OSKO: DE LOS MUELLES CRISTIANOS AL CRISTIANISMO MUELLE
DE LOS MUELLES CRISTIANOS
AL CRISTIANISMO MUELLE
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Escollera:
Construcción hecha con grandes rocas o bloques de cemento que se
arrojan al fondo del mar hasta levantar una especie de muro o rompeolas
que sirve de protección contra la acción del mar.
Espigón:
Muro que se construye en la orilla de un río o en la costa del mar de
forma que avance en el agua y pueda proteger esa orilla o cambiar la
dirección de la corriente.
Muelle:
Obra construida en un puerto de mar o en la orilla de un río navegable
para facilitar las tareas de carga y descarga o para atracar los barcos.
Cierto tipo de construcción maciza que procura proteger las costas o
resguardar embarcaderos amortiguando la acción de las olas.
Muelle: Carácter o forma de ser en que hay pasividad y suavidad excesiva.
Todos
sabemos que los espigones o las escolleras son unas estructuras que se
construyen en el litoral marítimo. Tienen una razón de ser y una
finalidad específica. Otro de sus nombres es Murallones. También se los
suele llamar muelles. Este nombre es muy apropiado puesto que esos
murallones hacen “muelle”, más blando, el golpe de las olas disminuyendo
o disipando su energía cinética y consecuentemente su violencia.
Hay
muelles de embarque o amarre de embarcaciones, y los hay también que
son diseñados para la “contención”. A estos últimos se los erige para
proteger la costa terrestre del avance destructivo de las aguas del mar.
Todos sabemos que el mar es figura del mundo o de las cosas mundanas.
Todos sabemos que la tierra es figura de la Iglesia o de la Religión Verdadera.
Como
prácticamente todas las cosas han sido subvertidas en esta época que
nos toca vivir, también ha sido desvirtuado el valor y significado de
los otrora “muelles cristianos de contención”.
La
Iglesia a lo largo de toda su historia construyó muelles de contención
para proteger la tierra (la religión y las almas) de la agresión de las
olas de ese mar del mundo mundano, enemigo de la salvación de las almas.
Muelles
que, además, permitían la llegada, el amarre y posterior desembarco de
hombres que navegaban en embarcaciones provenientes de distintas partes
del mundo y que la Iglesia acogía maternalmente.
Esos
muelles fueron los Concilios Dogmáticos que, en número de VEINTE,
condenaron los errores de su tiempo. Fueron convocados oportunamente
para frenar el avance de las olas de las herejías.
Las
Cartas Apostólicas, Bulas y Encíclicas, eran muelles también. Eran
muelles sobre los cuales, además, la Iglesia colocaba faros de luz, que
no son otra cosa que la Verdadera Doctrina.
Las
Definiciones Dogmáticas servían para que los hombres afincados en la
tierra, esto es, en la Verdadera Religión su vieran fortalecidos en su
Fe, pudieran además defenderse frente a los errores (las olas); y al
mismo tiempo fueron creados para que aquellos hombres que se encontraban
en buques o barcos, navegando por los mares del mundo, viendo la Luz de
la Verdad que emitían esos faros, pudieran acercarse a la tierra de la
Religión Verdadera de un modo adecuado y sin ponerse en riesgo, evitando
también el embate de las olas del mar mundano.
En fin. Se acabó. Todo eso se acabó.
Desde
el Concilio Vaticano II fueron quitados los Faros de arriba de los
muelles. Y los muelles… los muelles pasaron a tener un significado
distinto.
Lo que finalmente han conseguido fue hacer “muelle” la vida cristiana; blanda, fofa… ligth, como se suele decir ahora o también descafeinada. Es lo mismo.
Ya
no más sacrificadas vidas de oración y mortificaciones. Hay que ser
felices, hay que estar siempre alegres. Esto, que puede ser entendido
bien y cristianamente en el sentido de que debemos estar alegres porque
Cristo nuestra salvación ha consumado y porque nos ha abierto las
Puertas del Cielo, antes cerradas, y porque no nos abandona, sino que
nos acompaña en nuestro peregrinar por esta tierra que culmina en el
Cielo, fue convertido en otra cosa.
Ambiguamente,
subrepticiamente, de un modo suave y también “muelle” o blando, para
evitar que nos demos cuenta, se hizo o se fue haciendo que finalmente
todo sea “muelle”.
La vida muelle.
Hasta donde sabemos, la vida muelle conduce a la perdición eterna.
La
neo-iglesia conciliar ha procurado que los muelles fueron
re-orientados, como si dijéramos, ponerlos en otro sentido. Justamente,
perdieron el oriente. Puesto que el mundo ha invadido la tierra, los
muelles ya no tienen sentido. Al menos no tienen el sentido que tenían
antes.
En
una brutal y satánica inversión, lo que hoy se ha tornado “muelle” es
la manera en que los cristianos del orbe son llevados a vivir su
cristianismo. Son llevados por los falsos pastores, por supuesto.
