EL CRETINISMO GENERALIZADO, HE AHÍ LA CAUSA
La causa profunda y dominante de nuestra decadencia nacional,
que en los últimos años se ha hecho degenerativa, es el cretinismo de
los argentinos. ¿Cuándo empezó esa degeneración? Es difícil fijar una
fecha inicial porque nunca nos hemos destacado por nuestra inteligencia
social, pero adoptando un signo inequívoco de incapacidad mental podemos
decir que el encumbramiento de Perón como jefe del Estado y de un
partido de inferiores sin que hubiera habido una reacción suficiente en
sus presumibles opositores, ese puede tomarse como punto de iniciación
de la epidemia intelectual del cretinismo inmoral que continúa hasta la
fecha.
Hay un libro olvidado pero que debería releerse, "La incógnita del hombre" de Alexis Carrel, un médico que fue premio Nobel en 1912. Era además un brillante pensador que a los 26 años viajó al santuario de Lourdes como descreído para estudiar los milagros que allí ocurrían y al comprobar la indudable veracidad de la curación de una enferma casi moribunda y desahuciada, María Ferrand, volvió al catolicismo que había perdido.
Hay un libro olvidado pero que debería releerse, "La incógnita del hombre" de Alexis Carrel, un médico que fue premio Nobel en 1912. Era además un brillante pensador que a los 26 años viajó al santuario de Lourdes como descreído para estudiar los milagros que allí ocurrían y al comprobar la indudable veracidad de la curación de una enferma casi moribunda y desahuciada, María Ferrand, volvió al catolicismo que había perdido.
Hubo un tiempo en que los hombres fueron fieles a Nuestro Señor Jesucristo, el Dios-Hombre, y a las enseñanza de la Iglesia Católica, Su Cuerpo Místico, y aunque el campo propio de ésta era la salvación de las almas por obra de la gracia de Dios, sabía más sobre todo el hombre y su vida en esta tierra que cualquiera de los modernos hombres de ciencia. Santo Tomás de Aquino (siglo XIII) en la "Suma Teológica" (Prima Secundae) enseña lo que es el hombre con una profundidad y amplitud tal que ninguno de los tan celebrados pensadores modernos ha conseguido jamás alcanzar. Es claro que el hombre actual, perdida la fe y la buena doctrina ha quedado sumido en una ignorancia presuntuosa y desesperada.
Alexis Carrel explica en su libro cómo hoy en día se han conseguido curar muchas enfermedades físicas pero al no haber podido descubrir qué es el hombre no sólo en su cuerpo sino también y principalmente por su alma, éste ha quedado indefenso frente a las enfermedades mentales y nerviosas y, como consecuencia de ello, éstas han aumentado enormemente. Dice que en ciertos Estados "la cantidad de locos internados en los asilos supera el de todos los otros enfermos hospitalizados: Junto con la locura, el desequilibrio nervioso acentúa su frecuencia. Este es uno de los factores más activos en la desdicha de los individuos y de la destrucción de las familias. Puede ser que este deterioro mental sea más peligroso para la civilización que las enfermedades infecciosas, de las cuales, sin embargo, la medicina y la higiene se han ocupado exclusivamente." (Op.cit. edición francesa Plon, Paris, 1935, pag. 22).
Lo mismo ocurre con la educación. ¿Cómo podrían formarse hombres de verdad cuando los "educadores" no saben qué es un hombre ni cuál es su destino final? A causa de eso, dice Carrel que a pesar de las enormes sumas gastadas en "educación", "no se ha conseguido elevar el nivel intelectual y moral" de los pueblos. "Puede preguntarse si no es frecuente una especie de antagonismo entre su desarrollo físico y su desarrollo intelectual" (Op. cit. pag. 23).
Esto ha sido causado deliberadamente por el laicismo engendrado por las ideas en que se basan las democracias surgidas de la revolución francesa. En el caso de la argentina, la ley 1420 de educación laica obligatoria ha hecho más para fomentar el cretinismo de los argentinos, que una enfermedad mental epidémica. La ignorancia de las verdades de la Fe, que son las únicas capaces de orientar al hombre en medio de las vicisitudes de la vida, es general en el pueblo argentino y cada vez son más evidentes las consecuencias nefastas de ese obscurecimiento mental. Si a eso le agregamos la actual embestida de los nefastos planes de educación sexual obligatoria, en pocos años más al cretinismo deberemos agregarle una inmoralidad desvergonzada en la que los homosexuales tendrán la voz cantante.
A causa de esto, el hombre actual -y el argentino con agravantes- "se caracteriza...por un estado de debilidad mental que le hace sufrir de manera profunda la influencia del medio en que se encuentra" (ibidem) ¡Y eso que en los años 30 en que Carrel escribió este libro no existia la televisión! Ahora, con ese instrumento de idiotización en pleno funcionamiento y en manos de individuos como Tinelli, Grondona (finito) y Mauro Viale, puede imaginarse hasta qué punto ha aumentado la influencia del cretinismo sobre los débiles mentales producidos por la modernidad.
Consecuentemente, si estamos en una democracia donde el que decide quién habrá de gobernar es el "pueblo soberano" (mentira aceptada por todos los que no quieren ver el poder de la "mano invisible" de las fuerzas secretas, dueñas de todos los instrumentos del fraude capaz de fabricar decisiones atribuidas a ese pueblo), podemos garantizar que la siguiente afirmación de Carrel es de una veracidad irrefutable:
"Se puede decir que la civilización moderna es incapaz de producir una élite dotada a la vez de imaginación, de inteligencia y de coraje" (ibidem). En la lista de pueblos incapaces de producir esa élite, los argentinos ocupamos uno de los primeros lugares porque está comprobado que sólo hemos sido capaces de crear una "dirigencia" corrupta e inepta, uno de cuyos más representativos integrantes es Macri poseedor de inmensa necedad, deshonestidad, injusticia, inmoralidad y pereza. Los mismos dígase de sus pretendidos "opositores", que son sus cómplices" en realidad. Basta recordar los prontuarios y las caras de los aspirantes a reemplazarlo en la Presidencia para comprobar la tesis carreliana. Me refiero a la ex-usurpadora CFK, a Massa, a Solá, Lavagna, Urtubey, etc. que no resisten el menor análisis. ¡Pero ese análisis no existe ni puede existir en un pueblo enfermo de cretinismo, especialmente en sus camadas superiores!
Sin embargo, el instinto de conservación no ha desaparecido del todo en todos. Seguimos teniendo necesidad de seguridad personal y no podemos dejar de advertir, aunque más no sea en medio de la nebulosa de nuestras mentes enfermas, que es imposible de conseguirla en estas circunstancias y por eso, una enorme desconfianza del futuro nos abruma, aunque no queremos reconocerla. "Frecuentemente -dice Carrel- aquellos que son capaces de reflexionar son desdichados" (ibidem pag. 21), porque se dan cuenta de esta fatalidad que nos aplasta.
Por eso los argentinos que todavía no están del todo aquejados de cretinismo, prefieren no reflexionar y se suman a la epidemia general. Porque reflexionar les hace ver su desgracia insoluble y les parece preferible apagar en sí toda chispa de lucidez y dejar que las cosas sigan empeorando, antes que sufrir las consecuencias de pensar. Si esos desdichados tuvieran confianza en Dios y se decidieran a luchar para mantenerse fieles a su bautismo y a su dignidad humana, las cosas podrían cambiar. ¿Por qué no hacemos la prueba?
Cosme Beccar Varela