Castro, Cuba, Obama… e Irán
Por Elliott Abrams
Por Elliott Abrams
Imagine por un momento que es usted saudí, emiratí, jordano o israelí. La principal amenaza para su seguridad es Irán,
el auge de Irán, con su programa nuclear, sus tropas luchando en Irak y
Siria, su influencia creciente desde el Yemen hasta el Líbano, pasando
por las propias Irak y Siria.
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Durante
las últimas décadas, su principal aliado en la lucha contra Irán ha
sido Estados Unidos. Naturalmente, le preocupan las decisiones que toma.
Se acuerda de lo que hizo Obama en Irán en 2009,
cuando no respaldó las protestas del pueblo Iraní tras el robo
electoral de que fue objeto en junio y se pregunta si podrá seguir
confiando en Estados Unidos o si llegará un día en el que Washington
anuncie un cambio drástico.
¿Qué cambio? Un acercamiento a Irán que
acabe con las sanciones y procure un salvavidas al régimen de los
ayatolás restableciendo las relaciones diplomáticas a cambio de nada. Es
decir, la República Islámica no ofrecería concesiones en materia de
política exterior e interior. Ese cambio significaría que, finalmente,
en la batalla que libran desde 1979 Irán y EEUU, los americanos habrían
doblado la rodilla.
Y ahora encienda el televisor y vea el anuncio sobre el cambio en la política de EEUU hacia Cuba.Se
restablecen las relaciones diplomáticas. Las modificaciones al embargo
se traducirán en un montón de dinero para los Castro. En fin, las
relaciones bilaterales experimentarán un vuelco. A cambio, los hermanos
Castro se han comprometido a liberar a 53 presos políticos, a un espía
estadounidense y al estadounidense Alan Gross. Por lo que hace a cambios
auténticos en el régimen, cambios en política exterior e interior,
ninguno. Cero. Nada. Así pues, esto se traduce en que durante el largo
conflicto que han mantenido Estados Unidos y el régimen de Castro desde
1959, los estadounidenses han doblado la rodilla.
La conclusión sobre Irán es inevitable: no se puede confiar en la Administración Obama y
es muy probable que también aquí dicte un cambio de rumbo. Su única
esperanza, estimado lector, es, evidentemente, el ayatolá Jamenei, que
parece rechazar y temer un acercamiento a los americanos. Quizá usté
esté a salvo mientras él siga vivo y ahora ande deseando que el anciano
líder iraní sobreviva a la Administración Obama.
El fracaso estadounidense con Cuba tendrá
tremendas repercusiones no sólo en Oriente Medio sino en otros lugares
del mundo: en Asia, por ejemplo, donde se afronta el auge de China, o en
Europa, en los países más cercanos a la nuevamente agresiva Rusia de
Putin. ¿Qué valor tienen las promesas y garantías americanas si una
decisión adoptada hace medio siglo y respaldada por demócratas como
Johnson, Carter y Clinton puede arrumbarse de la noche a la mañana? En
más de una cancillería la pregunta que se hacen en este final de año es:
“¿Quién será el próximo en constatar que EEUU está más interesado en
apaciguar a sus enemigos que en proteger a sus aliados?”.