OSKO: BERGOGLIO, LA MEMORIA, LOS AJOS Y LAS CEBOLLAS… Y LA ABOMINACIÓN DE LA DESOLACIÓN.
¿Cuestión de palabras?
Más bien, nos parece Luteranismo explícito
Bergoglio, la memoria, los ajos y las cebollas…
… y la Abominación de la Desolación
Bergoglio: “Y yo, ¿dónde voy a comer?”
Monseñor Fellay: “¿Cómo? ¿No comemos de nuevo en Santa Marta? ¿Y los ajos y las cebollas?”
Monseñor Williamson: “No importa, Su Santidad, vayamos los tres a comer a lo de Alzheimer, ya que insiste tanto, usted, con lo de la memoria.”
VISTO EN: http://www.zenit.org/es/articles/francisco-en-el-corpus-mi-memoria-del-senor-o-de-las-cebollas
Una muestra más de la heterodoxia de Bergoglio, que se maneja como un verdadero arquetipo de hombre revolucionario; ahora es este discurso (lo llaman homilía), que ha dirigido a un imperturbable auditorio en el día del Corpus Christi.
De
modo que, en medio de una buena cantidad de palabras con las que
aparenta profesar una concepción ortodoxa respecto del más sublime de
los Sacramentos, Bergoglio introduce algunas gotas del habitual veneno
modernista, con el que alimentan a las ignaras masas los jerarcas de la
Iglesia Conciliar.
Ese
veneno podemos encontrarlo perfectamente visible e inconfundible hacia
el final del “discurcete” que pronunció este 19 de Junio.
Así relata zenit.org esa última parte del discurso del usurpador del Trono Petrino:
Francisco
ha invitado a los presentes a preguntarse “y yo, ¿dónde quiero comer?
¿En qué mesa quiero nutrirme? ¿En la mesa del Señor? ¿O sueño con comer
alimentos sabrosos, pero en la esclavitud? ¿Cuál es mi memoria? ¿La del Señor que me salva, o la del ajo y las cebollas de la esclavitud? ¿Con qué memoria sacio mi alma?”
Y
así, el Papa ha exhortado a recuperar la memoria y aprender a reconocer
“el pan falso que engaña y corrompe, porque es fruto del egoísmo, de la
autosuficiencia y del pecado”.
Para
finalizar la homilía, Francisco ha mencionado que dentro de poco, en la
procesión, “seguiremos a Jesús realmente presente en la Eucaristía”.
Por eso ha querido recordar que “la hostia es nuestro maná, mediante el
cual el Señor se da a nosotros”. Con confianza, ha pedido dirigirse a
Jesús pidiéndole: “defiéndenos de las tentaciones del alimento mundano
que nos hace esclavos; purifica nuestra memoria, para que no se quede prisionera en la selectividad egoísta o mundana, sino que sea memoria viva de tu presencia a lo largo de la historia de tu pueblo, memoria que se hace ‘memorial’ de tu gesto de amor redentor”.
Siempre
el lenguaje es ambiguo y poco amigo de utilizar formulaciones de
características tradicionales. Poca profundidad, como siempre, y mucho
de referencias con un trasfondo social.
Como
puede verse, hay una insistencia notable en la utilización de un
término que hemos resaltado nosotros muy a propósito. Ese término es
MEMORIA. Lo reitera CINCO veces; la última de todas ellas en una pequeña
frase: “…memoria que se hace ´memorial´…”
La palabra MEMORIA representa una distorsión, y con “…memorial…” lo confirma.
Pero…
¿cuál es la razón que nos lleva a decir que es en este punto donde
aparece el veneno y la distorsión de la verdadera doctrina respecto del
Santísimo Sacramento del Altar?
Porque
esa es precisamente aquella palabra que la progresía utilizó y utiliza
para degradar el Sacramento y convertirlo en otra cosa, en pos de NEGAR
la fe católica de la Presencia Real de Cristo en la Hostia Consagrada,
sustituyéndola gradualmente por un sentido diferente.
Para
abolir la noción de SACRIFICIO en la Santa Misa, los “doctores”
protestantes enseñan desde tiempos de Lutero (y Lutero mismo enseñaba
esto) que la misa es tan sólo el MEMORIAL de la Muerte del Señor.
Contrariamente,
la Iglesia Católica siempre creyó y enseñó que la Santa Misa ES la
RENOVACIÓN INCRUENTA del SACRIFICIO DE LA CRUZ.
Ahora, dígase si acaso pudiera tratarse de una “casualidad” el uso de la palabra MEMORIA CINCO VECES, y de la palabra MEMORIAL, en el discurso que Bergoglio ha pronunciado en la celebración modernista de la festividad de Corpus Christi.
Que
los imbéciles de siempre se gocen del resto del discurso de este
hereje, que se autodenomina Francisco, reclamando que él mismo pronunció
estas otras palabras:
Francisco ha explicado que Jesús nos da este alimento, es más, “es Él mismo el pan vivo
que da la vida al mundo”. Asimismo, ha recordado que “no es un simple
alimento con el que saciar nuestros cuerpos, como el maná; el Cuerpo de
Cristo es el pan de los últimos tiempos, capaz de dar vida, y vida eterna, porque la sustancia de este pan es Amor”.
