Radiografía de uno de los grupos económicos más poderosos, poseedor de
cientos de miles de hectáreas en el país y la región, y dueño del imperio
inmobiliario más grande de la Argentina. Sus propiedades, historia y vínculos
con el poder.
En la estructura agraria argentina parece, desde hace algunos años,
estar todo en discusión. Pero entre todos los aspectos que hacen al “campo”
argentino hay un tema tabú: la concentración de la tierra. Según datos del
Censo Nacional Agropecuario de 2002, de las más de 170 millones de hectáreas
agropecuarias de todo el país, 74,3 millones están concentradas en cuatro mil
dueños y corresponden a las propiedades con superficies mayores a cinco mil
hectáreas. Es decir, el 1,3% de los propietarios hoy posee el 43% de la
superficie. Los Censos Nacionales Agropecuarios (CNA) de 1988, 2002 y 2008
demuestran una importante caída en la cantidad de EAPs (explotaciones
agropecuarias) que van desde 421.221 en 1988 a 276.581, lo que representa la
desaparición de 144.640 EAPs en un período de 20 años.
Como afirmó el investigador y docente de la UBA, Azcuy Ameghino, en el
Número 1 de SURsuelo: “El concepto de concentración económica se utiliza para
describir el proceso mediante el cual el número de unidades de producción se va
reduciendo al mismo tiempo que una parte de las restantes va creciendo en la
proporción de los recursos disponibles que dejan quienes son eliminados. En la
agricultura esto es particularmente visible dado el papel insustituible de la
tierra como condición de la producción. Si algunas empresas aumentan la
superficie que cultivan es porque otras la pierden”.
Además explicó que “de esta manera, el gran capital agrario -tanto el
terrateniente como el arrendatario- va controlando progresivamente el uso de la
tierra útil y, con ello, haciéndose cargo de porciones cada vez mayores de la
producción. Este es un proceso que a su vez se autoalimenta, pues con el
aumento de las escalas se consiguen mejores condiciones de venta para los
granos, menores costos de producción y, por ende, la maximización de la
rentabilidad del capital invertido”.
Es por ello que esta nueva sección de SURsuelo, “Los dueños de la
tierra”, intentará generar una radiografía de quiénes son los “grandes actores
de la tierra” que se han visto beneficiados por el modelo agrario de los
últimos 20 años en detrimento de los pequeños y medianos productores.
En esta primera entrega analizaremos a uno de los grupos económicos que
más ha crecido durante la última década, llegando en 2012 a declarar un aumento
del 85% de sus ganancias. Estamos hablando del grupo Cresud.
La empresa
Cresud es una empresa que además de sus negocios agrícolas, su
principal fuente de ingresos, es dueña del 64,2% de IRSA, una de las empresas
inmobiliarias más grandes de la Argentina. Se presenta en su perfil corporativo
como “la empresa líder agropecuaria del país y la única que cotiza en la Bolsa
de Comercio de Buenos Aires y en el Nasdaq de Estados Unidos. Desde septiembre
de 1994, la compañía encaró una gran transformación realizando una importante
inversión en tierras, ganado y tecnología”. Transformación de la que dan cuenta
los números de sus balances.
En sus comienzos, en plena década menemista, poseía siete campos
propios, llegando a tener 32 a septiembre de 2012, lo que implicó un salto de
20.263 a 473.093 hectáreas. En los últimos años logró traspasar las fronteras
para sumar 240 mil hectáreas más entre Brasil, Paraguay y Bolivia.
Según la empresa, poseen 406.572 hectáreas de campos propios explotadas
para la producción, aproximadamente 82.955 hectáreas de campos propios se
destinan a la explotación ganadera, 100.911 hectáreas se dedican a la
explotación de ganado lanar, 2.958 hectáreas se destinan a la producción de
leche y aproximadamente 55.101 hectáreas se arriendan a terceras partes para la
producción de granos y carne.