Algunos ejemplos ilustrarán perfectamente lo que estamos diciendo:
El
sólido muelle de la recta doctrina que cortaba y condenaba las olas de
las falsas doctrinas y las herejías, fue convertido en una “muelle nueva
pastoral” que no condena a los herejes, sino que comulga con ellos…
El
robusto muelle de la recta predicación de las advertencias contra el
espíritu del mundo, enemigo de Dios y de nuestra salvación, se ha
convertido en una “muelle nueva pastoral”, que “construye con el mundo”,
que “también tiene la religión del hombre”, que “se asocia con los
poderes de mundo” para construir juntos la llamada “civilización del
amor”…
El
rudo muelle de la recta moral cristiana, que cortaba y condenada
tajante y taxativamente (un ejemplo entre otros muchos, la ola de la
sodomía), se ha convertido ahora en una “muelle nueva pastoral” que no
condena las aberraciones sino que “comprende” a los aberrados…
El
inconmovible muelle de la recta Disciplina Sacramental que procuraba
resguardar la sacralidad en los Oficios Divinos y la administración de
los Sacramentos, se transformó en una “muelle nueva pastoral”
pseudo-sacramental que por estos días alienta las payasescas y
probablemente inválidas “misas” Novus Ordo o la irreverente “comunión en
la mano”, oscureciendo aun más la ya golpeada fe en la Presencia Real
de Cristo en el Altar (ni altares dejaron) y la fe en la
Transustanciación, que, por otra parte, no creemos que ocurra en las
misas neo-católicas…
Bergoglio
es fiel expresión de todo eso. A él le da lo mismo si a un niño lo
educa un musulmán, un cristiano a un ateo, siempre y cuando le maten el
hambre… aunque le maten el alma.
Da
lo mismo si Mons. Ricca protagonizó en el pasado reciente algunos
episodios escabrosos en el Uruguay, él igual lo puso en el cargo que
quiso, lo defendió públicamente y nadie se atrevió a decir ni una sola
palabra más.
Da lo mismo como viven los jóvenes, mientras que estén dispuestos a “hacer lío” y ser “revolucionarios”.
Da
lo mismo que “vos seas ateo”, “si sos honesto, si tu conciencia no te
acusa, si crees estar haciendo lo que tu conciencia te indica”, “Dios te
quiere igual y te vas a salvar”.
Lo
mismo (mucho más) enseña don Bergoglio respecto de los musulmanes y los
judíos; después de todo ellos adoran al mismo dios (que, por supuesto,
no es el verdadero), que también es el falso dios de Bergoglio.
Del
verdadero Dios, del Culto a Dios, del respeto por los Derechos de Dios,
de la Voluntad de Dios… de eso mejor no se habla. Y si a alguno se le
ocurre hacer una mínima mención al respecto, caerá fulminante sobre él
la condena: “No sea pelagiano”. “Cristiano triste”. “Cristiano de
sacristía”. “Cristiano que mira el piso”. “Solterona espiritual”. etc.
etc…, más burlón y peyorativo imposible.
Para
Bergoglio es mucho más importante “ir hasta las periferias
existenciales”… ¿para hacer qué?, para acompañar, tocar, besar y
trabajar en el proceso deconstructivo que edificará un nuevo mundo sin
Dios y consecuentemente anti-Dios o anti-Cristo.
El
mundo de las periferias de Bergoglio es, ciertamente, tan periférico
que se salió por completo del marco de lo sobrenatural y de lo Divino, asentándose firmemente en las arenas del mar de la inmanencia antitrascendentalista del Reino del dios Humanidad.
En
ese mundo, y de ese modo, se ha pasado casi sin que nos demos cuenta,
de los MUELLES DE CONTENCIÓN del Cristianismo a un Cristianismo
“muelle”, sin contención ninguna. Por eso es que se ha llegado a un modo
de entender las cosas que cada vez es más blando y amortiguado.
Este
proceso que continúa, ya que se encuentra todavía lejos de alcanzar sus
objetivos, es la Revolución Anticristiana que gobierna en el mundo y
que ha conseguido ridiculizar y neutralizar a la “Constructora de
Muelles de Contención” mediante el muy astuto mecanismo de ECLIPSARLA a
la vista de los hombres por medio de una falsa Iglesia que profesa un
“cristianismo” al que todo le da lo mismo.
Se
puede ser ateo, musulmán, judío, budista… lo que usted quiera; hay una
sola cosa que usted no puede hacer: preferir y añorar los antiguos
muelles, las antiguas costumbres; los antiguos usos; la antigua forma de
vivir la Fe y la vida cristiana.
Eso
no se puede. Eso es considerado hoy como parte de la nueva herejía,
dizque pelagiana, condenada por el magisterio bergogliano.
“Las aguas que viste, sobre las cuales tiene su sede la ramera, son pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas” Ap. 17 – 15