El párroco Jesús Calvo responde a sus detractores: “Si los judíos manejan al Papa, a mí no”
Javier
Torres Guerrero.- El párroco leonés Jesús Calvo ha salido hoy al paso
de la oleada de críticas e insultos vertidos en su contra por sus
declaraciones en ‘La Ratonera’ sobre el papel de los judíos en la
Alemania anterior a la llegada del nazismo. De entrada, el sacerdote
castellano-leonés reta a sus detractores a que sostengan con él un
debate público, “donde y cuando quieran” sobre el llamado holocausto
nazi y asegura que las duras críticas recibidas no hacen sino
incrementar su ánimo y sus convicciones. “No soy ningún indocumentado
que hable por hablar. Mis fuentes informativas sobre la Alemania de
Hitler son más serias y solventes que las películas de Hollywood. Nadie
logrará callarme ni doblegar mi conciencia, ni siquiera el Papa. Me
mantengo firme en mi compromiso con Dios, con la tradición católica y
con la verdad. Si los judíos manejan al Papa, a mí no”, señaló.
Sobre las afirmaciones del presunto historiador César Vidal, sobre el
judaísmo de Jesús, el Padre Calvo cita algunas de Sus frases bíblicas
(San Juan capítulo 8), en las que califica a los judíos como “hijos del
diablo”, “sepulcros blanqueados” y “raza de víboras”.
Preguntado sobre los insultos recibidos por parte de Isaac Querub,
presidente de la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE),
Jesús Calvo indicó que “a este personajillo le responderé debidamente
durante mi intervención presencial en ‘La Ratonera’ del día 10 de
julio”. Y repuso a continuación: “Un cristiano libre no teme a nada ni a
nadie. De ahí los ataques desaforados contra quienes ejercen algún tipo
de liderazgo espiritual y no rinden obediencia a los impulsores del
nuevo orden mundial ni a los amos de nuestro tiempo. Si Jesucristo
volviera convertido en hombre, lo atacarían con la misma saña”,
enfatizó.
Calvo defendió la libertad de los cristianos para formular sus
propias reflexiones y lamentó la interferencia del sionismo y de la
masonería en la Iglesia actual. Y no sólo del sionismo. “Ellos tienen
acceso a nuestras parroquias y en cambio nosotros no podemos entrar en
sus sinagogas ni en sus mezquitas, porque nos cortarían el cuello. Lo
malo de estos escándalos es que ya no nos escandalizamos, y eso es lo
más grave”. Se refería de esta forma a la presencia de judíos en la
catedral de Buenos Aires durante una liturgia conjunta celebrada con
sacerdotes católicos coincidiendo con el aniversario de la ‘Noche de los
cristales rotos’ que tuvo lugar en Berlín entre el 9 y el 10 de
noviembre de 1938. Durante el citado acto, católicos argentinos
protestaron con rezos contra lo que consideraban un acto herético y una
intromisión de los judíos en la Iglesia. Fueron expulsados de la
catedral bonaerense, mientras que los judíos, negadores en esencia de
Jesús, permanecieron en ella.
Jesús Calvo se mostró asimismo muy crítico con unas recientes
declaraciones del Papa, en las que renunciaba a cualquier pretensión de
convertir a los judíos, lo que a su juicio revela “una actitud
entreguista de la Iglesia con los enemigos de nuestra fe”. “El
Papa ha renunciado a evangelizar a los judíos mientras que Jesús nos
dijo: Id por todo el mundo y predicad a todas las gentes. No a una
nación, ni a un continente, ni a una raza, ya que católico significa
universal y la salvación es universal para todos, porque todos los seres
humanos tenemos la misma naturaleza, las mismas tendencias, las mismas
necesidades. El mensaje de Cristo es útil para todas las razas, para
todos los temperamentos y para todas las naciones. Por tanto, renunciar a
eso es una forma de apostasía”.
En ese mismo contexto, el Padre Calvo agregó: “Éste y
los anteriores Papas fueron íntimos amigos de los judíos. Juan Pablo II
protagonizó una de esas tonterías teatrales tan suyas al introducir
unos papelitos en el muro de las lamentaciones. Son cosas
contradictorias que causan perplejidad a los católicos. Este Papa no
sólo es amigo de los judíos, sino que los llama ‘hermanos separados’. Si
son hermanos, ¿por qué entonces están separados? y si están separados,
¿por qué son hermanos? Es un absurdo propio del modernismo, que consiste
en poner una vela a Dios y otra al diablo. Nadie puede servir a dos
señores”.
“Durante la liturgia del Viernes Santo se pide por la Iglesia, por la
conversión de los infieles y antes se pedía también por la conversión
de los ‘pérfidos judíos”. Han quitado lo de los “pérfidos judíos” y yo
sigo diciendo por la ‘perfiria judía”. Algunos feligreses me preguntan:
‘¿Usted por qué dice eso de la perfiria judía, para que se conviertan
los judíos o para insultarles?’. Les respondo que por las dos cosas”,
manifestó.
En otro momento de la entrevista, el Padre Jesús Calvo cuestionó la
autoridad moral del Papa Francisco I e instó a los católicos a
desobedecerle cuando vaya en contra de los principios tradicionales, que
considera dogmas de fe. “Puede haber un Papado material, cuya elección
haya cumplido todos los requisitos materiales, pero no un Papado moral.
Si ese Papado se aparta de la realidad, no hay que obedecerlo, como ya
dijo Santo Tomás de Aquino. Toda autoridad, llámese civil o
eclesiástica, si no cumple con su deber y atenta contra sus propios
deberes, bien sea por traición, por desinformación, por cobardía o por
diplomacia, pierde la jurisdicción moral y, por consiguiente, no se
puede obedecer lo mal mandado. Ningún Papa puede ir en contra de lo ya
definido”.
Sobre esa misma cuestión, el párroco castellano-leonés aclaró que el
Derecho Canónico contempla la desobediencia al Papa si es en bien de la
Iglesia y se refirió en este sentido a la “falsa excomunión” de monseñor
Lefevre, “por no obedecer ninguna herejía ni lo mal mandado”.
Por último y tras pedir a los católicos que sigan “la tradición de
siempre, las convicciones de siempre y aunque nos digan que dos y dos
con cinco, defender que dos y dos son cuatro, diga lo que diga quien
sea”, el sacerdote y colaborador de AD subrayó que “el elemento humano
no es objeto siempre de absoluta obediencia”. “Ya lo dijo Jesucristo:
‘El que persevere hasta el final, se salvará’. O como dijo San Pedro:
‘ser firmes en la fe’, apostilló.