La manera de fomentar las
virtudes es castigar al delincuente y proteger al inocente.
Gral. Manuel Belgrano
Motivo de una creciente inquietud en la población es el flagelo de la inseguridad, que no es otra cosa que el crimen desbordado e impune, una de las más salientes características de este sistema que padecemos los argentinos desde hace más de 30 años.
En los periódicos se hace una crónica diaria de muertos y damnificados donde la cuota de crueldad y desprecio por la vida de los semejantes es la constante de la delincuencia. Este desaforado auge del crimen tiene causas de diferente origen todas absolutamente vinculadas al sistema político, económico, social y cultural que padecemos, el que las va multiplicando, y al mismo tiempo fabricando justificativos a la actividad de los delincuentes, aun los más despiadados. Podemos hacer un raconto de esas causas:
1.- La pobreza y hasta indigencia estructural de crecientes franjas de la población, consecuencia de la economía liberal capitalista que ha destruido el aparato de producción argentino. Esto arranca en 1976 con el gobierno militar y se ha agudizado durante los gobiernos democráticos siguientes de manera alarmante, confinando a la marginalidad y precariedad económica a millones de Argentinos y destruido la cultura del trabajo a más de dos generaciones Esta destrucción ha sido redoblada durante el gobierno actual que cree que combatir la pobreza es dar subsidios, para peor en base a créditos de la banca internacional, que aumentan la impagable y fraudulenta deuda externa, motivo principal de nuestra decadencia económica.
2.- La difusión de la droga que tanto por su consumo o por las operaciones comerciales que se realizan con ella, ha potenciado el auge del delito, aumentando su crueldad y la desinhibición de los delincuentes dispuestos a cualquier cosa.
3.- El fenómeno que se ha dado en llamar la destrucción de la cultura, que sumerge a la población en una verdadera cloaca, donde todos los vicios suelen ser pintados como virtudes o estas, sometidas a la crítica y burla permanente que enaltece la “trasgresión” sea de la ley la moral.
4.- La difusión por los medios de comunicación social del consumismo más desenfrenado que hace desfilar una serie de placeres y disfrutes en la cara de marginados económicos y excluidos culturales, que sin valores de ningún tipo buscaran obtener esos placeres a como dé lugar, sea eso robando o matando si es necesario.
5.- Las teorías que se desprenden de una forma de ver la realidad, establecida como discurso oficial, difundido desde los centros de poder mundial (EEUU y los países centrales, ONU etc.) y aquí en Argentina desde el Estado a partir de 1983. En él se ha formado a dos generaciones de argentinos como mínimo. El pensamiento políticamente correcto o progresista. Destinado especialmente a las capas medias de la sociedad de donde sale la clase dirigente. El neo marxismo de Frankfurt, que aspira a la demolición de los valores religiosos, patrióticos y familiares
6.- Plantean la abolición del principio de autoridad, sosteniendo que ésta es mala en sí misma por que reprime al hombre. Somete a la crítica toda institución basada en la autoridad, como la Iglesia (oscurantista), la familia (castradora), la milicia (genocida) y en lo que nos interesa más a nosotros a la Policía (corrupta y represora). Dicha crítica no va orientada a combatir la corrupción que puntualmente existe en ella, sino que se la hace porque es la salvaguarda de la sociedad contra el caos y el delito. La crítica es a lo bueno no a lo malo que ella tiene.
7.- Derivado de esto es la ideología de los derechos humanos, difundida en forma de lavado de cerebros desde hace 30 años, con la cual en el imaginario colectivo derechos humanos es la garantía a cualquier trasgresión, la referencia a la observancia de leyes es en sí una “escalada represiva” sobre el caos imperante en la sociedad, una de cuyas manifestaciones es el delito desbordado. Para esta teoría reprimir y encarcelar a los delincuentes es hacer lo que hacen los tiranos a pesar que se lo haga con la Ley en la mano
8.- La ideología mencionada afirma que “los derechos humanos se ejercen contra el Poder”, con lo cual el delincuente termina siendo la víctima y ésta termina siendo ignorada cuando no criminalizada por tener cosas que el delincuente anhela tener. El mundo del revés
9.- De allí nace el abolicionismo penal conocido como garantismo, que de origen holandés, ha colonizado las facultades de derecho del país, formando camadas de abogados, muchos de los cuales son hoy los conocidos jueces que dejan en libertad a delincuentes y violadores. Otros magistrados tienen las manos atadas para reprimir condignamente el delito, pues el abolicionismo ha construido una maraña de leyes destinadas a dejar impune a la delincuencia con excusas de diversa índole.
10.- Como correlato de todo esto existe toda una estructura “militante” montada alrededor del tema de los derechos humanos, que antaño formara pare del aparato de superficie del marxismo guerrillero y hoy se han convertido, en no pocos casos, en terminales de ONG internacionales cuyos objetivos reales son francamente nebulosos. Esa estructura tiene injerencia primordial en las políticas de seguridad con los resultados a la vista.
Puede por ello decirse que el mismo Sistema pone las causas económico- sociales y culturales del delito y tiene un aparato de justificación y promisión de la impunidad de los delincuentes
Con lo detallado afirmamos que la inseguridad es una de las consecuencias más trágicas de este Sistema, por lo cual debemos advertir que quien prohíja todas estas teorías tanto económicas como culturales y jurídicas, es prácticamente imposible que puedan solucionarlas o al menos emprolijarlas. Será necesario un cambio substancial que debe nacer del convencimiento de los ciudadanos, para ello deberán al menos entender la raíz del problema, porque una vez entendido, el curso de acción será mucho más fácil
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