El día en que se perdió la ingenuidad
El 8 de Noviembre de 2012 será recordado en la historia como el día de la Dignidad. Ocurrió que un pueblo salió masivamente a las calles para decirle a su gobierno que estaba harto de que se lo destrate, se lo amenace, se le mienta y no se conduzca el país con rumbo medianamente atinado. A pesar de que hubieran ganado las elecciones apenas un año antes, con un supuesto 54% de los votos.
El 18 de Abril de 2013 será probablemente recordado, como el día en que se perdió la ingenuidad. Fue cuando tres millones de personas salieron a las mismas calles, para decirle a ese gobierno, que su inédita corrupción va a terminar, inexorablemente, en la Justicia.
En la misma justicia a la que ese gobierno está tratando de vulnerar, para cooptarla y convertirla en el gendarme del totalitarismo. No pasarán.
La gente le dijo al gobierno que se debe quedar hasta el último día, pero dentro de las reglas de la democracia republicana. Unas reglas que, más tarde o más temprano, conducirán a poner entre rejas a decenas de funcionarios, testaferros y allegados, que usaron la función pública para delinquir impunemente, como jamás aconteció, durante los últimos diez años. La década del mayor crecimiento histórico de la Argentina. La década robada.
Nunca Más de la corrupción
No solamente los kirchneristas deben tomar nota de lo acontecido. Porque esta inédita manifestación no consistió tan solo en ponerle los puntos claros a ellos. Toda la oposición y cualquiera que quiera hacer política en la Argentina, debe saber, que así como a principios de los ochenta, en este país, se hizo un Nunca Más, y se terminó con el partido militar, ahora se aguardan las elecciones de Octubre 2013 y las de 2015 , para encarar el Nunca Más de la Corrupción.
Los dirigentes que hoy están en el llano deberán tener lo que tuvieron los de los ochenta, para sentar en el banquillo de los acusados al GEK, Grupo Económico Kirchner, y aplicarles todo el rigor de la ley. Juzgando, condenando y confiscando dineros y bienes mal habidos.
Y cualquiera que, a futuro, asuma un cargo público, debe hacerlo sabiendo que tiene a todas las instituciones de contralor observando su actuación, y a todo el pueblo, incluyendo a aquellos que lo han votado, dispuestos a ganar la calle para denunciar y repudiar sus deslices. Esto así no va más.
El próximo presidente de la Argentina deberá ser el ajusticiador de la corrupción, y el que de una vez por todas haga un saneamiento integral del poder judicial, para luego darle toda la independencia posible de los otros poderes. Como han hecho hace décadas y décadas, los países serios.
Es imprescindible que esto acontezca, para que por primera vez en la historia del país, se torne inexorable gobernar honestamente. De una vez, y para siempre.
El apellido Kirchner debe pasar a la historia de la Argentina como sinónimo de la última corrupción. Porque fue la mayor de todas.
La tarea debe comenzar a prepararse de inmediato, porque el pueblo ha sido atronadoramente elocuente: Se ha perdido la ingenuidad y ya no hay margen para filibusteros con carnet.
Todo el país tronó diciendo que ya tiene claro quienes son, lo que hicieron y lo que merecen. Hubo epicentro en Buenos Aires, desde Plaza de Mayo, el Obelisco y el Congreso .
Mi Buenos Aires querido fue la pantalla principal, y mostró que , para este pueblo, no habrá más Kirchner, ni olvido...
El Opinador Porteño