lunes, 1 de diciembre de 2014

Prontuarios UN PRÓCER PERONISTA

  Prontuarios

UN PRÓCER PERONISTA
  
UN CURRICULUM LLAMATIVO
 
Acá trataremos de un personaje ilustre: José Luis Manzano, alias “Chupete”, y más familiarmente, “Cototo”.
  Mucho más joven que yo (nacido en 1956), comprovinciano mío (nadie es perfecto), se destacó como Ministro de Interior del presidente Carlos Menem (1991-1992). En un corto lapso, con el auxilio de su edecán el “Chueco” Masson, se hizo célebre en el gran público por sus afanes administrativos. Ímproba labor que —dicen— lo llevó a pronunciar una frase de antología: “Yo robo para la corona” (mito de la corrupción menemista).
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  Antes de eso había brillado en la Cámara de Diputados de la Nación (1983-1991). Había integrado el ala “reformista” del peronismo (que, como es sabido, tiene alas de todos los colores, como una mariposa), con Antonio Cafiero, pero, siempre ágil, pronto se registró en el libro de pases en el equipo del por entonces patilludo y riojano candidato presidencial. Como parlamentario había adquirido fama por su proyecto de declarar el 11 de octubre como el “Último día de la Liberación de América Latina”. Pensé entonces que él encabezaría la protesta mapuche. Sin embargo, la mención a Vespucci (“América”) y al Lazio, cuna de la romanidad (“Latina”), descartaba la relación con “los pueblos originarios” (para llamarlos de algún modo).
  Por otra parte, me acordé que los indios (la gente que vivía detrás del Islam, según los europeos) no tenían rótulo para designar el continente donde vivían. “Chupete”: ¿sería italiano? ¡No! Si no en vez de Manzano, sería “Melo”…, pero la duda me quedó. En lo que sí estaba firme era en su “liberacionismo”. En la década de 1980 a 1990 presidió en Mendoza las diversas comisiones de auxilio a los chilenos castristas que, por fuerza mayor, se exiliaban tras los Andes. “Cototo” era un médico joven, insigne luchador por los derechos humanos de los marxistas en apuros. Siendo diputado consiguió para su esposa de otrora, una maestra, un préstamo hipotecario, de bajísimo interés, de esos que otorgaba otro joven político que prometía mucho, el platense Carlos Raimundi (que de alfonsinista ha pasado a kirchnerista, de la Coordinadora a La Cámpora, y que en 1994 fue becado por el Consejo Británico para investigar en Inglaterra), que dio que hablar a los mal pensados.
  Bien. Pero aquello había pasado a la historia. En 1993 ya era un snob que se vestía con un “enterito” anaranjado y se operaba las nalgas para levantárselas un poco. Con los dinerillos ahorrados durante su gestión menemista se autoexilió, no en Cuba —como alguien hubiera supuesto— sino en los Estados Unidos. Allí permaneció dos años (1991-1993), intensa e intelectualmente proficuos. Se inscribió en la Universidad de La Jolla, próxima a San Diego, en California, y después en la de Georgetown, de los jesuitas, en Washington. ¿Qué hacía “Chupete” en una de las universidades más caras de USA y en un selecto instituto clerical…? No se sabe bien qué es lo que había estudiado. Lo cierto es que en esos am-bientes obtuvo muy buenas conexiones económicas, que desembocaron en Florida —“flórida”, dicen los bobos que se acoplan a la pronunciación anglosajona, ignorando que Hernando Soto la bautizó así por la Pascua Florida de Resurrección—. En “flórida” —por esa época paraíso del “déme dos” de los turistas argentinos, aquellos que decían “Ver Orlando y después morir”— se asoció con Jorge Mas Canosa, líder de los cubanos escapados del edén antillano. De nuevo, los mal pensados, dijeron que más que con los cubanos fue con los colombianos con quienes trabó amistad “Chupete”.
  Lo cierto es que, añorando el dulce de leche, el mate amargo y el choripán, retornó a la Argentina. Volvió al país, pero no a la política partidaria. Ahora, en 1994, Manzano se convirtió en “empresario”. Al principio, con cierta timidez. Se asoció con Daniel Vila —¡gran valor!— en el “Grupo Uno”, cadena que ha llegado a contar con cuarenta medios de comunicación, y en su colateral, el “Supercanal”.
  Empero, Manzano era un socio oculto de Vila. También comenzó a comprar viñas en su Tupungato natal (hoy posee 1.533 hectáreas plantadas, en una zona donde cien hectáreas sobran para vivir con holgura). En los mentideros de aquel tiempo de “asomo”, diríamos, se comentaba el caso de un sujeto que había servido de “palo blanco” a “Chupete”, y que al divorciarse, pícara, la mujer le exigía la mitad de la plantación. Pues, la fulana habría recibido la visita de dos matones que, junto con unos pocos pesos, le dieron un adelanto de lo que le podría suceder si insistía en su extorsión. En fin, era un período de oscuridad, que por suerte, pronto se superó.
  Después, Manzano constituyó el Grupo Vitivinícola de Tupungato, con su bodega “Altus”, que elabora un millón de litros. Inauguró el restaurante “La Tupiña”, en Guatallary. En Mendoza se hizo socio de la compañía eléctrica estatal EDEMSA, al tiempo que intervenía con “Andina S.A.” en “Hidroeléctrica Ameghino” en Chubut. Participaba en la firma Ketsal y Kilwer; y su sociedad con Vila se hacía cargo de “América TV”. Esta actividad mediática ha sido excelente, pues ha contribuido a borrar acusaciones infundadas, como la de haber recibido coimas en la así llamada “tangente italiana”. De vuelta me asaltó la pregunta: ¿sería italiano Manzano?
  De mata en mata y de salto en salto, nuestro empresario —que, ¡ojo! nunca ha dejado de ser peronista, es decir, se dedica a “combatir al capital”— se lanzó al campo petrolífero. A ese efecto, constituyó “Andes Energía”, en el 2007, con otros socios (su abogado Jorge Aidar Bestene, Luis Nofal y Alfredo Vila).
  Tal el llamativo “curriculum” empresarial del antiguo militante de izquierda.
 