Al
respecto, el Pontífice ha observado que en la Eucaristía se comunica el
amor del Señor por nosotros: “un amor tan grande que nos nutre con Sí
mismo, un amor gratuito, siempre a disposición de cualquier persona
hambrienta y necesitada de regenerar las propias fuerzas”. Es por eso,
ha proseguido, que vivir la experiencia de la fe “significa dejarse
nutrir por el Señor y construir la propia existencia no sobre los bienes
materiales, sino sobre la realidad que no perece: los dones de Dios, su
Palabra y su Cuerpo”.
La
herética doctrina de la IMPANACIÓN admite la PRESENCIA REAL… a su
manera; es importante retener que luteranos y conciliares modernistas
pueden hablar de Presencia Real sin menoscabo de sus respectivas falsas
creencias.
Bergoglio,
la Iglesia Conciliar, son lo que podemos ver en este episodio, y que
debemos trasladar a todo lo que actúan los jerarcas de dicha Falsa
Iglesia. No hay contradicción en Bergoglio.
Pero, se nos dice intentando refutarnos: “Francisco
hace una mención explícita a la PRESENCIA REAL, entonces, ¡está
predicando la Verdadera Doctrina Católica sobre ese augusto sacramento…!
En efecto, ZENIT.ORG dice que Francisco afirma (y lo reiteramos aquí): “Para
finalizar la homilía, Francisco ha mencionado que dentro de poco, en la
procesión, ´seguiremos a Jesús realmente presente en la Eucaristía´.”
Ya dijimos que un modernista puede hablar de Presencia Real, pero los luteranos también lo hacen.
Este ambiguo lenguaje (que abunda en pan y nada dice de SACRIFICIO ni de DIVINIDAD) suprime la Presencia Substancial de Cristo en el altar.
¡Claro!…, ni altar tiene; ni lo menciona Bergoglio, si apenas tiene una MESA.
Si no hay ALTAR, no hay SACRIFICIO.
Ergo…, EL SACRIFICIO PERPETUO fue abolido.
Por
supuesto, no fue Bergoglio quien lo aboliera; claro que no. Eso lo hizo
Montini. A Bergoglio le toca hoy mantener ese statu quo, como antes que
él lo hicieran sus tres predecesores. Bergoglio es solamente un
continuador de la obra.
En todo esto estamos desde hace ya décadas, unas CINCO décadas, nada menos.
Y
decimos que “no solamente” lo hace por su afán ecumenista, sino que lo
que ha logrado es ABOLIR EL SACRIFICIO PERPETUO Y SUSTITUIRLO POR LA
ABOMINACIÓN DE LA DESOLACIÓN.
Dicha abolición está profetizada.
San Mateo 24, 15: “Cuando veáis pues la abominación de la desolación, predicha por el profeta Daniel…”
Daniel 11, 31-32 (Según la versión de Torres Amat, Traducción de la Vulgata Latina): “Y
los brazos de los prevaricadores estarán de su parte y contaminarán el
Santuario de la Fortaleza; y quitarán el sacrificio perenne y
sustituirán la abominación de la desolación. Y los prevaricadores del
testamento usarán de fraudulento disimulo; mas el pueblo el cual
reconoce a su Dios se mantendrá firme y obrará según la ley.”
Daniel 11, 31-32 (Según la versión de Straubinger): “Sus
tropas vendrán y profanarán el Santuario de la Fortaleza; harán cesar
el sacrificio perpetuo y pondrán allí la abominación del devastador. Por
medio de halagos inducirá a la apostasía a los violadores de la
alianza, pero el pueblo que conoce a su Dios se mantendrá firme y
activo.”
Un Nuevo parte de Guerra
El
modernismo (no solamente por sus afanes ecumenistas que procuran
UNIFICAR a los cristianos a como dé lugar) diluye de ese modo el sentido
SACRIFICIAL de la misa e introduce una “teología sacramental”
protestante, luterana, que niega la Presencia Real y Substancial de
Cristo en las formas consagradas; y que profesa la doctrina de la
“IMPANACIÓN”, según la cual Cristo se hace presente de una manera más
bien “espiritual” y “simbólica” en las especies sacramentales y NO por
virtud de la transubstanciación, gracias al poder sacerdotal de
consagrarlas por medio de las palabras sacramentales sino, por “LA FE DE
LOS PRESENTES”.
Esto, que puede verse perfectamente en las asambleas luteranas, también esta eficientemente logrado en el Novus Ordo Misae.
