lunes, 18 de febrero de 2019

Diáspora kirchnerista y el fin del silencio de los cómplices





Diáspora kirchnerista y el fin del silencio de los cómplices






El contador de los Kirchner es detenido en Río Gallegos – Foto: OPI Santa Cruz/Francisco Muñoz
11:30 – (Por Rubén Lasagno) – La degradación que opera en la omertá kirchnerista detenida, es producto de la desconfianza y el desamparo en el cual quedaron aquellos que como López, Manzanares, Campillo o Pochetti, solo por mencionar algunos de los más importantes “arrepentidos” en las múltiples causas de corrupción K, están perdiendo la paciencia y recuperando la voz, intentando “salvar las pilchas”, aún cuando hablar de los delitos que cometieron sus jefes, es como escupir para arriba.
Era obvio (y lo marcamos en su oportunidad) que tanto Manzanares como Campillo no iban a soportar la presión carcelaria. Más aún cuando su  jefa y los involucrados en la cadena de mando de la cleptocracia K se ponen a salvo con sus fueros y como si fuera poco, la hoy senadora y su hijo pretenden ingresar en la política a la multimillonaria Florencia, para revestirla de impunidad, gracias a la vergonzosa interpretación de los fueros que hacen políticos y jueces o la “teoría Pichetto”, nacida para encubrir a delincuentes como CFK o Menem y los que seguramente ingresarán en los próximos años.


Lo que no pueden regular los Kirchner es la lengua bípeda de quienes sienten que los dejaron solos, aguantando todo el peso y responsabilidad de sus acciones, las cuales, más allá de los beneficios económicos inmensos obtenidos, los dejó fuera del juego, socialmente marginados, con sus familias en algunos casos destruidas y en otros avergonzadas y embargados por varias generaciones.




Pero es el precio. Desde el lado de los jefes de la banda, pagan el precio de haber abierto el juego a tantos actores lo cual les impide manejarlo a través de la presión y la amenaza, más aún cuando ya no detentan el poder. Desde el lado de los cómplices, el precio es la devolución en cuotas de todo lo que se llevaron, la “dolce vita” la cual vivieron como propia pensando que nunca se iba a acabar y la impensable cárcel que finalmente los atrapó. Tal vez producto de una mala evaluación de los daños, todos ellos nunca tuvieron como opción pagar los platos rotos. Hoy, todos se quedaron sin vajilla y tratan de reconstruir con sus arrepentimientos lo que puedan salvar para seguir adelante; sin embargo hay una sensación: no creo que digan todo lo que realmente saben y es tarea de jueces y fiscales no quedarse con las “notas de color” y el anecdotario de la vida junto a los Kirchner, sino exigirles realmente una confesión expresa, concreta y comprobada de los delitos cometidos por orden de la familia que cogobernó la Argentina por 12 años.
Día a día se advierte que inversamente proporcional a la visibilización de los delitos de los Kirchner y su banda durante la década pasada en las múltiples causas que rondan a todos los integrantes de los últimos tres gobiernos, se alejan (disimuladamente y sin hacerlo público) quienes están asociados políticamente al sector contaminado por la corrupción pasada, aún cuando las encuestas pagas junto con el gobierno nacional, difunden que CFK posee un 28 o 30%, lo cual es absolutamente irrelevante a la hora de que cada ciudadano decida poner el voto en la urna en el mes de octubre.
¿Será el fin del silencio?, si es así lo que está por venir es la debacle total de la Omertá. Resta menos de un año para que los jueces destapen totalmente la cloaca de la corrupción K. Los escenarios después de octubre son claros y precisos: si el peronismo gana, todo será dilapidado, los esfuerzos por la verdad sepultados y los tránsfugas liberados. Si gana un candidato no peronista o reelige Macri, el kirchnerismo comenzará a disolverse rápidamente y la jefa de la banda ya no tendrá retorno de su caída en desgracia. El único destino que le espera es la cárcel. (Agencia OPI Santa Cruz)