  MATANDO VACAS EN LONDRES 
  
Acerca de “Andes Energía” escriben en la revista “Noticias”, de Buenos Aires (15 de marzo de 2014, pág. 31) que es una compañía pública que “cotiza en la bolsa de Londres y con la que se presentaron a licitación en México. También tienen presencia en Colombia, Paraguay, Venezuela y Argentina”. En total, facturó el año pasado 1.490 millones de pesos. Tienen además el 10 % de Metrogás. “Teníamos una opción de compra por el 51 %, pero el Estado tenía un derecho de preferencia. Se la terminó quedando YPF por un valor muy bajo”, explica.
  Pero el negocio alcanzó para acercar a José Luis Manzano otra vez al poder. Fue Sebastián Eskenazi, ex CEO de YPF, el que lo invitó a un acto de la petrolera. Allí se produjo el encuentro con Cristina, pocos meses después de la muerte de Néstor. “Fue muy emotivo, se abrazaron y le dio sus condolencias. Ellos tenían una vieja relación de cuando José Luis era ministro del Interior. Cristina le pidió verlo, que fuera a Olivos a hablar”, relata Vila. “Desde entonces, Manzano fue un invitado de lujo en distintos actos oficiales, siempre en primera fila después de años de ostracismo por ser considerado un emblema menemista”.
  Menemista-kirchnerista. Son minucias. Manzano no es ya más un simple partidócrata; él es un empresario de “status” internacional. Eso es sabido. No cabe, pues, asombrarse con sus actividades.
  Sin embargo, el 6 de marzo del corriente año, leí en un diario de Mendoza, algo que me pasmó. Era una recensión de un artículo de la revista londinense “Bloomberg Markets”, titulado “Argentina oil´s bonanza helping too few led by political friends” (“La bonanza argentina del petróleo ayuda a unos pocos amigos políticos”). Allí se señala que una empresa titulada “Ragusa” se ha quedado con treinta y tres concesiones petrolíferas en la Argentina. Aseguró a Bloomberg Germán Ranfil, quien desde hace quince años acompaña a Manzano en sus diversos emprendimientos. También, Ranfil es: “el artífice de los acuerdos firmados con YPF por los cuales Andes no pone un centavo de inversión y obtiene ganancias, si YPF encuentra petróleo. El cerebro detrás de la conformación de Andes Energía y la obtención de nuestras concesiones es Manzano, dice Ranfil, quien ahora es gerente financiero de Andes, en el artículo de la revista”.
  Resulta que la empresa “Ragusa” estaba en quiebra, Manzano la compró barata, pagando con acciones de Andes. Continúa informando Ranfil. Así dice que:
  “Andes ha firmado acuerdos con YPF para desarrollar 15 de sus 33 áreas. En todos sus acuerdos, Andes pone sus campos, YPF la inversión inicial y Andes le devuelve el 30 por ciento de la inversión con el petróleo que se obtenga, sólo si se obtiene petróleo. Manzano es líder de uno de los siete grupos de ex funcionarios y miembros del partido gobernante peronista que han ganado un pedazo de las riquezas energéticas del país”, informa Bloomberg.
  La palabra “leonino”: ¿algo tendrá que ver con lo antes descrito?
