Aborto: quienes deberían callarse son los que llaman “derecho” a matar a inocentes
Ante la valiente y elogiable defensa del derecho a la vida hecha
por algunos Obispos, la izquierda ha contestado como de costumbre: amenazando a la Iglesia con tomar represalias si no renuncia a manifestar su opinión en el tema del aborto. Además
de pisotear los derechos humanos de los niños por nacer, los abortistas
pretenden ahora que se nos impida a los defensores de la vida opinar
sobre ello, una pretensión digna de una dictadura.
Firma: Yo defiendo el derecho de los obispos a ser ciudadanos
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Que se llame “derecho” a matar a inocentes es el colmo del totalitarismo,
algo propio de la novela “1984″ de George Orwell, que imaginó una
sociedad dominada por un régimen socialista que tenía como lemas “Guerra es Paz, Libertad es Esclavitud, Ignorancia es Fuerza”.
En España y otros países los socialistas llaman “derecho” a matar a un
ser humano inocente, llaman “imposición moral” a pedir que se proteja el
derecho humano de los niños por nacer, y tachan de “retrógrado” que se
defiendan los derechos humanos para todos sin excepciones de edad. Los
abortistas han demostrado que las más groseras manipulaciones del
lenguaje y de la realidad imaginadas por Orwell pueden difundirse con
éxito incluso en una democracia. Ahora, yendo un paso más en su
deriva totalitaria, pretenden taparnos la boca a los que no suscribimos
su infame propaganda. Era de esperar: a fin de cuentas, ¿cabe esperar respeto por la libertad de expresión de quienes no respetan el derecho a la vida de los mas débiles?
No les basta con pisotear el derecho a vivir: tampoco quieren críticas
Ellos ya han roto todas las líneas rojas habidas y por haber en una
sociedad civilizada, estableciendo leyes que cercenan el más básico de
los derechos humanos, presionando a los médicos para que se conviertan
en verdugos y ahora, además, pisoteando la libertad de expresión de los
que no opinamos como ellos. Lo han hecho, además, con una escandalosa
sobredosis de chulería y prepotencia, considerándose eximidos de ofrecer
argumentos y compensando su carencia de éstos a base de insultos y
amenazas. De la misma forma que en una sociedad democrática no es
admisible que se haga apología del asesinato de seres humanos por razón
de su raza, nacionalidad, clase social u orientación sexual, no
sé a cuento de qué tenemos que aguantar que unos salvajes justifiquen e
incluso promuevan que se legalice el asesinato de seres humanos por
razón de su edad, y más aún cuando esos salvajes pretenden, además, taparnos la boca a los que rechazamos la barbaridad que ellos defienden. Si
alguien tendría callarse en una sociedad democrática no somos los
defensores de los más indefensos, sino quienes reclaman su liquidación.
Consentir durante décadas esa macabra exigencia sólo ha servido para
que esos totalitarios se crean con derecho a imponernos una mordaza. Si
siguen por esa vía, tendremos que ser los demás los que nos planteemos a
cuento de qué se hace una excepción con esta gente en la hora de
penalizar la apología del crimen.