Nota de NCSJB:
Teniendo profundas diferencias en la concepción política de la Nación
con la Junta Militar, no dejamos de reconocer el gran aporte a la Patria
hecho en la lucha contra la subversión y en el caso del Tte. Gral
Videla, su entereza y dignidad para enfrentar la venganza subversiva
marxista, por lo que reproducimos con autorización esta
interesante reflexión y elevamos nuestras oraciones por su eterno
descanso.
Reflexión
El Teniente
General Videla, ha dejado este mundo para pasar a la inmortalidad, pese a los
denodados esfuerzos de sus detractores
de hacerlo sufrir más de lo
imposible y así endilgarle los “siete males de Egipto” y más, si es posible.
La Bondad Divina, determinó que sus culpas en esta vida, han sido expiadas con creces en
estos años de cautiverio, como una especie que lo proyectó como redentor patrio.
Es hora que deje los sufrimientos terrenos para otros.
Con él se
ha ido un soldado como pocos ha tenido la nación,
en estos tiempos. Quizás, no por lo que hubiera podido haber hecho desde su
condición de militar de carrera, sino por los valores morales, espirituales y
éticos, en todos estos años de persecución, revancha y venganza feroz, sufrida
a manos de sus verdugos, traidores y perseguidores.
Lo sufrido
por el vilipendiado “represor y genocida” Videla, no es una carga impuesta a
“cualquiera”, sino reservada para HOMBRES de esta talla, que no solo supo
mantener su orgullo, dignidad y honor altivo de su persona, sino además,
conducir a su familia de la misma forma.
Soportó lo
insoportable, toleró lo intolerable y a sus dolores los llevó con un silencio
estoico hasta su muerte solitaria y humilde como pocos. Murió como él lo quiso.
Más pobre que nadie, solo, con su sombra y su conciencia, casi desnudo como
llegó a la vida, acompañando a sus
camaradas y junto a sus subalternos. Eso lo transforma en humilde desposeído en
lo material, enorme en lo espiritual.
Los valores
profesionales no sirven en el análisis de este final, como algún otrora general
ha pretendido menoscabar su figura a su muerte, cuando en vida lo ensalzaba con
misivas y recuerdos grandilocuentes de avezado adulador, acostumbrado
a “trepar” en la búsqueda de intereses personales espurios. El eterno deseo de
destacar la paja en el ojo ajeno…y acomodarse con la opinión de la mayoría. No le
interesó el riesgo de la patria, el desquicio del país luego de 30 años de
desmañada democracia (?) y la
pérdida de la república, acunandose
hoy en los brazos del régimen imperante.
El General
Videla, ha muerto y con él, seria de desear, que muriese una etapa triste y
sufriente de nuestra historia argentina, que nos permita a los argentinos
vislumbrar un amanecer distinto a los 200 años de muertes, venganzas, odios y
desencuentros. En su figura, se sintetizan muchas pasiones que el devenir del
tiempo cerrara algunas y reabrirá otras, como espinas similares al recuerdo de
Dorrego que durante tantos años nos persiguió su fantasma, la historia completa
y enfrentamientos causados; hasta lograr
el arrepentimiento de su ejecutor, con
el castigo feroz a su cadáver destrozado, desmembrado y regado, como macabra maldición.
La figura
del General Videla, deberá ser recuperada lo antes posible, para bien de todos,
no se transforme en un estigma que lesione la necesaria memoria completa. La
sangre de los argentinos de entonces, no debe ser en vano, sin importar las
ideas perseguidas. Bajar su cuadro de una pared, no nos cambia la historia,
como pensaron cerebros minusválidos. Nuestra historia está y es el resultado de
lo que hoy vivimos. Nos guste o no. La obligación
de los pueblos que crecieron es aprovecharla como experiencia, para que las
cosas que nos avergüenzan no se repitan. Es de pueblos inteligentes lograrlo.
El General
Videla, ha sido un soldado de la nación,
que no se inició el 24 de marzo de 1976, cuando asumió una responsabilidad que
la hora le impuso, lo hizo ¿como una obligación
o un deseo personal?. La hora de la historia lo observaba y quienes lo siguieron
lo esperaban. A partir de entonces, se transformó en un “devorador de pecados”,
de todos los demonios participantes: El terrorismo apátrida, el nacionalismo “terrorista de estado” y hoy el
terrorismo jurídico y judicial, para que cayeran sobre él nuestras culpas. Algunos
encontraron en su desnutrida figura al final de su vida, la oportunidad de lograr
prestigio con agresiones desmedidas ganando la opinión del vulgo. Fácil hacer leña del árbol muerto y seco, como un acto cobarde de hipocresía que nos desnuda como un
pueblo muy enfermo.
La historia
nunca debe analizarse en lo inmediato para que sea ecuánime y segura, el tiempo,
será benévolo con quien hoy se le discrimina hasta para encontrar un pedazo de
tierra en donde colocar su dolido y gastado cuerpo.
Jamás se le
escuchó una queja, una muestra de dolor o pedido de clemencia. Aceptó las sentencias
con profunda fe católica y resignación
de soldado abandonado a su suerte. Sé de su arrepentimiento por sus errores y aceptación
de la responsabilidad que como superior le cupo.
La sociedad
(la patria) está dividida en su juicio final. Hay quienes en su rabia acendrada contra quien demostró enorme actitud de carácter, valentía y voluntad de no
quebrarse, se desgastan hasta hoy en su impertinencia y envidia de haber sido
derrotados por la nobleza, pulcritud, honestidad y corrección inalterable. El
odio, la venganza, la traición, la bajeza de sus fotos escupidas, no pudieron
contra él. Un importante sector de la sociedad, lo rescata y admira.
Seguro
estoy que ante el Supremo Tribunal del Señor, sus pecados le serán perdonados y
pasará a sentarse a Su derecha en el sitial de los elegidos, que supieron dar
de sí lo que pudo o supo, en su débil condición humana.
La Patria
necesita de todos sus hijos, para alcanzar el objetivo de nuestros padres que
la honraron, creándola y dando sus vidas para lograrlo. Es tiempo de ir tras la
concordia, la unión y la armonía para un futuro mejor y seguro, para nuestra
descendencia. ¡Basta de tanto odio, alimento de los mediocres, para el
beneficio de los traidores, apátridas y delincuentes, únicos beneficiados de
nuestros rencores y desencuentros!!. Que los laureles que supimos conseguir,
incluyan también nuestros defectos, para que nos sirvan de correctivos, en la
búsqueda de ser mejores personas, en una sociedad más humana y un país mejor
visto en el mundo.
La Patria
es de todos y todos somos responsables de velar por ella. Pido al General
Videla, aprovechándome de su nobleza, que cerca de Dios, interceda por nuestra
querida Argentina y que su alma, como la de todos los muertos por ella,
descansen en paz por Su Infinita Misericordia.
Enrique Alfredo
Treglia
DNI 8604976
Nacionalismo Católico San Juan Bautista