Toda la verdad sobre la Reconquista, que para nada fue "insidiosa"
La Reconquista fue
un momento crucial de la Historia de España: por primera vez un país
expulsaba a los ocupantes islámicos. Ahí nació la España que luego se
proyectaría al mundo. Hoy, el masoquismo progresista pretende cubrir
aquel episodio con el oprobio y la vergüenza. José Javier Esparza lo
rescata. La revista francesa Nouvelle revue d´Histoire ha entrevistado
al autor de ´La gesta española´ sobre la Reconquista. Sin mitos y sin
complejos. Cosas que todos deberíamos saber.
- Escuchando y leyendo los principales medios de comunicación
españoles uno acaba convenciéndose que ninguna de las grandes hazañas de
España han sobrevivido a la leyenda negra. Importantísimos
acontecimientos como la Reconquista o el descubrimiento de América se
califican a menudo de actos de intolerancia, xenofobia, racismo o
atentados a la dignidad humana.
Numerosos historiadores callan, otros
siguen la moda. Impera el odio a lo hispánico en nombre del
multiculturalismo, de las ideologías indigenistas y de la islamofilia.
El estudio riguroso y desinteresado de los principales hechos de la
Historia de España sin instrumentalizaciones partidarias de uno u otro
signo se vuelve más difícil? ¿Por qué surgió este nuevo brote de
sectarismo en su país?
- Es una larga historia, que arranca de finales del siglo XIX y ha
ido conociendo sucesivos avatares hasta hoy. El último impulso al odio
español hacia sí mismo procede los pasados años sesenta y setenta y
tiene un origen claro: frente a un régimen como el de Franco, que
reivindicaba –de forma muy primaria- la historia de España, la
izquierda, incapaz de presentar una oposición eficaz en el interior del
país, reaccionó fabricando un discurso de execración de lo español. Si
lo español era franquista, entonces, para ser antiframquista, había que
ser antiespañol. Ahora bien, ser antifranquista podía tener un sentido
(tanto como la posición contraria), pero ser antiespañol por principio
era simplemente suicida. Sin embargo, esa es actualmente la posición de
buena parte del poder cultural en España. Es una patología nacional.
- ¿Que ocurrió exactamente a principios del siglo VIII? ¿Cómo pudo ser ocupada España por la invasión mora?
- Lo que ocurrió es que el reino visigodo conoció una guerra civil.
Uno de los bandos llamó en su socorro a los musulmanes del otro lado
del Estrecho de Gibraltar. Éstos decidieron la guerra, en efecto, pero,
además, se quedaron aquí, lo cual no estaba en el contrato. La situación
de descomposición del orden godo facilitó la sucesión de elites: una
elite goda fue sustituida por otra musulmana. Muchos nobles godos se
islamizaron, particularmente en el valle del Ebro; otros lo perdieron
todo o marcharon al norte, fuera del dominio islámico. Así empezó todo.
- ¿Es el rey Don Pelayo, iniciador de la Reconquista, una figura real o un personaje de leyenda que nunca existió?
- Hay demasiadas fuentes históricas convergentes como para dudar de
la existencia real de Pelayo. Sabemos que era espatario (una suerte de
guardia de corps) del rey Rodrigo (uno de los pretendientes del trono
hispanogodo), que combatió en la decisiva batalla de Guadalete (que
perdió) y que huyó al norte, a Asturias, probablemente pasando antes por
Toledo, capital histórica del reino. Los sucesos de su vida familiar
son igualmente conocidos. La leyenda posterior ha magnificado algunos
hechos, incluida la crucial batalla de Covadonga, pero lo sustancial es
cierto: Pelayo existió, era un noble godo, se refugió en Asturias y allí
emprendió una guerra de resistencia, primero como caudillo de los
astures (cuando el trono de España, como se ha dicho, no era más que una
silla de montar), y después agrupando a más pueblos del norte. Él, por
cierto, nunca fue propiamente rey: sus descendientes recogieron su
herencia y con ella crearon el reino de Asturias.
- ¿Fue rápida y fácil la expansión islámica por la Península o hubo resistencia religiosa y social contra el Islam?