En
tal sentido, nada casual es aquello del sacerdote vuelto hacia el
pueblo (de quien es necesaria su participación para obtener la
IMPANACIÓN, por medio de su “fe”), como así tampoco la supresión de
ciertas y determinadas genuflexiones del sacerdote, la desaprensión del
mismo en la manipulación de las especies de pan y de vino LUEGO de la
“consagración” modernista; el cambio en la fórmula de consagración (el
“por todos los hombres” en lugar del “por muchos”) y en la oración que
inmediatamente después de la supuesta consagración pronuncia TODA la
asamblea: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección; ven Señor
Jesús”, que en las “misas” Novus Ordo, se dice… ¡¡¡inmediatamente de
efectuada la supuesta consagración!!! (Cuando Jesús debería estar
EFECTIVAMENTE PRESENTE en el altar, lo cual implica una clara NEGACIÓN
de la Presencia Real y Substancial, y, además, inevitablemente produce
en quienes presencian ese momento una DILUSIÓN de la Fe en dicha
Presencia Real y Substancial, y por lo tanto en la realidad efectiva del
Sacramento, porque, se está reclamando la venida de quien está,
supuestamente, presente Real y Substancialmente).
¿Cuestión de palabras? No parece.
El
uso de los términos que hacen los Líderes Mundiales nunca es casual.
Por el contrario, se remiten siempre a una cuidadosa planificación.
Guerra religiosa; guerra doctrinal; guerra semántica. En definitiva, todo es Guerra Revolucionaria.
La
Revolución, cuyas manifestaciones más fácilmente perceptibles son los
disparos y cañonazos, las bombas, los piquetes en las calles, la
destrucción de Palacios o centros gubernamentales o la quema de
Iglesias, tiene también otras maneras de expresarse y llevarse a cabo.
Una,
y no la menos importante, es la guerra doctrinal. La tergiversación, el
cambio, la mutación en el ámbito del pensamiento humano.
Implantar
una Evolución del Dogma (para nada homogénea, claro), propiciando un
cambio constante, una adecuación a los tiempos que corren o
“aggiornamiento”; una mutación que cambia las substancias, también es
Guerra Revolucionaria.
Todo ello puesto al servicio del dios Humanidad, por supuesto.
En
el caso que nos ocupa, podemos ver como se procura acercar dos
concepciones opuestas y antagónicas, cuales son la Teología Católica
respecto del Santísimo Sacramento del Altar y la burda y herética
interpretación propiciada por el luteranismo, también conocida como
doctrina de la “impanación”, que degrada y disuelve el Sagrado Misterio
de la Transubstanciación.
San
Mateo 24, 15: “Cuando veáis pues, la abominación de la desolación,
predicha por el profeta Daniel, instalada en el lugar santo –el que lea
entienda- entonces los que estén en Judea huyan a las montañas; quien se
encuentre en la terraza, no baje a recoger las cosas de la casa, quien
se encuentre en el campo, no vuelva atrás para tomar su manto. ¡Ay de
las que estén encintas y de las que críen en aquel tiempo! Rogad, pues,
para que vuestra huida no acontezca en invierno ni en día de sábado.
Porque habrá, entonces, grande tribulación, cual no la hubo desde el
principio del mundo hasta ahora, ni la habrá más.”
“Y
si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvará; mas por razón
de los elegidos serán acortados esos días. Si entonces os dicen: “Ved,
el Cristo está aquí o allá”, no lo creáis. Porque surgirán falsos
cristos y falsos profetas, y harán cosas estupendas y prodigios, hasta
el punto de desviar si fuera posible, aun a los elegidos. ¡Mirad que os
lo he predicho!
Apéndice
IMPANACIÓN LUTERANA
Contra
el riesgo de entender la Santa Cena como un mero símbolo y como
sacramento meramente conmemorativo tal como lo entendían Zwinglio y
Calvino, Lutero afirma que en la Santa Cena se realiza un proceso de “consustanciación”; no en el sentido de que el pan y el vino se transformen (transustanciación) en cuerpo y sangre de Cristo, sino en el de que Cristo establece su residencia en el pan y en el vino.
La “consubstanciación”,
o sea, la presencia real, corpórea, del Cuerpo y Sangre de Cristo en la
celebración de la Cena del Señor, en, con y bajo las substancias de pan
y vino, en una unión que no es hipostática, ni de mezcla, ni de
inclusión local, sino enteramente trascendente y misteriosa.
Lutero
consideraba la Eucaristía desde la perspectiva cristológica de la
encarnación y, por tanto, de la íntima unión entre las dos naturalezas. Admitía así una consustanciación: cuerpo y sangre de Cristo presentes junto con las sustancias de pan y vino.
A Lutero se le hacía duro admitir el “cambio” de sustancia (transubstanciación) y prefería hablar de coincidencia o doble existencia (consustanciación o impanación).
En
pocas palabras Lutero enseñó que la Eucaristía o Cena del Señor es la
presencia real de Cristo en las especies de pan y vino, y a diferencia
de la Iglesia Católica, él decía que el pan y vino no cambian de
sustancia, sino que, con las especies de pan y vino se coexisten el
Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Las
sectas que continúan las enseñanzas de Lutero creen en la
«consustanciación», es decir, Cristo está presente únicamente por la fe
en el pan y el vino durante el momento de la ceremonia, pero no al
terminar la misma.