Su stock ganadero pasó de 20.177 cabezas en 1994 a las 74.756 actuales,
teniendo en su poder también 6.861 cabezas para lechería y una capacidad propia
de almacenaje de granos de 98.500 toneladas. La empresa da cuenta también de
539.879 hectáreas de “tierras de reserva”. Según afirma en su web
www.cresud.com.ar: “Las reservas de tierras de Cresud están localizadas en su
mayoría en áreas marginales donde la producción agropecuaria no está totalmente
desarrollada. La compañía cree en el uso de la tecnología y de las buenas
prácticas agropecuarias para mejorar la productividad de tales tierras e
incrementar su valor de largo plazo”. En su mayoría son montes naturales.
Además, tienen el derecho de concesión sobre aproximadamente 132 mil hectáreas
de terreno por un período de 35 años, con opción de prórroga por otros 29 años.
¿Quién es Elsztain?
Eduardo Elsztain es presidente del grupo IRSA, de Cresud y, a su vez,
Tesorero del Consejo Judío Mundial. Su abuelo fue el fundador de IRSA, en 1943,
por entonces una importante inmobiliaria que, con el tiempo, se convirtió en la
mayor empresa argentina de inversiones en bienes raíces. Considerado uno de los
mayores terratenientes de la Argentina, es dueño de los principales shoppings
de Buenos Aires y también el principal accionista del Banco Hipotecario. A su
vez, reviste en el Consejo Asesor Global de The Endeavour Foundation de Nueva
York entre otros junto a Edward Misrahi (Director de la banca Goldman, Sachs
& Co. - Área Latinoamérica -dueños del grupo Clarín-), y Francisco de
Narváez (Next International, CEO).
Además, vicepresidente del Banco Hipotecario, controlado por IRSA, el
cual fue privatizado con un gran trabajo de lobby del grupo IRSA durante el
menemismo. Entre otros bienes de su imperio inmobiliario se encuentran los
principales shoppings de Buenos Aires: Abasto Shopping (Buenos Aires), Alto
Avellaneda (Avellaneda), Alto NOA (Salta), Alto Palermo (Buenos Aires), Alto
Rosario (Rosario), Buenos Aires Design (Buenos Aires), Córdoba Shopping
(Córdoba), DOT Baires Shopping (Buenos Aires), Mendoza Plaza (Mendoza), Paseo
Alcorta (Buenos Aires), Patio Bullrich (Buenos Aires), Patio Olmos (Córdoba),
Soleil Factory (Boulogne). Campos ganaderos y agrícolas en todo el país
(agrupados bajo la empresa Cresud), hoteles de lujo (Llao-Llao,
Intercontinental y Sheraton Libertador) y varios edificios emblemáticos como el
Rulero de Retiro, el Laminar Plaza, de Catalinas, y su última adquisición, la
Torre de Microsoft, por la que hace unas semanas pagó 27 millones de dólares,
según reseña el diario La Nación en la nota titulada “Eduardo Elsztain: el
dueño de la tierra”.
Sus vínculos con el poder
De los 100 mil dólares de capital inicial que detentaba allá por 1994
cuando se hizo con la compañía hasta las ganancias de más de 176,7 millones de
pesos registradas en 2012, hubo un camino plagado de alianzas y vínculos con el
poder. Su asociación durante los ‘90 con el magnate George Soros le permitieron
a este último ganancias por operaciones inmobiliarias superiores a los 500
millones de dólares y al argentino la capitalización necesaria para seguir
expandiendo su poderío.
Luego de que Soros decidiera poner la mira en otros horizontes de
negocios más promisorios por el 2000 en plena crisis, IRSA fue buscando nuevos
socios. Entre ellos tres de los empresarios más ricos del mundo: Sam Zell, uno
de los cinco mayores propietarios de inmuebles de los Estados Unidos; Michael
Steinhardt, dueño de uno de los principales fondos de inversión; y el propio
Bronfman, que hizo su fortuna con la venta de la fabricante de bebidas Seagram
y los estudios Universal.
Un amigo de la Kasa
Empresario de perfil bajo, Elsztain comenzó, bajo el gobierno de
Cristina Kirchner, a tomar notoriedad. No sólo por las reiteradas menciones de
la mandataria sobre su persona en los discursos, sino también por ser parte
importante de varios anuncios de obras gubernamentales como el plan PRO.CRE.AR,
financiado por el Banco Hipotecario del que es accionista mayoritario, o el
polo audiovisual de la Isla Demarchi, de gran interés inmobiliario para el
empresario por la revalorización que se daría en las zonas aledañas,
obviamente, de su propiedad.