- El tópico dice que fue fácil. En realidad, no lo fue. Es verdad
que la sucesión de la elite goda por la elite mora fue muy rápida (entre
otras cosas, por la conversión al islam de muchos nobles godos), y cabe
pensar que la población no habría resistido gran cosa si la invasión se
hubiera limitado a un cambio de elites en el poder. Pero el Islam
quería imponer su religión, traía un orden propio, y eso lo cambiaba
todo. La resistencia fue, sobre todo, religiosa: son los mártires, cuya
huella encontramos en la Córdoba y el Toledo del siglo IX o en la Ceuta
del siglo XIII; lo avanzado de la fecha demuestra hasta qué punto los
españoles se resistieron a la islamización. En cuanto al término
"expansión por la península", hay que hacer una precisión: buena parte
del cuarto noroccidental de la península quedó sin ocupar; sujeto, sí, a
la presión militar islámica, pero sin un dominio moro efectivo.
- ¿Era Al-Andalus un territorio pacífico, de convivencia tolerante entre las religiones?
- Al-Andalus nunca fue un territorio pacífico. El poder islámico
conoció numerosas conmociones internas. De hecho, la historia de la
España andalusí puede contarse como una sucesión de invasiones
africanas, cada vez más fundamentalistas, que penetraban en la península
al calor del propio caos del sistema. Hubo también, por supuesto,
etapas de gran esplendor. Pero, por así decirlo, cada vez que Al-Andalus
se relajaba, se civilizaba, se europeizaba, venía una nueva conmoción
política, una nueva disgregación y una nueva invasión fundamentalista.
Entre las tres religiones presentes en aquel mundo -cristiana, musulmana
y judía- nunca hubo convivencia tolerante. Sólo se toleró la existencia
de cristianos y judíos subordinados al Islam. Y esto, por otro lado,
con mayor o menor intensidad según los lugares y los periodos, porque la
España islámica no fue un mundo uniforme. Los cristianos fueron
perseguidos, frecuentemente a muerte; los judíos también. Hay un ejemplo
notable: el de una familia judía andalusí donde el padre llegó a
general de los ejércitos y el hijo, por el contrario, fue asesinado en
un pogrom de los musulmanes contra los judíos. La fuga de cristianos
mozárabes (los que vivían bajo el Islam) hacia el norte fue constante;
los judíos también pasaron continuamente la frontera, sobre todo a
partir del siglo XI, porque en los reinos cristianos vivían más libres.
La imagen de un Al-Andalus tolerante y convivencial es una construcción
posterior, del siglo XIX.
- ¿Cómo se hizo la Reconquista? ¿Fue sólo cosa de caballeros y
soldados o involucró todo el pueblo? ¿Como se explica que después de
liberar la mitad de la Península en solo 200 años se tardó más de cinco
siglos para rescatar el resto del territorio?
- La reconquista fue, sobre todo, cosa del pueblo, especialmente en
los primeros siglos, y eso es lo más portentoso del fenómeno. Los reyes
auspician la progresiva toma de tierras al sur, pero quienes la
ejecutan son familias de campesinos que han descubierto en el Valle del
Duero una oportunidad para sus propias vidas; esa gente tiene que
garantizar al mismo tiempo su supervivencia económica y su supervivencia
militar, lo cual irá configurando una mentalidad de campesino-soldado
muy singular. En el este, en el Valle del Ebro, las cosas irán de otra
manera: era un área más urbanizada desde los tiempos de Roma, donde la
estructura de poder estaba mucho más organizada, de manera que no era
tan fácil ocupar espacios; la monarquía carolingia pilotará la
configuración de una “marca” protectora sobre la base de condados
independientes, los cuales, por su parte, llevarán directamente la
conquista de nuevos espacios hacia el sur, normalmente bajo la dirección
de nobles guerreros.
El hecho de que la reconquista se detuviera hacia el siglo XI
parece obedecer sobre todo a razones demográficas: el norte peninsular
estaba mucho menos poblado que el sur. Lo más impresionante de todo el
proceso quizá es esto: cuando los moros parecen resurgir y pasan a fuego
las tierras cristianas, los cristianos, una y otra vez, vuelven a
ocupar los territorios desolados para convertirlos nuevamente en
frontera militar. Aparece entonces una situación realmente sorprendente:
los reinos cristianos, antes sometidos, se convierten en pequeñas
potencias militares, y los reinos moros, ya desintegrado el califato,
dejan de ser la potencia dominante. Surge el sistema de las “parias”,
que era un tributo que los reinos moros, ricos pero débiles, pagaban a
los cristianos, pobres pero belicosos. Al-Andalus conocerá momentos de
ocasional resurrección, pero, en general, el sistema cambiará poco hasta
el final de la reconquista.
