UNA DESPERDICIADA OPORTUNIDAD PARA LA ARGENTINA
(Una década torpemente perdida)
Podemos afirmar que la tremenda crisis del año 2001, probablemente una
de las más graves de nuestra Historia, hizo que la economía
prácticamente tocase fondo y hundieses a millones de argentinos en el
desempleo, en pérdida de sus acreencias, en una disminución real en sus
salarios e ingresos y en un desánimo generalizado. El futuro se
presentaba muy oscuro y lleno de incertidumbre.
Eduardo Duhalde, quien después del colapso y luego de cuatro presidentes
en trece días, asumió la gestión presidencial, para completar el
período cuatrienal de De La Rúa, pudo frenar la caída y revertir la
tendencia negativa de la economía y volver a encausarla positivamente.
Al finalizar su gestión, en unos polémicos y discutidos comicios, salió
triunfador el ignoto gobernador de la provincia de Santa Cruz, Nestor
Kirchner, del que se poseían escasas referencias y que fuera elegido
candidato por descarte de otros postulantes, por el presidente saliente.
Asumió con el más bajo porcentaje de votos de nuestra Historia.
Escasamente el 22% de los votos, de los cuales mucho más de la mitad
fueron “prestados” por el presidente saliente.
Kirchner con discutidos y polémicos procedimientos restauró la autoridad
presidencial y continuando la política económica instalada por su
antecesor, permitió que la economía del país creciera varios años a
tasas de los países asiáticos. Ello le permitió incrementar su escasa
legitimidad de origen y con otras medidas, incrementar la alicaída
autoridad presidencial.
No obstante, ese verdadero record de crecimiento, se debe más a factores
totalmente ajenos a las medidas gubernamentales. Entre ellos, a una
creciente y expansiva tendencia positiva de la economía mundial, al
bajísimo nivel al que había alcanzado la economía argentina en la crisis
del año 2001 (era difícil caer más abajo), a la depresión de los
salarios y a la cada vez más creciente demanda de los productos
tradicionales que exporta nuestro país, en particular de granos y
cereales.
En otras palabras, una situación mundial excepcionalmente favorable.
Probablemente la más favorable en la historia de nuestro país.
Pero lamentablemente, ese crecimiento sostenido de los primeros años, no
se tradujo en inversión de infraestructura productiva, desarrollo de la
economía y reformas administrativas, porque fue demagógicamente
dilapidado y despilfarrado y las urgentes y prioritarias medidas que el
gobierno debería haber adoptado, fueron postergadas “sine die” y luego
de su gestión, heredadas por su cónyuge.
Cristina llegó al Gobierno de la mano del poder construido por su
esposo. El acceso a la primera magistratura de la Sra. Kirchner fue
impuesta por su voluntad, en medio de un escándanlo con acusaciones de
fraude electoral y financiamiento de la campaña presidencial con fondos
espurios.
Es así que Cristina, recibe de su esposo problemas tan acuciantes de
solución en la economía nacional, como los subsidios a las empresas
públicas y la falta de inversión en energía, fundamentalmente en gas y
petróleo, entre otros temas igualmente perentorios.
Las tres gestiones de los Kirchner tuvieron algunas características
distintivas comunes: el autoritarismo, la prepotencia, la falta de
diálogo, el atropello a las instituciones, la ausencia de transparencia
de los actos de gobierno, la mentira y el engaño y una corrupción
abierta, descarada y generalizada.
Desde que se anunció que la Sra. de Kirchner iba a ser la candidata
presidencial los analistas y politicólogos preanunciaban las
dificultades que Cristina iba a tener por su falta de experiencia en
gestión pública.
Al poco tiempo de las predicciones de los analistas se cumplieron
abiertamente. Cristina no sabía gestionar y Néstor Kirchner mostró una
verdadera incapacidad de ocupar un segundo plano. Tanto es así que en la
práctica se estableció un gobierno de doble cabeza. Las riendas del
poder seguían en manos del ex presidente que es el que realmente
gobernaba, limitándose Cristina a retransmitir las “disposiciones
gubernamentales” y a aspectos meramente protocolares y de menor
importancia.
Los medios lo han denominado gobierno de “doble comando”.
No es el caso de un “monje gris” que gobierna detrás de bambalinas.
Néstor Kirchner no ocultaba que él era el que gobernaba. Lo hizo abierta
y descaradamente, sin tapujos, usando todos los medios y facilidades
del Estado que necesitaba para ello.
El primer período presidencial de la Sra. de Kirchner siguió en este
“doble comando”, pero con agrias y violentas discusiones de cómo
conducir las riendas del gobierno, que ya había entrado en una tendencia
francamente declinante. En una de esas fuertes discusiones, en ocasión
del decreto 125 sobre las retenciones, el matrimonio presidencial se
fue a las manos y en un rapto de locura, la Presidente le habría dicho
“…si volves a tocarme te pego un tiro en la boca...”.
