Clero homosexual: ¿Llegamos al fondo?
Enviado por Moderador el Sáb, 02/23/2019 - 18:41.
A medida que emerge el "lobby gay" Francisco queda más al descubierto
Podría ser
una pregunta retórica, pero no lo es. Tal vez pueda ser una pregunta
inútil, según como se enfoque el ejercicio de respuesta. En todo caso,
la respuesta sería una simple conjetura, aunque el motivo más
interesante para formularla es analizar –hacer algunas consideraciones
sobre- la velocidad a la se presentan los hechos y la estrategia del “Francis team”
para ganar tiempo y asegurar una sucesión de su paladar. Es decir,
estirar este colapso para buscar una transformación definitiva de
ciertas estructuras a las cuales muchos seguirán considerando la Iglesia
Católica “renovada”. Sin embargo, seguir adelante les está costando
superar crisis cada vez más profundas.
Recientemente
reflexionábamos sobre las consecuencias de la renuncia de Benedicto, un
papa que sobrevolaba sobre un mar de corrupción moral, financiera y
naturalmente, doctrinal. Algunos de los problemas que intentó atacar
fueron la causa de su abdicación, y cada vez resulta más evidente que al
tocar en serio el tema del “lobby gay” la sobrecarga eléctrica fue fulminante.
Francisco, fruto de ese coup d’Etat,
se presentó como el papa que venía a barrer la corrupción. Quienes han
seguido sus pasos ya saben que ha sido una figura chinesca para
entretener a las masas y a algunos ingenuos a quienes suponíamos más
despiertos. En estos meses, desde su visita a Chile, Irlanda y con la
publicación de los desastres morales que afloran en todas partes,
curiosamente siempre relacionados con conocidos, protegidos o
favorecedores de Francisco, su posición se ha vuelto sumamente delicada.
Tal el caso de la impresionante protección que brindó a Mons.
Zanchetta, ex obispo de Orán, Salta, cuyos detalles se pueden conocer en este artículo.
Documentos que alertan
Ya
hemos comentado los documentos del Card. Müller y de Mons. Schneider. A
poco se conoció la declaración conjunta de los Card. Burke y
Brandmüller, firmantes supérstites de las dubia sobre Amoris Laetitia.
De Burke podemos decir que ha pasado del comentario –apreciable pero
insuficiente- de estos terribles hechos doctrinales y disciplinarios, a
rubricar una frase que, de ser consecuentes, esconde o anticipa una
promesa: “Es urgente un acto resolutorio”. Puede verse en el vínculo la declaración completa en traducción de Settimo Cielo. Estos dos venerables cardenales hablan de “actuar”. ¿En qué consistirían ese o esos actos?
Se
puede presumir que un “acto resolutorio” no será una mera reclamación a
Francisco para que haga algo. Por el contrario, todo el documento
parece indicar que la esperanza de que el Papa se corrija se ha
desdibujado completamente. Otros deben realizar ese acto. Otros con
autoridad emanada de Dios. Es decir, cardenales y obispos.
Estas
declaraciones, más sonoras, fueron acompañadas por otras personalidades
menos conocidas. Simultáneamente otros obispos en Alemania, Suiza,
Polonia, EE.UU. hacen saber que hay un desvío intolerable de la Tradición (notemos
que aparece la palabra, tantas veces esquivada para no quedar “pegados”
a los tradicionalistas). La inquietud en el clero llano es enorme,
aunque sean una minoría muy significativa los sacerdotes que ya no
soportan esta situación. Y sabemos por vías directas e indirectas que no
pocos obispos están muy angustiados por lo que está pasando. Por ahora
son un rebaño sin pastor.