Según reseña en su libro “La mafia judía” el escritor sanjuanino Fabián
Spollansky, Elsztain tuvo gran influencia en las decisiones del gobierno de
Cristina Kirchner sobre la crisis agraria del 2008: “En el mes de enero Eduardo
Sergio Elsztain se entrevistó lejos de los despachos oficiales con Martín
Lousteau, entonces ministro de Economía, y le sugirió elevar ‘nuevamente’ las
retenciones. Éstas ya habían sido elevadas dos veces durante el 2007. Más allá
de los intereses fiscales en juego, Elsztain necesitaba esta medida para
incrementar aún más su ganancia extraordinaria. Sabido es que existe una
ganancia extraordinaria básica por el precio internacional y porque la demanda
sigue creciendo en el Extremo Oriente. Pero para poder hacer más fáciles los
negocios de penetración terrateniente en Brasil, en Paraguay y en el este
boliviano, le hace falta a la mafia más y más dinero. Esos recursos deben ser
extraídos de la gran masa de productores en negro, que ante el crecimiento de
las retenciones habrían de quedar a merced de los acopladores y de los grandes
cerealistas exportadores, de los cuales Elsztain y su amigo Marcos Marcelo
Mindlin son los primeros”. En aquel momento el magnate sojero declaró: “Nunca
se puede decir que una suba de impuestos no afecte a un negocio, pero acá hay
que mirar la película y no la foto. Evidentemente el campo sigue siendo un
negocio atractivo para los inversores”.
No sólo en las obras y los negocios coincide el magnate con el gobierno
nacional, sino también en la visión global del papel que le toca a la Argentina
y la región en el concierto económico mundial. “Nuestra visión de una población
mundial creciente impulsando fuertemente la demanda de alimentos junto con la
escasez de tierra arable en el mundo y las atractivas condiciones de clima,
suelo y agua que posee la región nos impulsa a posicionarnos en Latinoamérica
como un gran productor y exportador de alimentos para el mundo”, aseguró el
presidente de Cresud en la carta de balance a sus accionistas de 2012.
También parecen unir los intereses de Cresud con los esperados por el
modelo agropecuario kirchnerista, las expectativas futuras. Mientras el
gobierno pone en manos de la soja su gran esperanza de dólares para aceitar la
economía en un año electoral, Cresud ve en el mismo sentido una posibilidad de
seguir aumentando sus ganancias. “El contexto luce atractivo para el segmento
agropecuario en la región. Tras haber experimentado una dura sequía en 2012 que
luego se expandió al norte del continente, los precios de los commodities,
principalmente la soja, evidenciaron una tendencia alcista ubicándose en
valores superiores a los 500. Asimismo, esperamos muy buena producción anual ya
que se vislumbra un buen nivel de precipitaciones. El USDA proyecta en
Argentina una campaña de 27 millones de toneladas de maíz y 53 millones de
toneladas de soja. Nosotros esperamos sembrar aproximadamente 203 mil hectáreas
de granos en toda la región”, auguró a sus accionistas el dueño de la tierra en
Argentina.
Si bien se han sancionado algunas leyes referidas a la posesión de la
tierra, han tenido más que ver con cuestiones secundarias (aunque
relacionadas), como la extranjerización. Mientras tanto, siguen desapareciendo
numerosas pequeñas y medianas chacras y avanzando el desierto verde de
latifundios y pooles. “Quien busque la razón última por la cual esto ocurre en
buenas y malas épocas para el chacarero, asegura el investigador Azcuy
Ameghino, no la encontrará sino en la naturaleza del régimen capitalista y la
competencia mercantil, donde inevitablemente, desde siempre, y en todas las
ramas de la producción, el comercio y los servicios, el pez grande se come al
pez chico, o vive a sus expensas”.
Fte: Por Germán Mangione
Argenpress