El ataque israelí contra Siria es un desafío a Rusia
En una
declaración del Comité Central del Partido Comunista de la Federación
Rusa, Guennadi Ziuganov analiza el ataque israelí contra Damasco a la
luz del Tratado de Amistad y Cooperación firmado en 1980 entre la URSS y
Siria. Y no llama simplemente a la aplicación de los contratos previos
sobre armamento defensivo sino a la entrega de armas defensivas al país
árabe.
Israel realizó hace unos días varios golpes aéreos
contra territorio sirio. Es imposible considerar esos ataques de otra
manera que como un acto de agresión contra un Estado soberano. La Carta
de la ONU califica la agresión como el más grave de los crímenes contra
la paz.
Esas acciones fueron posibles porque desde hace años Tel Aviv viene
violando descaradamente el derecho internacional, desatando guerras de
agresión contra los Estados vecinos e ignorando desfachatadamente las
resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU con la continuación de
su ocupación de territorios árabes, impidiendo el regreso de millones de
refugiados palestinos a sus hogares. Todo ello exacerba la tensión en
el Medio Oriente y obstaculiza la preservación de la paz y de la
estabilidad en toda la región.
Esa política, incluyendo los ataques contra Damasco, Tel Aviv puede
aplicarla únicamente gracias al respaldo incondicional y al pleno
consentimiento de Washington. Esto crea en el agresor un sentimiento de
impunidad y lo empuja a cometer nuevas provocaciones, cada vez más
ambiciosas.
Esto no es casualidad. Estados Unidos, en su búsqueda de dominación
mundial, se aleja cada vez más de las modalidades políticas y económicas
de la lucha y recurre a la fuerza militar contra los países que no
comparten los valores occidentales.
Yugoslavia, Irak, Afganistán y Libia han sido blanco de esa política.
Siria ha sido designada como la próxima víctima. Pero la resistencia
heroica del pueblo no permite la realización de esos planes. El ataque
israelí contra Damasco no es más que un vano intento de salvar la
operación tendiente al derrocamiento del legítimo gobierno de Siria,
plan que los principales países de la OTAN y sus aliados han venido
aplicando en el Medio Oriente desde hace más de 2 años a través de
mercenarios provenientes del mundo entero.
Los ataques aéreos contra Damasco indican la existencia de una
estrecha coordinación entre el ejército [de Israel] y las bandas de
mercenarios y terroristas, incluyendo a los combatientes de al-Qaeda.
Exteriormente, el Estado judío y el extremismo islámico son enemigos
jurados pero en realidad podemos hablar de su interacción.
El Partido Comunista de la Federación Rusa condena firmemente la
nueva escalada de violencia y considera a Tel Aviv y sus clientes
enteramente responsables de las posibles consecuencias desastrosas de la
intervención contra Siria.
El Partido Comunista estima que, en virtud del Tratado de Amistad y
Cooperación entre la URSS y la República Árabe Siria, que data del 8 de
octubre de 1980 y se mantiene actualmente en vigor, nuestro país tiene
derecho a tomar las medidas necesarias para proteger la integridad y la
soberanía de su aliado. Dado el apoyo político, financiero y de otro
tipo que los países occidentales están prestando a los mercenarios, así
como el constante recrudecimiento de las sanciones por parte de la Unión
Europea, Rusia puede aportar a Siria un respaldo más importante
mediante la entrega de las armas de carácter defensivo.
El Partido Comunista estima que Rusia, en su calidad de miembro
permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, debe exigir que se
convoquen reuniones del Consejo con vistas a la adopción de una
resolución que obligue Israel a poner fin a la agresión contra Siria y
los países vecinos, en particular el Líbano.
Es evidente que Siria no es la primera ni la última víctima de la
expansión mundial de la expansión mundial de Estados Unidos y de sus
aliados de la OTAN. Los acontecimientos de estos últimos 20 años
demuestran que Rusia está también en el punto de mira. Por consiguiente,
las fronteras de nuestro país pasan por las ciudades sirias, que hoy se
han convertido en teatro de encarnizados combates. Rusia no debe
ignorar la subversión de Washington y sus satélites contra nuestros
aliados y no debe limitarse únicamente a hacer declaraciones políticas y
diplomáticas.
Ante la guerra no declarada desatada contra Siria, país amigo de
Rusia, el interés a largo plazo de Rusia es aportar una respuesta
adecuada que ponga fin a la intervención militar en los asuntos internos
de ese Estado soberano y miembro de la ONU.