Por: LUIS ASIS DAMASCO
El mes de mayo tiene una gran significación
histórica, es un mes que ha marcado
profundamente el destino de pueblos que han sabido erigirlo (quizás sin darse cuenta) como pivote en el
tiempo de la constitución, defensa, reafirmación y reconquista de los pilares
de nuestra civilización: Dios, Patria, Tradición.
Así lo fue el 2 de mayo de 1808 en
la Madre Patria, el pueblo español se puso de pie en orden de reconquistar su Nación
descabezada por hallarse un usurpador en el trono (José I, hermano de Napoleón
Bonaparte, Emperador de Francia), que era mucho mas que una autoridad
ilegítima, tenía a su cargo la desnacionalización de la Patria Hispana, la
contaminación de la tradición, la persecusión religiosa y la subversión de
costumbres y valores. Acto de lealtad,
patriotismo, coraje y generosidad fue esta verdadera ACCION POPULAR contra un
tirano. Fiel reflejo de esta
participación del pueblo (sin haber estado “calibrada” cada dos años) fue
nuestro 25 de mayo de 1810 contra el “Consejo de Regencia” que funcionó en Cádiz constituido el 31 de
enero de 1810, apoyado exclusivamente por la flota inglesa de Wellington, que
reemplazó a la Junta Central de Sevilla disuelta en razón de la contraofensiva
napoleónica. Dicha Junta había dictado
un decreto el 22 de enero de 1809 que investía a los otrora virreynatos en
provincias españolas, lo que les daba derecho a elegir sus representantes en
dicho órgano de gobierno de Sevilla.
Señala
Federico Ibarguren en su libro “Nuestro Ser Nacional en peligro” (Ed. Vieja
Guardia, 1987) que de esa manera “la propia Junta Central de Sevilla le dio a
los criollos del año 1810, la oportunidad legal de declarar la cesantía del
virrey Cisneros. Todo fue legal. No hay tal revolución”. Destacamos, que justamente, el autor citado
denomina a la “Revolución de Mayo” como “Restauración Nacionalista de 1810”,
con precisión y lucidez.
Los efectos de ese vuelco de los
acontecimientos, provocó, como concluye, el Prof. Ibarguren (ob. cit.) que “no fue reconocido el Consejo de Regencia
por la Junta de Buenos Aires; por lo tanto, tampoco el cargo de Virrey
declarado ilegítimo por haberse disuelto la Junta Central de Sevilla de la cual
Cisneros era mandatario en el Río de la Plata….y se nombró esa Junta presidida
por Saavedra legalmente”.
Vemos de esa manera en que consistió
verdaderamente el 25 de mayo de 1810; ese día no se “inventó” la Nación
argentina, NO SOMOS producto de una rebelión anarquista de trasnochados y
cuchilleros, TODO LO CONTRARIO, cuando la Patria Argentina, la real y genuina,
actuó, fue para defender a Dios , a la Patria y a la Tradición, con auténticas
GESTAS POPULARES, sin diferencias de clases sociales (como en la Reconquista en
1806 y en la Defensa de 1807, donde pelearon los sirvientes al lado de sus
señores, también, ambos por tener el
mismo Señor como enseña San Pablo en sus epístolas) ni divisiones artificiales,
como las creadas por Sarmiento (“bárbaros y civilizados”); por Mitre (porteños
contra las montoneras del interior) ni las nefastas ideologías que asolan a la
Patria desde hace décadas que pretenden dividir a los argentinos en “oligarcas
y populares”, “ricos y pobres”, “indios y blancos”, etc. Así procedió la Nación Argentina, con
lealtad, coraje, patriotismo y generosidad, cuando vió cara a cara a su
enemigo, cuando se combatió por el SER O NO SER (y no como ahora: “aguantar o
agonizar”), así fue en 1806, 1807, 1810, 1829-52, 1943, 1975 y 1982. Pero no olvidemos que en estas gestas
populares, intervino el pueblo en el marco de una estructura orgánica y
