Carta Abierta, como el régimen K, también colapsa
Las últimas manifestaciones de los muchachos de Carta Abierta demuestran un par de cosas. Que la desesperación que recorre al gobierno, también los alcanza, y que empezaron a tomar conciencia de que llevaron toda una vida detrás de una revolución utópica, literaria, falsa.
En el momento en que la corrupción del régimen se desnuda de forma obscena e indigna a propios y extraños, los muchachos de la zurda intelectual salen a pregonar la importancia de sostener el modelo, haciendo caso omiso a las denuncias periodísticas que muestran la obscena corrupción de los Kirchner.
Horacio González dice textualmente: "La discusión cobró un sentido casi trágico en el país". Es el mismo que se congratulaba porque Néstor Kirchner había reinstalado el debate y la discusión en la Argentina.
Forster, por su parte, sostiene "la verdad es que me preocupa que en Argentina el tema recurrente, obsesivo y casi salvaje sea el abstracto de la corrupción con la forma de bóvedas y cajas fuertes".
Son notables. Es increíble que cataloguen de abstracta a la corrupción, tipos que se pasaron la vida pregonando como tangible el enorme abstracto que constituye esa revolución marxista que nunca fue; ni aquí, ni allá, ni en ninguna parte.
Estos muchachos de la izquierda intelectual se arrogaron el rol de policía moral de la Nación. Pero están defaulteándose a sí mismos.
Fue desde ese sector de la pluma zurda, de donde surgieron las primeras críticas a la corrupción de la dictadura militar, a la construcción de la monumental deuda externa que no se invirtió para industrializar sino que fue robada, y al uso del fútbol (el mundial ´78) para tapar lo que realmente estaba aconteciendo.
Hoy, cuando su propio gobierno nacional y popular queda en evidencia pública como el más ladrón de la historia de este país, y usa el fútbol para intentar obliterar al tipo que lo está mostrando por TV, los intelectuales de izquierda miran para otro lado, y le dicen a la gente que la solución es no prestar atención, y tratar de no enterarse de cómo a esa misma gente la han robado, a lo largo de una década.
Y los abanderados de la igualdad social y estigmatizadores seriales de los demás, terminan defendiendo, por omisión, a un tipo que tiene 400.000 hectáreas en el sur, y una flota privada de jets.
Podrán tener toneladas de libros leídos y escritos, pero lo que no tienen es la decencia de admitir que, los gobernantes que defienden, son vulgares ladrones.
Creo que el principal problema que los atraviesa es que la corrupción del kirchnerismo les pega una trompada de realidad, y los obliga a replantearse mucho de lo que sostienen desde toda la vida.
Se trata ni más ni menos que de esa fracasada revolución, que ellos dicen que nunca fue genuinamente aplicada en el mundo. Porque cuando la aplican ellos mismos y nada menos que en su propio país, también fracasa. Se la carga la abstracta corrupción de vulgares políticos. Y desesperan.
Y, lo que para ellos es aún peor, ya empieza a haber mucha gente de izquierda que acompañó al modelo de los Kirchner, que saca los pies del plato porque se rinde a la evidencia. Ser de izquierda no necesariamente implica ser tan obtuso, como para seguir adhiriendo a un régimen que se robó el país.
Lo que estamos viendo ya se había esbozado luego del 8N, cuando Horacio González descerrajaba textos tratando de obliterar la importancia y el significado social de esa clase media, que protestaba.
Ahora la cosa es no hacer caso a las denuncias porque se pone en juego la viabilidad de la nación. Y es otro discurso falso. Porque lo que está en juego es, solamente, la viabilidad de un gobierno corrupto.
En todo caso, si existe algún riesgo para la nación se trata ni más ni menos que de la desesperación con que Cristina Kirchner está tratando de destruir a la república. Pero la república y la división de poderes es algo que nunca le ha interesado demasiado a estos muchachos. Y la justicia, por lo que se ve, les interesa, pero de manera selectiva.
Denunciaron a rajatabla a sus enemigos, pero no piden justicia cuando el que delinque es del palo.
El fino discurso de la década, plagado de alegorías y floripondios literarios, termina con Ricardo Forster estallando de impotencia, y gritando por radio "Yo qué carajo sé cómo hizo la plata Lázaro Báez!" .
La enseñanza que debería dejarnos este claro default moral de la intelectualidad de izquierda, es que un país serio y moderno no se puede proyectar parados en un extremo.
Hemos fracasado con el neoliberalismo en los ´90, porque los funcionarios se robaron el país. Estamos fracasando con la supuesta izquierda en el siglo XXI, porque los funcionarios no solamente se robaron el país, sino que también escrituraron a su nombre las empresas y los negocios.
Y los explicadores tradicionales, tanto los de la derecha cuanto los de la izquierda, han tratado de justificar los desastres cometidos, en nombre de objetivos superiores.
No quiero más intelectuales que le expliquen a la gente cómo tiene que pensar. No quiero más intelectos superiores que se conviertan en policías de la moral ajena.
Hace diez años que venimos soportando a estos iluminados que nos explican que no nos pasa lo que nos pasa y que no debemos pensar como pensamos.
Estoy seguro de que aquí se puede delinear y conducir correctamente un país, prescindiendo de esta Corte Suprema de Sabios Inmorales.
Vuelvan al
claustro y sigan mirando la vida desde el balcón. Que, mientras
tanto, la gente camina las baldozas rotas, transpira viajando como
ganado en el ferrocarril,
sufre por lo que le roban los delincuentes a los que ustedes
defienden, y está empezando a demostrar que no era tan tonta como
ustedes creían.
Fabián Ferrante
Fabián Ferrante