El acto resolutorio urgente
¿será darle pastor al rebaño? Lo que podría resumirse en acciones tales
como una declaración de “resistencia” a ciertas afirmaciones,
documentos o resoluciones de Francisco. O un llamado a la retractación
seguido de una declaración de censura eclesiástica (anatema) sobre sus
dichos o sobre su persona. Y así, podemos imaginar fácilmente, se podría
llegar a decisiones extremas, más allá, inclusive, de las expectativas
de los iniciadores de esta protesta. Porque estas acciones pueden llegar
más lejos de lo que se prevé por fuerza de una feligresía embravecida,
traicionada y un clero que necesita orientación.
Los
actos resolutorios que se vienen proponiendo difieren, más allá de lo
que esté en la mente de los cardenales, que no conocems. Algunos
insisten en declarar nula la elección de Francisco porque Benedicto habría sido depuesto bajo amenazas y no abdicado por voluntad propia. Benedicto ayudaría mucho si declarara que esto fue así,
pero dice lo contrario. Según sus palabras, su acto fue voluntario,
aunque inventó un nuevo tipo de papado diárquico, al que los teólogos
respetados consideran completamente novedoso. Que en términos teológicos
significa “heterodoxo”. Otros opinan que hay que censurar a Francisco
por el delito de herejía y deponerlo.
Muchos
desean una rápida acción de la Providencia para que el problema se
solucione solo, pero la secta que maneja el Vaticano y consiguientemente
las estructuras formales de la Iglesia ya tiene asegurados sus
cardenales para el cónclave, incluyendo al Camarlengo, Card. Farrell,
discípulo dilecto de McCarrick -reducido al estado laical días atrás-.
Pero McCarrick no es solo un perverso encumbrado, es una figura central en el juego del poder mundial,
fuertemente respaldado por Soros y sus estructuras hipermillonarias.
Frecuente invitado a la cumbre de Davos y artífice del pacto
sino-vaticano por el cual Francisco entregó a la heroica Iglesia china a
manos de los comunistas de la “iglesia patriótica”. Si algo no le va a
faltar al Tío Ted será casa, comida ni viáticos para continuar su obra.
Ni sucesores.
Lo cual pone al Card. Burke y a su colega alemán Brandmüller en una coyuntura compleja. ¿Qué pueden hacer resolutivamente sin sufrir un destino parecido al de Mons. Lefebvre?
Seguramente
la Providencia de Dios ha elegido un camino que nos va a sorprender.
Meramente a modo de ejercicio pensemos en un Cónclave dividido, o, si el acto resolutorio urgente no tiene la facilidad de contar con la sede vacante, un acto de apariencia cismática: una lefebvrización. Lo reconocemos papa pero no obedecemos salvo en las cosas en que no se opongan a la Tradición y Doctrina de la Iglesia.
Interesante perspectiva que podría hacer concurrir a muchas fuerzas de
distinto origen, curadas ya de la centenaria papolatría del siglo XX, y
crear un polo de resistencia capaz de hacer número en un cónclave o de
realizar otro, en caso de fraude o privación de los derechos de los
cardenales que se unan a este movimiento.
Algunos
dirán que esto crearía una confusión extrema. Ante esta reserva podría
argumentarse que, por el contrario, daría un horizonte a los católicos
que están ya en extrema confusión. En un sentido amplio, católicos de
Novus Ordo, de Misa Tradicional y hasta lefebvristas. En su momento, la
FSSPX ha sostenido y estimo que sostiene que se podría colaborar con un
papa que, pese a no estar completamente libre de los errores modernos,
tuviese la intención de hacer bien a la Iglesia y dejar a los
tradicionalistas en libertad de acción. Pensemos que un cambio de esta
magnitud necesitaría de la re-formación (en dos sentidos de la palabra)
de muchísimos miembros del clero y otro tanto de los fieles, en su
conducta y en los conceptos básicos de la doctrina y la liturgia que
ahora desconocen, en parte sin culpa.