- ¿Cómo reaccionaron los moros ante la importancia religiosa y
cultural que llegó a tener en toda Europa aquel remoto rincón de España
llamado Santiago? ¿Cuál era el sentido de la invocación de Santiago como
auxilio de los españoles en las batallas, invocación muy famosa en la
época de los Tercios españoles y que perduró hasta hoy?
- El hallazgo de la tumba del apóstol Santiago tuvo un eco enorme
en toda la cristiandad, y particularmente en la Francia carolingia. A
partir del siglo IX se convirtió en foco para toda Europa. Por supuesto,
los moros lo sabían: Almanzor no descansará hasta arrasar en el año 977
la capital jacobea. Pero eso no detendrá el culto; se construye una
nueva catedral y la peregrinación a Santiago de Compostela seguirá
siendo un rito fundamental de la cristiandad europea.
En cuanto al sentido de la invocación jacobea en la historia
militar de España, parece remontarse a mediados del siglo IX, cuando la
tradición hace aparecer al apóstol, sobre un caballo blanco y espada en
mano, arremetiendo contra los moros en la batalla de Clavijo. De
entonces data la figura de Santiago Matamoros, que representa al santo
cabalgando sobre las cabezas de los sarracenos vencidos; es una imagen
que hoy tiende a ser censurada en nombre de la “multiculturalidad”. De
entonces data también el grito de guerra “Santiago y cierra, España”,
donde “cierra” significa “acomete”, “ataca”. El santo fue convertido en
patrón de España en los siglos medievales y como tal recibía veneración
en la época de los Reyes Católicos, aunque no tanto por sus virtudes
militares como por ser, según la tradición, el primer apóstol de España.
Hoy sigue siendo patrón, aunque su culto tiende a quedar difuminado
para la España oficial. El arma de Caballería, no obstante, mantiene la
invocación “Santiago y cierra, España” en su himno.
- El Cid Campeador ¿es historia o leyenda?
- El Cid es historia transformada después en leyenda (gracias,
entre otros, al francés Corneille). Se llamaba Rodrigo Díaz de Vivar,
nació hacia 1043 en una aldea de Burgos, en el norte de Castilla, hijo
de una familia de la nobleza militar. Se crió en la corte del Rey
castellano, fue armado caballero con 17 ó 18 años y destacó muy pronto
como un guerrero excepcional. Enemistado con la Corona, fue desterrado y
creó su propia hueste, a cuya cabeza combatió al servicio de señores
moros y también de señores cristianos, aunque sus mayores servicios los
prestó a la Cruz al detener la invasión almorávide. Murió hacia 1099.
Después, su vida se convirtió en objeto de un cantar de gesta que a
partir del siglo XIII le elevó al rango de héroe popular y nacional.
- Los historiadores revisionistas de la Reconquista acostumbran
decir que los reyes cristianos pasaban más tiempo peleando entre sí que
contra los moros. ¿Es esto verdad?
- La verdad es mucho más complicada: los cristianos peleaban entre
sí, los moros peleaban entre sí, reyes cristianos se aliaban con reyes
moros para combatir a otros moros o a otros cristianos… Hay que tener en
cuenta que a partir del siglo XI la península vive un periodo de gran
fragmentación del poder tanto en el norte cristiano como en el sur
musulmán. Por otro lado, los españoles parecen pensar que los reinos
moros de taifas, ya muy hispanizados, no eran propiamente un enemigo
exterior. Por el contrario, cada vez que aparezca en el horizonte una
invasión africana, realmente exterior, todos los reinos cristianos harán
causa común, lo mismo frente a los almorávides en el siglo XI como
frente a los almohades en el siglo XIII. El hecho es que, en ese camino,
la tendencia será siempre la progresiva expansión de la cristiandad
hacia el sur y, al mismo tiempo, la progresiva unificación de los reinos
cristianos frente al moro.
- ¿Por qué la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, fue fundamental en la historia de España y de Europa?
