Un gobierno en reversa. Por Miguel De Lorenzo
Es difícil encontrar una resolución de Macri, de la que no se haya arrepentido a las pocas horas.
Es un presidente de súbitos 
arrepentimientos, o de débiles convicciones. Un presidente que formulada
 una propuesta no puede sostenerla más allá de la primera marcha de 
trescientos tipos en la calle pidiendo lo contrario.
Es más una tristeza, que un preidente.
Ha ido y venido con propuestas de leyes y
 decretos, los ha hecho y deshecho y contrahecho de acuerdo a las más 
suave brisa que soplara en sentido contario.
Pero lo que resulta incomprensible, 
donde caen todas las explicaciones, lo verdaderamente  inentendible es 
que un tipo sin convicciones, sin ideas propias por la que luchar, haya 
querido ser presidente.
Ser presidente implica un para qué, y 
por más que intentamos, no encontramos el para qué de Macri presidente y
 los crudos datos de la realidad señalan que él tampoco lo sabe.
Un grupo de abortistas frente al 
Congreso bastó para que diera marcha atrás con la nominanción de Alfredo
 Vítolo a la CIDH. Su aliada (¿?) Carrió, que lo maneja con dos 
piolines, lo arrastra una vez más, dentro de su propio desvarío,  y lo 
lleva a rechazar la postulación del Vítolo.
A un abogado calificado, con sobrados 
méritos académicos, se le retira la nominación oficial para el cargo. 
 Se lo culpa de defender la vida. La culpa inaceptable no es sino la de 
oponerse al aborto. Donde la realidad se vuelve completamente absurda, 
es aquel punto en el que Macri dice estar en contra del aborto…
A este presidente sin para qué, lo 
acompañan, con muy escasas excepciones, ministros y secretarios y 
legisladores con abundancia de para nada, buenos para nada.

