Antinorma, el dominio social
La
sociedad comienza cuando la autodestrucción era aplastada por la norma,
que permitió convertir a los grupos en espacios sociales de convivencia
pacífica, donde la coexistencia fue posible a partir de consensuar
reglas claras, que delimitaban el beneficio propio del bienestar
general, trayendo prosperidad y dicha para quienes compartían ese
espacio de compatibilidad.
La convivencia ha dado la posibilidad de elegir los gobernantes desde
la conciencia y la crítica de quienes viven en sociedad, desplazando a
quienes pretendían el dominio económico, político y social de las
comunidades.
El objetivo actual de quienes dominan el mundo ha sido minar este
estado de pacificación, con la idea clara de regular la pacificación
según convenga, para lo cual han creado corrientes de pensamiento que
impulsan a los jóvenes a violar las normas establecidas, haciéndolas
caer casi inmediatamente en desuetudo.
Para lograr el objetivo de dominio, ha sido necesario enfrentar a
padres contra hijos, para lo cual inyectaron las drogas en la sociedad
juvenil, acompañando el proceso con información positiva sobre el
consumo de sustancias, manteniendo la oferta de las ilegales al alcance
de la mano de los niños y atacando en forma sistemática a quienes
advierten sobre los daños que estas hacen.
El consumo de alcohol y drogas entre los jóvenes trae como
consecuencia desarreglos mentales como la falta de energía, el
aburrimiento, la desesperanza, el aislamiento, la tristeza vital y la
falta de placer por las actividades constructivas, logrando de esa forma
crear seres con desordenes psíquicos y psiquiátricos que les impide el
razonamiento lógico o la aplicación del sentido común.
Este estilo de pensamiento autodestructivo, socava en forma directa
la convivencia familiar, destruyendo rápidamente el tejido social que
soporta la vida económica, política y social de una comunidad.
Los jóvenes enajenados que abrazados a la desesperanza transitan por
la vida, con un cerebro afectado por los desarreglos dopamínicos, los
obliga a generar adrenalina a través de actos violentos o de alto
riesgo, convirtiendo a los integrantes de la sociedad en la que vive,
como el alimento para saciar sus deseos en forma inmediata, sean estos
económicos, sexuales o sociales.
De esta forma se logra como objetivo primero ofrecer a quienes han
creado el caos como los principales artífices de la futura solución al
caos reinante, pero además destruir dos plagas que atentan contra el
poder que ostentan, la rebelión y la crítica.
La sociedad está tan entretenida en no dejarse matar, de frenar a los
enajenados y de salvar del caos a sus descendientes, que termina
implorando a los gobernantes que con premura solucionen estos temas,
pero sin fuerzas para enfrentarlos y reinstalar las normas que
construyeron la convivencia pacífica.
Santo Tomas de Aquino decía que el soberano es el pueblo que le
entrega ese poder al gobernante y, cuando éste los tiraniza, le retiran
esa potestad para entregársela a otro. El soterramiento social impide
taxativamente tal posibilidad, por lo tanto aseguran su permanencia en
el poder sin desagradables interrupciones.
Los gobernantes, entonces, proponen libera las sustancias enajenantes
como solución de pacificación, sabiendo que ellas traerán más daño
cerebral a los usuarios y a sus convivientes, haciendo desaparecer a
quienes pueden reconstruir la sociedad.
Los reconstructores son presentados como fachos, nazis o
enemigos de las libertades por quienes gobiernan, dejando en claro que
son los artífices de la prohibición y por tanto enemigos de la libertad,
logrando así la reclusión de quienes pueden desarticular el caos.
Hoy Argentina se encamina a hacer desaparecer el pensamiento como
medio para la libertad, y como contraposición darle al enajenado la
autonomía de acción necesaria, para frenar cualquier atisbo de
surgimiento del sentido común.
Se han bajado las exigencias escolares por dos motivos, por un lado
la incapacidad de pensamiento lógico con que cuentan los consumidores de
drogas y por otra parte para que esa falta de información actúe en
desmedro del alumno.
No es casual que Argentina, la que exportaba cerebros a todo el mundo
en la década pasada, hoy este en los últimos lugares de la medida
cognitiva mundial, cayendo estrepitosamente, inclusive en las mediciones
intelectuales en las que ha participado el alumnado de la Universidad
de Buenos Aires.