- Fue fundamental por lo que toda Europa se jugaba: detener la
última gran invasión africana en occidente. Los almohades, una secta
guerrera fundamentalista del sur de Marruecos, habían conseguido reunir
bajo su liderazgo a todos los pueblos del norte de África, habían pasado
a la península y se habían hecho con el poder en Al-Andalus; tenían la
potencia militar, política y económica suficiente para romper la
frontera, que en ese momento estaba situada en Sierra Morena, al norte
de Andalucía, y desparramarse de nuevo por la meseta castellana. Tan
obvia era la amenaza que al rey castellano no le costó obtener del Papa
Inocencio III la proclamación de cruzada, y así, en 1212, se reunieron
millares de europeos –alemanes, bretones, lombardos, provenzales…- para
frenar a los almohades en España. Aunque la mayoría de los europeos
resistieron mal las condiciones extremas del combate, una buena porción
de caballeros provenzales permaneció junto a las tropas de los reinos
españoles y compartió la gloria de la victoria. Después de las Navas de
Tolosa, nunca más una invasión musulmana volvería a amenazar el suelo
europeo por occidente.
- Unos pocos miles de hombres al mando de Roger de Flor,
aquellos famosos Almogávares, tropas de choque de la Corona de Aragón
constituidas por pastores de las sierras ibéricas, consiguieron retrasar
casi un siglo y medio la muerte de Bizancio. ¿Cómo pudo ser esto?
- Es sencillamente inverosímil y, sin embargo, ocurrió. Los
almogávares eran una suerte de tropa de elite de los ejércitos
cristianos en la reconquista, tanto aragoneses como castellanos, y
esencialmente de infantería. Una gente singular: vivían permanentemente
en el frente de guerra, con sus familias, y su existencia consistía en
atacar sin descanso las líneas enemigas, infiltrarse tras ellas y
sobrevivir con lo que capturaban al enemigo. Cuando el Reino de Aragón
llegó hasta su límite sur de expansión en la península, los almogávares
(la palabra viene del árabe al-mugavar, que significa “los que
provocan confusión”) fueron empleados en el nuevo horizonte de la Corona
aragonesa, que fue la expansión por el mediterráneo. Después de
conquistar Sicilia y Nápoles, acudieron a la llamada del emperador de
Bizancio, amenazado por los turcos. Era 1302. La mera idea de viajar a
Bizancio para pelear contra el inmenso ejército turco era perfectamente
demencial, pero ese era exactamente el carácter almogávar. Su jefe,
Roger de Flor (en realidad, Roger von Blum, hijo de un halconero de
Federico II Hohenstauffen, criado con los templarios y viejo templario
él mismo), aceptó el reto y embarcó hacia Constantinopla con 4.500
hombres. Llegará a haber 7.000 almogávares en la península de Anatolia.
Su gesta es asombrosa: destrozaron a los ejércitos turcos en Cízico, en
toda la costa mediterránea, al pie del monte Tauro… Traicionados por los
propios bizantinos, masacran a éstos en Galípoli, pasan a Grecia y
constituyen un ducado propio en Tesalia, donde mantendrían su presencia
durante un siglo.
- ¿Por qué los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando
de Aragón, fueron dos figuras absolutamente decisivas de la historia de
España?
- Por su labor unificadora y modernizadora: bajo su reinado se
culmina la Reconquista y se incorpora Navarra, se codifica la lengua
castellana moderna, se unifica la religión del país con la expulsión de
los judíos, se diseña un sistema de poder post feudal reconociendo
fueros (derechos) a las ciudades más que a los nobles, se crean
instituciones de ámbito ya propiamente nacional y se afronta la empresa
americana. Fue un proceso consciente: tanto Fernando como Isabel
compartían las ideas de la época acerca de la “república cristiana”. Con
los Reyes Católicos nace la España moderna.
- ¿Qué supuso la conquista de Granada el 2 de enero de 1492?¿Qué eco tuvo en Europa?
Los españoles, por lo general, ignoran que la toma de Granada fue
celebrada en casi todas las capitales europeas, desde Roma hasta
Londres. En la mentalidad de la época, vino a ser la culminación exitosa
de la cruzada más larga. Para la historia de España fue crucial, porque
supuso devolver a la península la unidad que tuvo con Roma. Y para la
historia de Europa, significó confinar al Islam al otro lado del
estrecho de Gibraltar.