Luego del fallecimiento del ex presidente se presentó una querella
en los Tribunales Federales de Buenos Aires en la cual se culpa a madre e
hijo. de “homicidio simple” y se pide al juez federal que ordene la
exhumación del cadáver para saber las causas de su muerte. Según dos
testigos reservados aseguran que Kirchner fue “asesinado de un tiro en
la nuca”.
No obstante, la mandataria, gracias a su política populista y demagógica
y el verdadero derroche de los fondos públicos y el abuso de
publicidad y propaganda oficial, en las elecciones presidenciales de
octubre del 2011, volvió a imponerse con un 54% de los votos.
Pero la suerte ya estaba echada. Cristina debería saber que las segundas
partes nunca fueron buenas. Su impericia y su absoluta ineptitud, más
la pesada herencia que le dejó su difunto esposo, empezó a surgir con
toda claridad, haciéndose evidente ante toda la ciudadanía, su falta de
condiciones para liderar un país al cual el ex presidente llevó a un
callejón sin salida. Y a ello hay que sumarle la falta de fondos, con el
cual tanto ella como su esposo, “endulzaban, domesticaban y
disciplinaban” a sus seguidores, funcionarios nacionales y provinciales.
El país entró en una declinación muy pronunciada de la cual era difícil
salir.
La administración de la Nación entró en un verdadero aquelarre. Un caos
de acciones desesperadas, sin rumbo definido, muchas veces
contrapuestas, verdaderos manotazos de ahogado, tratando de encontrar
alguna salida que les permita zafar del negro final que seguramente les
espera. Un sinfín de medidas sin sentido y sin coherencia, muchas veces
contrarias a la Constitución Nacional y a las leyes vigentes.
Todo el esfuerzo oficialista en estos últimos tiempos fue destinado a
acallar los medios independientes y lograr “someter” a la Justicia.
Mientras esta irracional lucha tiene lugar, el país se fue deteriorando
rápidamente. El federalismo pasó a ser simplemente una palabra vacía.
Las instituciones funcionan a media máquina, algunas mal o muy mal y
otras simplemente no funcionan. Por ejemplo, las FF. AA. del octavo
país del mundo en superficie territorial, están reducido al mínimo, sin
ninguna capacidad operativa y el país se encuentra en una indefensión
total. El oficialismo ha degradado social e institucionalmente a la
Nación, instalando una violencia creciente y una impunidad total con una
corrupción política, económica y social insólita. Estamos en conflicto
con nuestros países vecinos y en tensas relaciones con nuestros
tradicionales amigos de Europa. Obviamente también con los EE.UU.
Y ahora al filo de los diez años de gestión, aparecen firmes testimonios
y evidencias de lo que muchos siempre sospecharon: una corrupción
colosal de magnitudes aún incalculables que comenzó en el mismo
instante, y aún antes, en que el tortuoso ex presidente asumió la
primera magistratura. Los “capitalistas cercanos al régimen” y los
muchos colaboradores cercanos del matrimonio ahora son multimillonarios o
se enriquecieron enormemente. Tenemos que reconocer que los Kirchner
siempre fueron muy generosos… con los dineros públicos.
No es objetivo de esta nota enumerar la infinidad de equivocaciones,
errores, torpezas, atropellos, disparates y acciones reñidas con la
ética y moral pública y demás desmanes cometidos por este singular
matrimonio, que nos descolgaron del mundo y nos sumergieron en muchos
aspectos en el pelotón de los países más atrasados del planeta.
Pero para sintetizar podemos resumir todo este desmanejo gubernamental
en tres aspectos centrales.
• Haber perdido el tren de la Historia más favorable que tuvo nuestro
país en todos sus doscientos años de existencia, dilapidando los
ingentes ingresos recibidos por las exportaciones, por la extraordinaria
situación netamente favorable para la Argentina en la economía mundial.
• Haber debilitado a las instituciones republicanas, contrariando sus
frecuentes promeses iniciales de fortalecerlas y apuntalarlas, llevando a
algunas prácticamente a su disolución o su absoluta inoperancia.
• Haber instalado como política oficial la confrontación permanente, la
descalificación, el agravio, fracturando así a la ciudadanía en dos
fracciones antagónicas y casi irreconciliables. El antagonismo y la
polarización son hijos de esta política demencial.
Ya al comienzo de su gestión Cristina expresó que le iba a ser difícil
por el hecho de su género. En realidad la dama de negro nuevamente se
equivoca. No le fue difícil…le fue imposible. Pero no por ser mujer,
sino por su falta de condiciones y su ineptitud para gestionar y
liderar.
Definitivamente el gobierno de esta falsa “Doctora”, termina como
terminó la otra mujer que fue presidente y que fuera seleccionada para
ese cargo, en las intimidades de la cama matrimonial.
El país perdió con esta mujer, por su inoperancia, sus falsedades y
mentiras, torpemente una década, ampliamente favorable para la
Argentina, en la cual toda la región creció excepto nuestro país.
22-May-13 Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL
alfredo@weinstabl.com.ar
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