Hugo Rafael Chávez
Por Carlos Manuel Acuña
En fuentes diplomáticas directamente vinculadas con la política latinoamericana, se informó que el dictador venezolano Hugo Chávez murió anteayer en La Habana pero que la noticia oficial sólo será reconocida dentro de un plazo determinado por la compleja situación interna del país. A ello responde la insistente convocatoria a la unidad formulada desde hace unas horas por el derrotado candidato opositor Hernán Capriles, quien posee un gran caudal electoral que obviamente puso en juego.
El caso es que al no poder asumir el candidato triunfante de una elección presidencial después de los 30 días de su victoria, habrá que llamar a nuevos comicios. Nicolás Maduro aspira a ser el heredero de Chávez pero Capriles -quien no es de derecha precisamente- podría salir victorioso. Esto es una parte de lo que está en juego.
Capriles, un social demócrata, sería lógicamente más prudente que el inventor del socialismo del siglo 21 pero lograría tanto el apoyo d la izquierda moderada como del centro y la derecha que aspiran a sacarse de encima las tensiones de una conducción desmedida y arbitraria- y también la política económica que competía con la Argentina en términos inflacionarios pero con una economía basada casi exclusivamente en un petróleo de calidad dudosa por la gran cantidad de azufre que contiene.
Esto no impide que en los denostados Estados Unidos también funcionan “gasolineras” venezolanas, que forman una importante cadena de ventas de combustibles y derivados. PDVSA y quienes lucran con la empresa estatal es otro de los temas en disputa.
Sin embargo, el plato fuerte estaría dado por el control del narcotráfico que forma parte del esquema de violencia e intereses que manejan las FARC, la guerrilla colombiana que se ampara en un perimido proyecto de ultra izquierda que le sirve de argumento para extenderse por toda la región, incluso la Argentina. El tema es particularmente importante habida cuenta que un sector de las fuerzas armadas venezolanas está señalado como uno de los contactos más firmes de la narcoguerrilla y el enorme peso de su capacidad económica.
En Caracas se habla de una división militar donde este asunto es uno de los aspectos más serios de fricción y que es innecesario explicar. Pero recordaremos que Chávez coordinó con el kirchnerismo la concurrencia a nuestro país de contingentes de jóvenes oficiales cuya misión aparente era seguir cursos instructivos -especialmente del Ejército- caracterizados por su adelanto profesional. Pero la misión de los venezolanos, especialmente elegidos, era de propaganda que, debemos subrayar, fracasó ampliamente.
Ya charlamos en nuestro país y vemos que la muerte de Chávez, además de modificar el escenario centro y sudamericano, también despertó anticipadas aspiraciones para ejercer el liderazgo de la izquierda continental. Correa, el verborrágico presidente del Ecuador, habló días atrás -ya cercano el fin del año pasado- con Cristina Fernández, a quien visitó en la Casa Rosada. Parece obvio que el tema formó parte de lo conversado -¿de qué otra cosa podrían hablar?- pero nada trascendió.
Ecuador, que también vive del petróleo además del turismo y de la exportación de langostas de mar, vende la totalidad d su producción petrolera a la china continental, lo que por un lado le asegura ingresos pero por otro una dependencia que ya es mirada de reojo debido a la intensidad con que los chinos se han introducido en la región.
En la Argentina y sólo por mencionar un rubro menor, de 30 supermercados crecieron a 4000, aparte de los tentadores proyectos agropecuarios que esperan montar en Río Negro y otras provincias.
Finalmente, debemos señalar que, gane o pierda el vice Nicolás Maduro, su lucha por hacerse del poder en Venezuela, quienes todavía se mantienen firmes en la promoción y defensa de la antigüedad ideológica como es el socialismo, consideran que el giro interno que registra la política norteamericana, los favorecerá gracias al partido demócrata y a un Obama que parece expuesto a repetir la historia previa a los años ‘70, cuando en Washington se inventó la organización llamada Diálogo Interamericano que, respaldada por Jimmy Carter, defendía las acciones radicalizadas.
Quien quiera conocer algo más de este asunto, sólo deberá entrevistar a Horacio Verbitsky, que sabe mucho de estas cosas, de las maniobras ideológicas montadas por sistemas de inteligencia y de las muertes que se produjeron durante esos años, asuntos que ignoramos si los conversa con Cristina Kirchner en las habituales reuniones que mantienen.