- Numerosos historiadores explican la decisión política de los
Reyes Católicos de lanzarse al descubrimiento de América por su ambición
de riqueza o su voluntad de poder. Otros insisten en la obsesión de
Isabel, respaldada por Fernando, que era prolongar la Reconquista,
convertirla en Cruzada y devolver el norte África al espacio
mediterráneo original - romano y cristiano-. Añaden que para eso les
hacía falta dinero, oro, que para eso necesitaban nuevas rutas hacia las
Indias y que para eso financiaron la aventura de Colon. ¿Usted qué
opina?
- Todo eso es verdad, pero no es toda la verdad. La cuestión clave
es por qué los Reyes deciden proseguir la aventura una vez se ha
constatado que aquello no son las Indias. Aquí es crucial el elemento
religioso, la vocación evangelizadora. Sin ese elemento no se entiende
nada de la Historia de España hasta el siglo XVIII. Se buscaba un paso
al mundo conocido; se descubrió un mundo desconocido; se decidió plantar
allí la cruz.
- Otro acontecimiento decisivo para la cristiandad y para
Europa fue la batalla de Lepanto que detuvo la amenaza del Imperio
otomano en 1571. ¿Por qué tuvo tan enorme trascendencia aquella batalla?
- Porque los turcos, que ya habían puesto sitio a Viena, estaban a
punto de desembarcar en Italia, para gran angustia del Papa, que pidió
ayuda a todas las cortes europeas. Ese desembarco habría convertido el
Mediterráneo en un mar interior musulmán, habría deshecho Europa y
habría golpeado decisivamente a la cristiandad. La Historia nunca será
suficientemente severa con la Corona francesa, que no quiso ver el
peligro. Finalmente fue España, con la Santa Sede, Venecia y Génova,
quien asumió la responsabilidad. La batalla de Lepanto quebró el poder
naval turco, salvó la hegemonía europea en el continente y detuvo la
marcha del islam hacia el oeste.
- Dos de los episodios más polémicos de la historia de España
son la expulsión de los judíos, dictada por los Reyes Católicos en 1492 y
la de los moriscos decidida en 1609 por Felipe III. Para unos fueron
gestos de intolerancia que además lesionaron de manera irreversible la
prosperidad de la sociedad española. Para otros fueron frutos
inevitables de la hostilidad popular y pasos decisivos en la unificación
tanto religiosa como política del país. ¿Fueron decisiones arbitrarias
de un poder despótico y racista o obedecieron a autenticas motivaciones
políticas, religiosas y sociales? ¿Cuantos judíos y moriscos se
expulsaron y por qué?
- Son dos procesos distintos, que obedecieron a causas diferentes.
La expulsión de los judíos ha de inscribirse en el proceso de
unificación religiosa de España: el problema no era tanto la existencia
de judíos observantes como la supuesta influencia de éstos sobre los
judíos que se habían convertido al cristianismo; se argüía que la
influencia de los judíos les impedía abrazar una conversión plena. Es
interesante ver que los promotores de la expulsión fueron, en gran
medida, cristianos nuevos, es decir, judíos conversos. La hostilidad
popular hizo el resto. También es interesante recordar que la
Universidad de la Sorbona felicitó a los Reyes por la medida. La
expulsión afectó a un máximo de 100.000 personas, según los cálculos más
recientes.
En cuanto a la expulsión de los moriscos –musulmanes que habían
permanecido en España después de 1492-, su contexto es el temor a que la
presencia de una fuerte minoría musulmana en España sirviera de
trampolín a los turcos para atacar la península. Las violentas revueltas
de las Alpujarras, donde bandas de moriscos sembraron el terror hacia
1568-1571, confirmaron los temores. Esas bandas (¡de hasta 25.000
insurrectos!) estaban siendo apoyadas con dinero argelino y turco. Hizo
falta una campaña militar en toda regla para sofocarla. Aún así, no se
decretó la expulsión de los moriscos, sino su traslado a otros lugares
de España. La expulsión llegó más tarde, al comprobar que era imposible
la integración política de las comunidades moriscas. La cifra de
expulsados pudo ascender a 275.000 personas.
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