Hay que reconocer que al oficialismo
nunca se lo podrá tratar de vago. En el gobierno le meten garra para
demostrar gestión con anuncios que se contradicen entre sí, incluso
dentro del mismo anuncio. Y aunque la realidad se empeñe en sembrarnos
incógnitas sobre lo que percibimos, allí está Cristina para demostrarnos
que sufrimos de una crisis de alucinación masiva, producto de la
sobredosis de endorfinas derivada de tanta felicidad kirchnerista.
Ayer, cuando aún trataba de asimilar que
no tenemos que tener miedo, porque eso es lo que sentía Cristina en la
dictadura, y que hoy en día nadie puede desaparecer -con lo cual queda
demostrado que Julio López y Luciano Arruga son dos mercenarios
desestabilizadores al servicio de la CIA- me encontré con una nueva
cadena nacional en la que la Presi nos contó que El Modelo fue tan
exitoso en la última década, que ella lo celebra aumentando los planes
sociales, las asignaciones universales por hijo y ampliando la cobertura
de asignación familiar, medidas que la monada reunida aplaudió hasta
reventar los sabañones, cuando hace tan sólo unos meses, puteaba a Hugo
Moyano por la ridiculez de afirmar que existían hijos de trabajadores
que eran discriminados y no recibían la asistencia que les correspondía.
A grandes rasgos, se festejó que todo sigue igual, que nada cambió y
que, a diez años del inicio de la década ganada, del mejor cuadro
político desde la llegada de los españoles al Río de la Plata, del
gobierno más mejor que haya visto este lado de la Vía Láctea, hay un
sector inmenso que aún depende del asistencialismo gubernamental.
Cristina tiró unos datos preciosos, unos
números divinos a los que sólo les faltaba un poquito de perfume para
invitarlos a salir. Lo que no pudo explicar -o quizá lo hizo pero fue
tapado por el bolonqui de la patria aplaudidora- es qué es lo que pasa
para que la guita siga sin alcanzar, si el gobierno aumenta el triple de
lo que supuestamente fue la inflación que dice medir. Y por si quedaba
alguna duda, luego de anunciar la implementación de una ayuda escolar
extraordinaria y por única vez -parece que en la Rosada las clases
arrancan en julio- mostró un cuadro con el que explicó, contenta, que
con el aumento del 35%, el poder adquisitivo de los planes sociales será
el mismo que el de los últimos tres años.
Tras anunciar que ingresará al mercado el
doble de guita de la que estaba en circulación en materia
asistencialista, la Presi se dirigió a los empresarios, sutilmente, con
la clase y la precisión que la caracterizan, para decirles que los que
ponen los precios son ellos, y no el Gobierno. Si bien los empresarios
empezaron a preguntarse qué corno hacían en la Rosada, la actitud
conciliatoria de Cris los alivió: les dijo en la cara -se habrían
enterado igual, era cadena nacional- que los diarios nunca hablan mal de
los empresarios porque pagan la publicidad. Por si el mimo presidencial
no alcanzara, la primera mandataria les dijo que controlar es una
palabra fea, pero que así es la vida, y que el gobierno utilizará a “los
movimientos políticos, sociales y juveniles para desplegarlos en todo
el territorio” en una campaña que se llamará “Mirar para Cuidar”. No es
que hayan perdido la creatividad a la hora de nombrar las ideas geniales
que tienen, pero eso del “Plan Buchones y Aprietes para Todos y Todas”
no gustó mucho, y las camisas pardas que habían pensado no combinaban
con las pecheras azules.
Mientras los pibes del fondo festejaban
que en un futuro próximo serán los botones de la sociedad, la Presi
demostró que ahora también experimenta con la fusión de la economía y la
biología, al afirmar que los precios no aumentan por cuestiones de la
naturaleza, sino que es por culpa de los empresarios que quieren
mantener la rentabilidad, como si fueran seres de beneficencia que
perdieron la senda del Señor. Como ejemplo de sus conocimientos
económicos, Cris contó que, con el lanzamiento del Plan Procrear,
aumentaron los precios de los insumos para la construcción, pero que
ella sabe que no es culpa de los salarios. Evidentemente, la Presi debe
creer que los mosaicos son frutos de un árbol, que el cemento brota de
las napas, que la pintura sólo es savia de alguna que otra planta y que
los aumentos de demanda no tienen por qué afectar a la producción de
nada. Por si no alcanzara con el ejemplo brindado, Cris hizo gala de su
cultura geográfica al afirmar que no es normal que el cemento cueste
casi el doble en El Calafate que en Pico Truncado, donde está la
cementera, “si sólo las separan trescientos, cuatrocientos kilómetros”.
