OPINIÓN
El
22 de marzo de 1820 el ilustre Don Bernabé Aráoz proclama la república
de Tucumán. Este hecho mucho ha servido para críticas jocosas fundadas en
lo que se supone ser desmesuradas pretensiones lugareñas, aspiraciones a
vestir un traje demasiado amplio para la realidad del cuerpo,aunque los
hechos históricos muestren que la república no estuvo inspirada
por ansias de separarse de sus provincias hermanas sino al revés, con
anhelo de no dispensar jamás “sacrificio alguno hasta no ver a sus pies
rotos y deshechos los últimos eslabones de la cadena que subyugue a la
más pequeña de sus hermanas”.
Entonces queda claro que la tal república no
buscó desentenderse de la suerte de la nación sino que se propuso
iniciar la federación, la unión de los pueblos que la guerra enfrentaba
al no aceptarse la supremacía porteña. Lo de república, el
término adoptado, se debea la esperanza de que el pueblo participe, que
tome como propia la cosa pública, que se responsabilice de la respública, que procure ser bien representado en el ejercicio de los poderes públicos, en otras palabras: que seamos buenos republicanos.
Es
decir que ya entonces nuestro antepasados procuraban que
los Representantes del pueblo se manejen sin subordinarse sino a los
intereses de su región, a su tierra, a su idiosincrasia, “sin medias
tintas”, con coraje, con independencia; con autonomía, con libertad, sin
depender de la política que subyuga y que denigra.
Por
ello mi homenaje a aquella república del Tucumán de casi 180 años, que
en medio de conflictos afligentes que inquietaban a todos, pensó en la
necesidad de dar ala sociedad una nueva forma de representación , con
una justicia independiente como la que ahora todos queremos.
Que gobernadores,
Intendentes y legisladores nacionales y provinciales cumplan susaltos y
nobles fines, implica el concepto de que la soberanía y la autonomía
es imprescindible para la existencia del orden social y para que dentro
de él cumpla el hombre el fin que le es propio.
Lo que
supone una representación independiente, sí, muy independiente de los
poderes políticos y completamente subordinada a la moral, a la razón, a
la rectitud necesaria paraque en la sociedad imperen la moral, el orden,
la equidad, el honor, ladignidad.
DR. JORGE B. LOBO ARAGON
jorgeloboaragon@gmail.com