  Anota la revista Bloomberg Markets otro problema conexo:
  “Los acuerdos entre YPF y las empresas controladas por Manzano, luego compradas por Andes (Kilwer y Ketsal, entre otras) fueron en su mayoría firmados en 2011, cuando YPF era controlada por Repsol y su CEO era Sebastián Eskenazi. El titular de YPF, Miguel Galuccio, quien no revisó los contratos, declinó hacer comentarios para el artículo, según la revista.
“También con Kilwer y Ketsal se adjudicó la explotación y comercialización por veinticinco años de potenciales áreas petroleras en la provincia de Córdoba.
“Manzano declinó repetidos pedidos de entrevista de Bloomberg pero habló a través de su abogado Dominic Crossley, un socio del estudio jurídico Collyer Bristow, con sede en Londres, asegura que Manzano ha visitado a todos los presidentes de los últimos treinta años, incluidos Néstor y Cristina Kirchner. Y revela que su cliente se ha reunido con Galuccio”.
  La revista británica, pasa a considerar otras cuestiones vinculadas al negocio de Manzano, especialmente referidas al área de Vaca Muerta:
  “Entre otras concesiones, Andes tiene derecho para explorar en 860 km2 dos áreas de Vaca Muerta. Sus acciones en la bolsa de Londres casi se triplicaron, saltando de 22 libras a 70 en diciembre pasado, cuando anunció que su acuerdo con YPF para desarrollar Chachauén, Mendoza, comenzaba a mostrar resultados prometedores. Ayer cerraron a 62 libras”.
  Bloomberg Markets en su muy extenso artículo, se ocupa de otros casos de negocios petrolíferos, que también son “amigos del poder”. Por ejemplo, el de Daniel Peralta (ex integrante del directorio del Banco Central) y su esposa Laura, quienes compraron una empresa Delta, en quiebra, para trabajar áreas en Salta. Este asunto terminó muy mal. En noviembre de 2012, en su casa de Arizona los Peralta fueron hallados muertos. “Peralta mató a su esposa y luego se suicidó” (“Los Andes”, 6 de marzo de 2014, p. A-3).
  Es de esperar, que “Chupete” Manzano y su actual esposa, Teresa Jordán, no se vean enfrentados a situaciones como las que vivieron los Peralta.
  Bien. La crónica de la revista londinense, con escasísima difusión en el país, es la que nos ha movido a redactar esta nota.
  Antes de terminar, queremos asentar un “mea culpa” personal. Varios amigos nos decían que Manzano se llamaba “Apfelbaum”, porque era judío. Yo lo negaba, porque, decía, este sujeto era hijo de un hombre humilde de Tupungato. Pues, resulta que ahora abro Wikipedia [es.wikypedia.org/wiki/ Jose_Luis_Manzano_(empresario)], y leo: “Manzano, José Luis; religión: judía”. Perdón por haber estado engañado.
  De todas maneras, ahí queda la silueta de este prócer peronista. Hay que ir pensando en la estatua (tal vez para ponerla en el lugar donde estaba la de Colón, por aquello del “11 de octubre”). Eso sí, frente a la futura avenida Néstor Kirchner (ex Paseo Colón y Leandro N. Alem).
   
Enrique Díaz Araujo