Megalomanía: narcisistas con delirios de grandeza
(Nacionalismo Católico NGNP)
Cuando la forma de ser de una persona está influida por un concepto grandioso de sí mismo, una autoestima alta que les lleva a sesgar, alterar o filtrar la realidad.
La megalomanía está asociada al poder. Julio César, Napoleón o Hitler son personajes históricos a los que se les ha atribuido rasgos megalómanos y narcisistas que les impulsaron a conquistar el mundo.
¿Qué es la megalomanía?
Los psiquiatras y los psicólogos distinguen entre:
- Rasgos o trastorno de personalidad megalomaniáca: Cuando la forma de ser de una persona está influida por un concepto grandioso de sí mismo, una autoestima alta que les lleva a sesgar, alterar o filtrar la realidad. En general, están satisfechos con su forma de ser. Sin embargo, con tratamiento pueden llegar a darse cuenta de esta alteración.
- Trastorno delirante megalomaniáco: Cuando una persona, en un momento de su vida y durante al menos un mes, se ve inmersa en un delirio y se ve alguien único, grandioso. Dentro de ese delirio, existe un corte abrupto con la realidad objetiva. Para estos individuos, su visión de sí mismos y de la realidad es la única posible. La inflexibilidad para reconocer otro tipo de realidad, es muy marcada.
Para
el psicólogo José Serrano, del gabinete Área Humana, mientras los
rasgos megalomaníacos forman parte de una personalidad conformada desde
la infancia y que se desarrolla plenamente en la edad adulta, el
trastorno delirante aparece en un momento dado.
Laura Ruiz, psiquiatra en los centros médicos Milenium Sanitas y en el centro Área Humana, explica que en
el trastorno megalomaníaco aparecen ideas delirantes, como creerse dios
o un profeta, por ejemplo. Siempre fuera de la realidad y con una idea
fija difícil de revocar.
Por otro lado, los
rasgos megalomaníacos son más frecuentes en la sociedad como parte de
los trastornos de personalidad que “pueden pasar desapercibidos en
puestos de más capacidad o de más poder, en personas relevantes”.
No es oro todo lo que reluce
Las personas con rasgos megalómanos “creen
que tienen una capacidad mayor de la que realmente tienen y eso hace
que puedan llegar a puestos de poder o de más influencia. Además,
socialmente están bien vistos y valorados, pero no son empáticos”, apunta la psiquiatra.
Sin embargo, aunque muestren mucho aplomo y seguridad en sí mismos, cuando se hace un análisis en profundidad de su personalidad se
detecta que pueden ser individuos con muchas carencias y con un
sentimiento de inferioridad o vacío desde los primeros vínculos con los
padres.
“En
los narcisistas se ha estudiado que las relaciones con los padres son
de muy poca afectividad positiva. Los padres, o no están presentes, o no
son capaces de darse cuenta de las necesidades del niño, quien tiene que mostrar una imagen de sí mismo grandiosa para que el padre lo vea, se fije”, señala Laura Ruiz.
Aunque
cada personalidad se conforma en función de su biología y del
aprendizaje familiar, en la mayoría de los casos se describe el
narcisismo en personas seguras, que incluso quedan por encima de los
demás, con éxito social, con afán de notoriedad, indica.
“Pero
también -apunta la doctora- aparecen comportamientos narcisistas en
personas que aparentemente son más sumisas pero que se hacen
imprescindibles de cara a los demás, que están por vocación al lado de
los demás, ofrecen la imagen de “yo soy la buena”.
Megalomanía asociada a otros trastornos
La
megalomanía puede estar asociada tanto al complejo de superioridad como
al de inferioridad. “El individuo puede pasar de un estado de
exaltación a sentirse humillado, avergonzado. Florece esa parte
escondida que coincide con la baja autoestima o inferioridad. Conviven
las dos personalidades, vive una dicotomía, por eso es un trastorno”.
Pero también
la megalomanía se considera un síntoma o la expresión de trastornos de
personalidad como el narcisismo, la psicopatología o trastorno social o
el histriónico, trastorno este último
que lleva al individuo a necesitar reconocimiento continuo y ser el
centro de atención, además de presentar rasgos dramáticos, susceptibles,
emocionales que rayan en la extravagancia.
Aparece asimismo en el trastorno bipolar y
en los trastornos delirantes crónicos como aquella mujer, por ejemplo,
que cree que un personaje televisivo está enamorado de ella, comenta la
psiquiatra.
El tratamiento
El
psicólogo José Serrano pone de ejemplo de megalómano a Frank Abagnale,
un personaje real interpretado por Leonardo DiCaprio en “Atrápame si
puedes”, quien antes de cumplir los 20 años ya había ganado millones de
dólares trasgrediendo todas las normas guiado por su ansía de
grandiosidad.
“Si
alguien tiene afán de ser superior a los demás suele decantarse por
profesiones como la Medicina, la política, funcionarios de alto rango…
Se da en los dos sexos pero se expresa de forma distinta: el hombre a
través del poder, la mujer por la seducción”, subraya por su parte la
doctora.
Un
trastorno difícil de diagnosticar porque no es el perfil de persona que
suele sentarse en el sofá del psicólogo o del psiquiatra. No suelen
considerar que tienen un problema.
“El
tratamiento psicológico iría dirigido a hacerle ver que esas creencias
de grandeza son falsas. Intentar derribar la pared de lo que el percibe y
en lo que cree para hacerle ver que es falso”,
manifiesta el psicólogo, mientras que la psiquiatra recomienda un
tratamiento combinado psicológico y farmacológico, con neurolépticos,
que ayudan a rebajar la intensidad de la idea delirante.
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