jerárquica, cuya conducción, estuvo a cargo
de insignes ciudadanos, hombres de mérito que supieron conducir con eficacia y
prudencia los justos anhelos de su pueblo hacia el objetivo final que es la
restauración del Bien Común. En su
antítesis hallamos a la masa amorfa astutamente manipulada por un demagogo, que
casi siempre estará guiado por apetencias personales, dejando a su paso
desolación, divisiones y odios; es además, por definición, antipopular, pues el
método es abusar de la confianza de sus “dirigidos”, para asaltar el poder y
usufructuar de él. La masa es, de esta
manera, la mejor herramienta del tirano mientras que el pueblo organizado
jerárquicamente es conducido sabiamente por uno o mas individuos superiores,
primeros servidores de su Patria. La
diferencia entre la lealtad y el sacrificio , y la traición y la adulación, es
la que existe entre la masa anónima y el pueblo viril y valiente. Este es el pueblo que enfrentó al usurpador
inglés en 1806, 1807, 1845 y 1982 y a la tiranía bonapartista en 1810 y contra
TODA dominación extranjera en 1816.
Cierto es que esos valores
nacionales tuvieron que tener un origen, un cimiento, una raíz, que hace que
dichos imponderables se afiancen con el tiempo, y que no pueden ser inventados
por una sedición ni por un cuartelazo matutino, tal fundamento la dieron las
fundaciones de las primeras ciudades argentinas, señeras de la civilización
cristiana en estas tierras, hasta ese entonces, indómitas e impías.
En
lo que respecta a la historia riojana, el nacimiento y Santa Bendición de estas
tierras, el 20 de mayo de 1591, de la “Ciudad de todos los Santos de la Nueva
Rioja” por Don Juan Ramirez de Velasco, confirma la causalidad histórica de
mayo. Hombre fiel y prudente, modelo de
gobernante, austero y riguroso, o sea, lo que DEBE SER un gobernante para SER LEGITIMO. Cabal Señor, Don Juan, cuya herencia es su
ejemplo, obra y magisterio; la Fe y la Virtud resumen su trayectoria de este
excelente gobernante, su éxito no cabalgó sobre la miseria de su pueblo, al
contrario, fue su padre y su maestro.
Los gobernados por nuestro Fundador y Estadista, Don Juan Ramírez de
Velasco, decían de él en 1586: “gobierna con vida honesta vedando lo
contrario, desarraigando los vicios y ordenando buenas costumbres en
bien propio y utilidad de los vecinos”; y en 1588: “estamos todos
pacíficos y seguros en nuestras casas y somos señores de nosotros.... nos gobierna con mucha paz y justicia con
mucha rectitud y cuidado siendo padre de todos”. Su Señora esposa también era admirada en
estos términos: “con su caridad y su afabilidad deseaba el bien y era
muy gran consuelo en la tierra por ser tan buena intercesora y honradora de
todos y animadora de lo bueno”.
Contemplando correctamente los
acontecimientos de Mayo de 1810, así como de otros, nos fortaleceremos en
nuestra identidad nacional, dejaremos las crisis crónica y recurrente causada
por ideólogos y lacayos, no nos dejaremos engañar mas con recetas mágicas de progreso
instantáneo y participará finalmente la Argentina auténtica del trabajo, la
cultura, la piedad y la razón, desechando para siempre esta pesadilla de republiqueta extorsionada por piqueteros y gerenciada por
maleantes. Será sencillo discernir que
es trascendental para la Patria y que no, deduciendo con lucidez qué nos
“sobra” y qué nos “falta”, hoy siglo XXI, a doscientos años de esos gloriosos
días, y retomar de ese modo, el rumbo histórico y tradicional de la Nación,
desviado por intereses espurios e ideologías, hacia nuestro único y natural
destino de grandeza