Arrecia la campaña contra el Padre Calvo: César Vidal pide al obispo de León que tome medidas contra el sacerdote y colaborador de AD
Javier Torres.- Arrecia la campaña de linchamiento contra el
sacerdote Jesús Calvo por sus declaraciones sobre los judíos en el
programa de AD ‘La Ratonera’, donde interviene cada semana como
colaborador. Ni sus declaraciones contra la jerarquía católica ni
aquellas en las que afirmó que “el Papa Francisco no está lejos de ser
el Anticristo” obtuvieron la repercusión que están teniendo sus
afirmaciones el pasado 22 de mayo sobre la Alemania de Hitler.
Constituye ello un síntoma claro de que ciertos temas constriñen el
derecho a la libertad de expresión que se presume en un Estado de
Derecho.
Es decir, que la repercusión social de las manifestaciones del Padre
Calvo habría sido casi escasa si éste por ejemplo hubiese cuestionado
los crímenes del estalinismo o ponderado hasta el extremo la obra del
marqués de Sade. Lo que hizo sin embargo fue refutar algunos supuestos
históricos que han sido establecidos como dogmas incuestionables y de
ahí la campaña en su contra que está siendo promovida desde algunas
instancias. El último en sumarse a las críticas contra el sacerdote
leonés ha sido César Vidal, bien conocido por sus prejuicios
anticatólicos, que le llevaron por ejemplo a manifestar que el
Catolicismo fue lo peor que le había ocurrido a España o a sostener que
el atraso de España era fruto de la concepción católica del trabajo,
afirmación ésta última que fue duramente rebatida por Pío Moa.
El historiador y periodista ha remitido al obispo de León la carta que reproducimos a continuación:
“Le ruego en primer lugar, que disculpe mi atrevimiento al escribirle
por asuntos relacionados con la marcha de la diócesis que usted
gobierna. Tengo por principio, no inmiscuirme jamás en el funcionamiento
interno de ninguna confesión religiosa y no pronunciarme tampoco sobre
la conducta de sus miembros. Por definición, presupongo que cada uno
deberá responder ante Dios de sus actos y que, por eso mismo, procurará
ejercer la máxima diligencia en sus tareas religiosas. Ese principio, al
que procuro ser escrupulosamente fiel, sólo retrocede cuando entiendo
que de alguna acción derivan o pueden derivar males sobre personas que
no pertenecen a esa confesión.
Llegó a mi conocimiento hace apenas unos días, la entrevista
realizada por una televisión a uno de los sacerdotes de su diócesis. A
fin de no determinar su juicio – que deseo lo más limpio e imparcial –
le adjunto el enlace en internet para que acceda a la misma. Si tiene
usted la bondad de contemplarla con atención, comprobará que ese párroco
que forma parte de su diócesis realiza afirmaciones que sobrecogen a
cualquier persona que conserve un mínimo de decencia. Podrá usted ver
que, entre otros aspectos, culpa a los judíos de los males de la
Alemania anterior a Hitler, que les atribuye la responsabilidad de las
desgracias experimentadas por la República de Weimar, que intenta
justificar con esas horrendas calumnias el triunfo del nazismo, que se
permite negar el Holocausto y, peor aún si cabe, que los sigue viendo
detrás de las desdichas que sufre el mundo en la actualidad. El hecho de
que utilice términos como “bacilo” para referirse a todo un colectivo
resulta verdaderamente indigno no de un clérigo sino de cualquier ser
humano con buenos sentimientos.
No voy a cometer la osadía de recordarle – usted lo sabe bien – que
Jesús fue un judío, circuncidado al octavo día de acuerdo con la Torah
entregada a Moisés por Dios; que su padre y su madre presentaron los
sacrificios de purificación de acuerdo con esa misma Torah; que celebró
las fiestas judías y acudió al Templo de Jerusalén a orar; que nombró
como apóstoles a doce judíos; que tuvo como parientes sólo a judíos y
que durante años después de su muerte, todos sus discípulos fueron
judíos. Todos y cada uno de esos hechos los conoce usted y no voy a
incidir en ellos. Sí me permito, respetuosamente, señalarle que no puede
aceptarse que alguien que depende de usted jerárquicamente pronuncie
afirmaciones que incriminan injustamente a todo un pueblo, que tuercen
malignamente la realidad histórica y que incluso niegan el drama
espantoso que fue el Holocausto.
No me atreveré yo a señalar la vía que debe usted seguir frente a
este episodio bochornoso, pero creo no incurrir en error ni falta de
respeto al subrayar que, en sus manos, como superior jerárquico, está
que semejante tipo de hechos vergonzosos, que tanto recuerdan a un
pasado terrible que muchos deseamos ver superado, no vuelvan a repetirse
entre el clero de su diócesis.
Más que al ejercicio de su autoridad jerárquica a su dignidad como ser humano, apelo para que así sea. Queda suyo affmo”.