María en los últimos tiempos de la Iglesia – San Luis María Grignión de Montfort
María y los últimos
tiempos
La
salvación del mundo comenzó por medio de María y por medio de Ella debe
consumarse María casi no se manifestó en la primera venida de Jesucristo, a fin
de que los hombres poco instruidos e iluminados aún cerca de la persona de su
Hijo, no se alejaran de la verdad aficionándose demasiado fuerte e
imperfectamente a la Madre, como habría ocurrido seguramente, si Ella hubiera
sido conocida, a causa de los admirables encantos que el Altísimo le había
concedido aún en su exterior. Tan cierto es esto que San Dionisio Areopagita
escribe que cuando la vio, la hubiera tomado por una divinidad, a causa de sus
secretos encantos e incomparable belleza, si la fe en la que se hallaba bien
cimentado no le hubiera enseñado lo contrario.
Pero, en la segunda venida de Jesucristo,
María tiene que ser conocida y puesta de manifiesto por el Espíritu Santo, a
fin de que por Ella Jesucristo sea conocido, amado y servido. Pues ya no valen
los motivos que movieron al Espíritu Santo a ocultar a su Esposa durante su
vida y manifestarla sólo parcialmente aun después de la predicación del
Evangelio.
Dios quiere, pues, revelar y manifestar a
María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos.
a
. porque Ella se ocultó en este mundo y se colocó más baja que el polvo por su
profunda humildad, habiendo alcanzado de Dios, de los Apóstoles y Evangelistas
que no la dieran a conocer.
b.
porque Ella es la obra maestra de las manos de Dios, tanto en el orden de la
gracia como en el de la gloria y El quiere ser glorificado y alabado en la
tierra por los hombres.
c.
porque Ella es la aurora que precede y anuncia al Sol de Justicia, Jesucristo,
y por lo mismo, debe ser conocida y manifestada, si queremos que Jesucristo lo
sea.
d.
porque Ella es el camino por donde vino Jesucristo a nosotros la primera vez y
lo será también cuando venga la segunda, aunque de modo diferente.
e.
porque Ella es el medio seguro y el camino directo e inmaculado para ir a
Jesucristo y hallarlo perfectamente. Por ella deben resplandecer en santidad.
Quien halla a María, halla la vida, es decir, a Jesucristo, que es el Camino,
la Verdad y la Vida. Ahora bien, no se puede hallar a María sino se la busca,
ni buscarla si no se la conoce, pues no se busca ni desea lo que no se conoce.
Es, por tanto, necesario que María sea mejor conocida que nunca, para mayor
conocimiento y gloria de la Santísima Trinidad.
f.
porque María debe resplandecer más que nunca en los últimos tiempos en
misericordia, poder y gracia:
·
en misericordia, para recoger y acoger amorosamente a los pobres pecadores y a
los extraviados que se convertirán y volverán a la Iglesia católica;
·
en poder, contra los enemigos de Dios, los idólatras, cismáticos, mahometanos,
judíos e impíos endurecidos que se rebelarán terriblemente para seducir y hacer
caer, con promesas y amenazas, a cuantos se les opongan,
·
en gracia, finalmente, para animar y sostener a los valientes soldados y fieles
servidores de Jesucristo, que combatirán por los intereses del Señor,
g.
por último, porque María debe ser terrible al diablo y a sus secuaces
"como un ejército en orden de batalla" sobre todo en estos últimos
tiempos, porque el diablo sabiendo que le queda poco tiempo y menos que nunca
para perder a las gentes, redoblará cada día sus esfuerzos y ataques. De hecho,
suscitará a en breve crueles persecuciones y tenderá terribles emboscadas a los
fieles servidores y verdaderos hijos de María, a quienes le cuesta vencer mucho
más que a los demás.
María y la lucha final.
A estas últimas y crueles persecuciones de
Satanás, que aumentarán de día en día hasta que llegue el anticristo, debe
referirse sobre todo aquella primera y célebre predicación y maldición lanzada
por Dios contra la serpiente en el paraíso terrestre. Nos parece oportuno
explicarla aquí, para la gloria de la Santísima Virgen, salvación de sus hijos
y confusión de los demonios:
"Haré que haya enemistad
entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y
la suya,
ésta te pisará la
cabeza
mientras tú te
abalanzarás sobre tu talón".
