamericano de la socialdemocracia. No son marxistas, porque no les da el cuero y el marxismo es una pieza de museo. Se hacen los “guerrilleros heroicos”, mientras disfrutan del capitalismo prebendarío que han resucitado y puesto a su servicio. Hablan de Menem, pero no denuncian los tratados de rendición que ese traidor firmó  con los británicos; siguen dentro del FMI, mientras se quejan de sus presiones. Su política internacional sigue los dictados de Obama.

Los anti-K

Luego de más de diez años de aquella etapa, inaugurada con la consigna de “Que se vayan todos”, la cuestión llega hoy al extremo de la decadencia moral, de forma tal que nada de lo que hay dentro de este Régimen merece sobrevivir.
El término “anti-K” designa a un amplio, confuso y heterogéneo espectro de fuerzas, organizaciones y simples expresiones políticas y sociales. Anacrónicos y atado a falsas ideas, la supuesta oposición política es más de lo mismo, con el agravante de que es inorgánica y caótica, dividida en mil pedazos antagónicos entre sí, que no atina a hacer nada constructivo ni generar alternativa alguna. Son los restos de lo que en vida fuera el radicalismo y diversas expresiones del progresismo (los K han logrado dividir hasta quiénes son símiles).
Por su parte, los liberales, cómplices del desguace económico del Estado, pretenden volver a la época del 1 a 1. El macrismo, que en gobierno de Buenos Aires no han hecho dada diferente a las otras expresiones partidocráticas: robar y llenar de empleados contratados (con contratos basura), constituye la nueva y mayoritaria expresión del anarco-liberalismo, espantoso guiñapo que si se sienta en una mesa con algunos progresistas podrían darse la mano. A su vez, los partidarios de la ideología militar, representa una mixtura del liberalismo, conservadurismo, patriotismo confuso y anticomunismo, como si todavía existiera el comunismo; claramente pro-norteamericano, al mismo tiempo que reivindica la causa Malvinas, fracasada precisamente por la “trampa anglo-norteamericana”. Se trata de una  de una ideología que viene creando espantosas confusiones dentro del nacionalismo y que, en definitiva, obligará a mediano plazo a muchos sedicentes nacionalistas a que se definan sobre qué son en realidad. A todo ello hay que agregar las diversas manifestaciones de la “masonería” sumamente activa desde hace más de una década.
 A los “anti-K” no los une un programa para la toma del poder, porque son incapaces de organizarse por sus encontradas posiciones, sino lo único que los une es ser  “anti-K”. No tienen otro programa alternativo que no sea, en última distancia, el liberalismo económico. En lo político, rinden culto a la “democracia” como hacen los K, de ahí a que se sienten demócratas cabales, será del grupo que sea. En última instancia, se pelean para definir quién es más “democrático”  o sea, más regiminoso  que el otro.
 De esa forma, el sector “anti-K”, huérfano de ideas y planes, inorgánico y anárquico, sólo se contenta con hacer movilizaciones a cual más confusa y heterogénea, con motivaciones contradictorias y  con condiciones anónimas – al estilo de las “revoluciones de color” en Europa Oriental o de las “revoluciones árabes” – que no llegan a nada. Van detrás de los acontecimientos
En síntesis, la única realidad de la dialéctica “K Vs. Anti-K” es la disolución, el planteo de falsas opciones detrás de las que se encolumnan todo un universo de gente que no entiende en definitiva cuál  es la jugada, cuestión que se evidencia en las elecciones, porque desde hace haños compra mercadería averiada y de tiempo en tiempo brota una nueva camada de personajes a quien contársela.
A pesar de todo, mantenemos la “esperanza” irracional de que en algún momento, como lo fue en el 2001, algún sector del pueblo despertará de su letargo y generará las condiciones que posibiliten terminar con esta infame situación. Si así lo ocurriera, no habría que desperdiciarla. Esperemos estar preparados para canalizarla. Todo tiene un límite, lo que es seguro es que ello ocurrirá, aunque no sabemos el mes, el día ni la hora. 
Por Guillermo Rojas (periódico Patria Arentina, Marzo 2013)