Nuevamente (y van…) tenemos que señalar algunas frases
papales que causan bastante sorpresa y desconcierto.
En la homilía del 22 de marzo Francisco dijo: “El Señor nos ha creado a su
imagen y semejanza, y somos imagen del Señor, y Él hace el bien y todos tenemos
en el corazón este mandamiento: hacer el bien y no hacer el mal. Todos. ‘Pero,
padre, ¡este no es católico! ¡No puede hacer el bien!’. Sí, puede. Debe
hacerlo. No puede: ¡debe! Porque tiene este mandamiento en su interior. ‘Pero,
padre, este no es cristiano, ¡no puede hacerlo!’. Sí, puede. Debe hacerlo. En
cambio, esta cerrazón de no pensar que se puede hacer el bien desde fuera,
todos, es un muro que nos conduce a la guerra y también a lo que algunos han
pensado en la historia: matar en nombre de Dios. Nosotros podemos matar en
nombre de Dios. Y eso, sencillamente, es una blasfemia. Decir que se puede
matar en nombre de Dios, es una blasfemia”
Vamos a empezar por la nueva
consideración de lo que es una blasfemia, otrora servicio a Dios. ¿Cómo
entender la defensa de la Fe e inclusive de nuestra propia persona (ver) como templo del Espíritu Santo a la
luz de las consideraciones papales? Se podría aducir que se refiere a actitudes
de los fanáticos islámicos para con los cristianos por profesar su
fé, cosa que sin la debida especificación queda como una generalización que
puede entenderse como en casi todos sus discursos “a piaccere” y conveniencia
del receptor. Descartamos que pueda referirse a las prescripciones talmúdicas
respecto a matar, engañar, ultrajar y servirse por cualquier medio de los no
judíos (goyim), debido a su cercanía al sionismo y sus reiterados homenajes a
los mismos en sus condiciones de tales (Ver). En este sentido deberíamos
descanonizar a Santa Juana de Arco o a San Luis de Francia que participó en dos
cruzadas, o anatemizar la gloriosa defensa de los cristeros de nuestra fé
apoyada por Pio XI, la epopeya de La Vendee y tantas otras para agregarlos a la
lista de grandes asesinos y ahora “blasfemos” de la humanidad.
Posteriormente dijo Francisco: “El Señor a todos, a todos nos ha
redimido con la sangre de Cristo: a todos, no solo a los católicos. ¡A todos!
'Padre, ¿y los ateos?’. A ellos también. ¡A todos! ¡Y esta sangre nos hace
hijos de Dios de primera clase! ¡Hemos sido creados hijos a imagen de Dios y la
sangre de Cristo nos ha redimido a todos! …Pero yo no creo, padre, ¡yo soy un
ateo!’. Pero haz el bien: nos encontramos allá”
Para quienes aduzcan
descontextualizaciones de nuestra parte ofrecemos el link aquí para su lectura completa.
Ahora
nos interesa entender para que estamos en
la Iglesia Católica si para ir al cielo solo hace falta hacer el bien;
entonces ¿que importancia tendría pertenecer a ella? Otra vez el tema de
que todos somos
hijos de Dios (ateos incluidos) que
contraría la dogmatica prescripción que solo nos hacemos “hijos adoptivos” de
Dios por el bautismo, sino la también
dogamtica definición de que “no hay salvación fuera de la Iglesia
Católica” (extra ecclesiam nulla salus).
El Concilio de Trento dice:
Canon 1: Si alguno dijere, que el hombre puede
ser justificado ante Dios por sus propias obras, ya sean realizadas a través
del aprendizaje de la naturaleza humana, o la de la ley, sin la gracia de Dios
por medio de Jesucristo, sea anatema.
Canon 2: Si alguno dijere, que la gracia de
Dios, por Jesucristo, se da sólo para esto, que el hombre pueda más fácilmente
a vivir con justicia, y merecer la vida eterna, como si, por el libre albedrío
sin la gracia, que fueron capaces de hacer ambas cosas, aunque de hecho apenas
y con dificultad; sea anatema.
Canon 3: Si alguno dijere, que sin la
inspiración proveniente del Espíritu Santo, y sin su ayuda, el hombre puede
creer, esperar, amar o ser penitente como es debido, a fin de que la gracia de
la justificación puede ser conferido sobre él ; sea anatema.
¿O será que la Tradición de la
ÚNICA Y VERDADERA IGLESIA DE CRISTO está abolida por el "AMOR"?
Extrañisima forma de evangelizar prescindiendo del Catolicismo y de Dios
tiene el Papa Francisco.
La intención original era agregar otras inenetendibles (por lo menos a
los ojos de nuestra fe) alocuciones papales, pero para no extendernos vamos a
dejarlo para otras oportunidades.
Lo que si podemos señalar es lo extraño que resultan estas
naturalistas predicas, sobre la pobreza material, el capitalismo, las mafias y
demás injusticias mundanas, cuando la Iglesia se está quemando por dentro, con
muchísimos y heréticos teólogos (muchos amigos de Bergoglio) predicando que
llegó la hora del cambio refiriéndose específicamente al uso de
anticonceptivos, sacerdocio femenino, fin del celibato sacerdotal, aceptación
de uniones homosexuales, píldoras abortivas y volver a dar la comunión a los
divorciados y vueltos a casar.
Mucho necesitamos un gobierno en la Iglesia y
no un interminable show mediático cuando cunden las herejías aún en quienes
tiene que defender la fe como es el caso de Muller (ver
aquí y aquí)
y el cisma de hecho que en este caso ya no se trata de desobediencia al Papa,
que nos acusa de “controladores de la fe”, sino a la Iglesia y su Tradición y
Magisterio, que en definitiva es a Cristo mismo.
Importante recordar el CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, n° 675: “Antes
del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que
sacudirá la fe de numerosos creyentes. La persecución que acompaña a su
peregrinación sobre la tierra desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la
forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución
aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La
impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un
pseudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el
lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne”
Trabajando para que Cristo Reine
Augusto TorchSon
Nacionalismo
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