Dios ha hecho y preparado una sola e
irreconciliable enemistad, que durará y se intensificará hasta el fin. Y es
entre María, su digna Madre, y el diablo; entre los hijos y servidores de la
Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer. De suerte que el enemigo
más terrible que Dios ha suscitado como Satanás es María, su Santísima Madre.
Ya desde el paraíso terrenal aunque María sólo estaba entonces en la mente
divina le inspiró tanto odio contra ese maldito enemigo de Dios, Sea los
ángeles y hombres, sino en cierto modo más que al mismo Dios.
No ya porque la ira, odio y poder divinos no
sean infinitamente mayores que los de la Santísima Virgen, cuyas perfecciones
son limitadas, sino:
a.
porque Satanás, que es tan orgulloso sufre infinitamente más al verse vencido y
castigado por una sencilla y humilde esclava de Dios y la humildad de la Virgen
lo humilla más que el poder divino;
porque Dios ha concedido a María un poder tan
grande contra los demonios que como a pesar suyo se han visto muchas veces
obligados a confesarlo por boca de los posesos tienen más miedo a un solo
suspiro de María a favor de una persona, que a las oraciones de todos los
santos y a una sola amenaza suya contra ellos más que a todos los demás
tormentos.
Lo que Lucifer perdió por orgullo, lo ganó
María con la humildad. Lo que Eva condenó y perdió por desobediencia, lo salvó
María con la obediencia. Eva, al obedecer a la serpiente, se hizo causa de
perdición para sí y para todos sus hijos, entregándolos a Satanás; María, al
permanecer perfectamente fiel a Dios, se convirtió en causa de salvación para
sí y para todos sus hijos y servidores, consagrándolos al Señor.
Dios nos puso solamente una enemistad, sino
enemistades, y no sólo entre María y Lucifer, sino también entre la
descendencia de la Virgen y la del demonio. Es decir: Dios puso enemistades,
antipatías y los odios secretos entre los verdaderos hijos y servidores de la
Santísima. Virgen y los hijos y esclavos del diablo: no pueden amarse ni
entenderse unos a otros.
Los hijos de Belial, los esclavos de Satanás,
los amigos de este mundo de pecado ¡todo viene a ser lo mismo! han perseguido
siempre y perseguirán más que nunca de hoy en adelante a quienes pertenezcan a
la Santísima Virgen, como en otro tiempo Caín y Esaú figuras de los réprobos
persiguieron a sus hermanos Abel y Jacob figuras de los predestinados.
Pero la humilde María triunfará siempre sobre
aquel orgulloso y con victoria tan completa que llegará a aplastarle la cabeza,
donde reside su orgullo. ¡María descubrirá siempre su malicia de serpiente,
manifestará sus tramas infernales, desvanecerá sus planes diabólicos y
defenderá hasta el fin a sus servidores de aquellas garras mortíferas!
El poder de María sobre todos los demonios
resplandecerá, sin embargo, de modo particular en los últimos tiempos, cuando
Satanás pondrá asechanzas a su calcañar, o sea, a sus humildes servidores y
pobres a juicio del mundo; humillados delante de todos; rebajados y oprimidos
como el calcañar respecto de los demás miembros del cuerpo. Pero, en cambio,
serán ricos en gracias y carismas, que María les distribuirá con abundancia,
grandes y elevados en santidad delante de Dios, superiores a cualquier otra
creatura por su celo ardoroso; y tan fuertemente apoyados en el socorro divino
que, con la humildad de su calcañar y unidos a María, aplastarán la cabeza del
demonio y harán triunfar a Jesucristo.
San Luis María Grignion de Montfort - "Tratado de la
Verdadera Devoción a la Santísima Virgen" - Ed.Sagrados Corazones - Las
Heras - Mendoza. 2010. Págs. 27-32
Nacionalismo Católico San Juan Bautista