El laicado en armas
Usando
la antipática palabra “laicado” me refiero a los fieles que no forman
parte de la jerarquía, no a los que tienen una ideología laicista. Pues
bien, de entre ellos y con una gama de posiciones muy llamativa, vemos
coincidir a periodistas, publicaciones, instituciones, movimientos,
figuras de la cultura católica, dirigentes... En las conferencias de
prensa a propósito de la “cumbre contra los abusos” periodistas como
Edward Pentin y Sandro Magister causaron enorme incomodidad a los
panelistas organizadores del encuentro con preguntas muy sencillas.
Mons. Scicluna, el Card. Cupich y otros titubearon notablemente al ver
que la prensa no le haría las cosas fáciles. Hubo manifestaciones
públicas y declaraciones conjuntas. Esto, digamos así, por derecha.
Por izquierda tampoco ha sido del todo complaciente la prensa liberal. Reclama “transparencia”, quieren explicaciones sobre casos como el del íntimo amigo de Francisco, Mons. Zanchetta, antes aludido.
Este personaje huyó de su diócesis por acoso sexual a los seminaristas y
malversación de bienes. Y aterrizó cuatro meses después como
funcionario de una de las organizaciones vaticanas que manejan más
dinero. En un cargo creado para él. Es difícil de explicar, tanto
como porqué Mons. Colombo, ex obispo de Orán, Mons. Cargnello, obispo
de Salta, el Card. Primado, Mons. Poli, y el nuncio apostólico en ese
momento, Mons. Tscherrig, todos al tanto en detalle de la situación de
Zanchetta, mantuvieron un cauto silencio durante años. Esto no lo
digiere ni siquiera la prensa liberal un poco más seria. Tal vez porque
Francisco, para dar muestra de sus preferencias por Zanchetta, durante
este período de gracia, además de conseguirle trabajo lo alojó en Santa
Marta, su propia residencia.
Sodoma
Para
colmo de males, una organización notablemente bien financiada decidió
lanzar a la venta en simultáneo en ocho idiomas y veinte países, en los
días de esta cumbre, el libro “Sodoma”, del activista Francés Frèdèric Martel,
militante LGBT que tiene como nota de honor en su prontuario el haber
conseguido legalizar primero las uniones y luego el pseudo-matrimonios
de personas del mismo sexo en Francia, mediante campañas dirigidas por
él.
No es difícil imaginar de dónde sale el dinero, cuantioso, para promover de tal manera un libro que reclama ser una investigación de cuatro años en el corazón mismo del Vaticano,
avalada por algunos funcionarios notoriamente homosexuales, como Mons.
Ricca, de infausta memoria en el Uruguay, de quien se pueden conocer
antecedentes aquí y aquí.
Pero este plan se organizó en la era pre-Zanchetta. Y se lanzó en medio
de la tormenta por este y otros nombramientos, como el del citado Card.
Camarlengo (es decir, el funcionario a cargo de la Iglesia durante la
Sede Vacante y organizador del Cónclave), Mons. Kevin Farrell,
cercanísimo a McCarrick. El miércoles nombraron a uno, el sábado
defenestraron al otro. Otra grave falta de transparencia, de tacto y difícil de justificar.
Se
ha instalado ya en un número importante y poderoso de medios
tradicionales y conservadores un estado de alerta general. ¡Esto no va
más! Con su correspondiente contraparte en el bajo y medio clero y un
creciente número de cardenales. Las jornadas de Roma han actuado como
acelerador del proceso, recalentado los humores, extremado las
urgencias.
Por
momentos la pregunta del comienzo parece tener un asomo de respuesta.
Quizás hayamos llegado al fondo y Francisco esté en el corredor de la
muerte. Porque sus mandantes lo van a sostener en la medida en que sirva
a sus propósitos, por más astuto que sea –lo es- y hábil para
reconvertir situaciones desfavorables en salidas decorosas ante el
juicio del mundo. Mas cada pirueta dialéctica que realiza deja nuevos
muertos, heridos y descreídos.
¿Qué llegará primero, el fondo o el aplastamiento por la presión exterior?