Independientemente de que Cristina suponga que el traslado se hace por
teletransportación, la realidad dicta que la distancia entre ambas
ciudades es de 870 kilómetros, pero es tan sólo un detalle menor.
Para finalizar su exposición, la Presi
deslizó que el gobierno tiene algunos proyectos para abordar el problema
de la maternidad precoz, que “como es un problema de los jóvenes, se
abordará desde los jóvenes, porque los problemas de los jóvenes los
tienen que resolver los jóvenes con militancia y organización”.
Reconozcamos que es una buena forma de delegar laburo y que cada uno
madure a su tiempo. En un principio no me quedó muy en claro cuáles
serían los roles que pueden jugar la militancia y la organización en la
prevención de embarazos, hasta que imaginé a una mina haciendo planes
para el sábado a la noche que se suspenden porque al novio le surgió una
peña debate “La Patria Grande, una Realidad Palpable”.
Y
ya que hablamos de gente aburrida, los somníferos vivientes agrupados
en ese centro de terapia grupal denominado Carta Abierta, publicaron una
nueva misiva para defender al gobierno. Básicamente, llamaron a no
creer en los que quieren asustarnos, y para que nos quede claro, nos
metieron miedo al plagar el texto de referencia a la Alemania previa al
nazismo y a la era oscura de la dictadura. El argumento que repitieron
una y otra vez es que no se está denunciando el mayor choreo de la
historia, sino que se busca “horadar a un gobierno que, por primera vez
en décadas, cuestionó injusticias y desigualdades, tramas monopólicas y
abusos de poder de quienes siempre se sintieron los dueños del país”.
Luego trataron al común de la sociedad de idiota, al afirmar que somos
maleables a la construcción de la realidad que nos entregan los medios y
que, si seguimos en la joda de creer que Cristina no fue una exitosa
abogada ni Néstor un tipo desprovisto de una ambición económica
desmedida, nos espera un futuro negro, como el de los ´90, cuando
también se choreaba, pero sin tanto verso. En el texto, nos advirtieron
que también debemos tener mucho cuidado con lo que leemos, vemos, oímos y
decimos, dado que se apunta “a erosionar la figura pública de un
ex-presidente, en una acción que se torna una respuesta de music-hall
para problemas que merecen otro tratamiento”.
Según el texto de los cráneos nacionales y
populares, a la hora de hablar de la ridícula y previsible tragedia de
Once, también está mal decir “la corrupción mata”. ¿Qué pretenden, un
debate nacional y multisectorial que establezca si está bien o mal decir
que un tren oxidado y sin frenos en una fiesta de subsidios, es
producto de la corrupción? Para estos aburridos diplomados, el hambre en
el contexto del exitoso modelo no es una triste realidad, sino algo que
debemos analizar bien antes de repudiarlo. Un pibe descalzo que camina
por Constitución no es causa de indignación, es algo que merece un
debate.
Lo que estos idiotas ilustrados
(pedantes, según la RAE) no entienden, es que no se puede pedir un
análisis ante cada muestra de aberración. No todo se debate, ni mucho
menos se puede pedir a la ciudadanía que tenga una balanza para pesar
qué es peor, cuando es lo mismo que no le perdonan, ni le perdonarían a
otro gobierno. Según este criterio, durante los ´90 deberíamos haber
tenido en cuenta que Menem fue un militante de los Derechos Humanos que
se comió cana durante años en la dictadura, para luego volver a
enfrentarla, mientras defendía gratuitamente a los que estaban en cana,
sin importar su afiliación partidaria, y encabezaba marchas de reclamo a
los militares, codo a codo con Pérez Esquivel. Asimismo, deberíamos
poner en consideración que, a pesar de “esas cosas cuestionables”, fue
un gobierno que produjo un profundo cambio en la sociedad al instaurar
estabilidad y la iniciativa personal como factor de progreso, y no
fijarnos en nimiedades como los negociados, las muertes mafiosas, las
explosiones de arsenales, los atentados a colectividades y alguna que
otra cuentita en el exterior. Y sin embargo, a Menem lo puteamos ¿Qué
les hace pensar que los vamos a tratar distinto, que ahora vamos a tener
en cuenta otras cosas a la hora de protestar porque se la llevaron, se
la llevan y se la llevarán en pala? ¿Realmente pretenden un debate
ideológico sobre el choreo?
¿Tanto estudio y tanto palabrerío difícil para redundar en un “roban pero hacen”?
Jueves. Cuando un pibe nos kirchnerea la
billetera al subir al bondi, no decimos “bueno, al menos me dejó subir
primero, debería debatir qué lo llevó a privarme de mi patrimonio”. Tan
básico como eso.