La utopía revolucionaria
Plinio
Corrêa de Oliveira explica en su libro “Revolución y Contra-Revolución
que, entre los múltiples aspectos de la Revolución, es importante
resaltar que ella induce a sus hijos a subestimar o negar las nociones
del bien y del mal, del pecado original y de la Redención.
1. La Revolución niega el pecado y la Redención
La Revolución es, como vimos, hija del pecado. Pero si lo reconociese, se desenmascararía y se volvería contra su propia causa.
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Así se explica por qué la Revolución tiende, no sólo a silenciar la
raíz de pecado de la cual brotó, sino también a negar la propia noción
de pecado. Negación radical que incluye tanto la culpa original cuanto
la actual, y se efectúa principalmente:
- Por sistemas filosóficos o jurídicos que niegan la validez y la existencia de cualquier ley moral o dan a ésta los fundamentos vanos y ridículos del laicismo.
En la fase liberal e individualista, ella enseñó que el hombre está dotado de una razón infalible, de una voluntad fuerte y de pasiones sin desarreglo
Es la propia noción de pecado, la misma distinción entre el bien y el
mal, lo que la Revolución va destruyendo en el hombre contemporáneo. E,
ipso facto, va negando la Redención de Nuestro Señor Jesucristo, que,
sin el pecado, se vuelve incomprensible y pierde toda relación lógica
con la Historia y la vida.
En cada una de sus etapas, la Revolución ha procurado subestimar o negar radicalmente el pecado.
A. La concepción inmaculada del individuo
En la fase liberal e individualista, ella enseñó que el hombre está
dotado de una razón infalible, de una voluntad fuerte y de pasiones sin
desarreglo. De ahí una concepción del orden humano, en la cual el
individuo, reputado un ente perfecto, era todo, y el Estado nada, o casi
nada, un mal necesario… provisionalmente necesario, tal vez. Fue el
período en que se pensaba que la causa única de todos los errores y
crímenes era la ignorancia. Abrir escuelas era cerrar prisiones. El
dogma básico de estas ilusiones fue la concepción inmaculada del
individuo.
Los
individuos son propensos al egoísmo y pueden errar. Para los
revolucionarios las masas aciertan siempre y jamás se dejan llevar por
las pasiones. Su impecable medio de acción es el Estado
La gran arma del liberal, para defenderse contra las posibles
prepotencias del Estado, y para impedir la formación de camarillas que
le quitasen la dirección de la cosa pública, eran las libertades
políticas y el sufragio universal.
B. La concepción inmaculada de las masas y del Estado
Ya en el siglo pasado, el desacierto de esta concepción se volvió
patente, por lo menos en parte. Pero la Revolución no retrocedió. En vez
de reconocer su error, lo substituyó por otro. Fue la concepción
inmaculada de las masas y del Estado. Los individuos son propensos al
egoísmo y pueden errar. Pero las masas aciertan siempre y jamás se dejan
llevar por las pasiones. Su impecable medio de acción es el Estado. Su
infalible medio de expresión es el sufragio universal, del cual emanan
los parlamentos impregnados de pensamiento socialista, o la voluntad
fuerte de un dictador carismático, que guía siempre a las masas hacia la
realización de la voluntad de éstas.
3. La Redención por la ciencia y por la técnica: la utopía revolucionaria
De cualquier manera, depositando toda su confianza en el individuo
considerado aisladamente, en las masas o en el Estado, es en el hombre
en quien la Revolución confía. Autosuficiente por la ciencia y por la
técnica, él puede resolver todos sus problemas, eliminar el dolor, la
pobreza, la ignorancia, la inseguridad, en fin, todo aquello que
llamamos efecto del pecado original o actual.
Un mundo en cuyo seno las patrias unificadas en una República
Universal no sean sino denominaciones geográficas, un mundo sin
desigualdades sociales ni económicas, dirigido por la ciencia y por la
técnica, por la propaganda y por la psicología, para realizar, sin lo
sobrenatural, la felicidad definitiva del hombre: he aquí la utopía
hacia la cual la Revolución nos va encaminando.
En ese mundo, la Redención de Nuestro Señor Jesucristo nada tiene que
hacer. Pues el hombre habrá superado el mal por la ciencia y habrá
transformado la tierra en un cielo técnicamente delicioso. Y por la
prolongación indefinida de la vida esperará vencer un día a la muerte.
Plinio Corrêa de Oliveira – Cap. XI del libro “Revolución y Contra-Revolución”. Bajarlo gratuitamente.