jueves, 4 de junio de 2015

Tierra de delincuentes impunes y de Álvarez y Borges


Tierra de delincuentes impunes y de Álvarez y Borges

Olmedo y Portales
Los casos se multiplican y día a día la muerte es una certeza que termina por concretarse en alguna imagen que nos horrorizará, tardíamente. Impunidad por un marco legal que lo permite y una clase política que tiende a victimizar al delincuente. Esa minoría hábil declarante que tiene un discurso aprendido para explicar que si tuviera una oportunidad laboral no delinquiría, cuando en realidad decidió vivir con atajos -no todos obviamente- que le rinden más dinero que el digno salario de un pobre que lucha por no ingresar al deseo de apropiarse de lo ajeno para compensar la distancia entre lo deseable y lo posible. 
 
Tan cierto como que la pobreza no es precondición para el delito, -afirmación confirmada por la enorme mayoría de familias con carencias que se desloman sin robar ni matar para mostrar un camino de esfuerzo y dignidad-, es también la existencia de sectores empresariales millonarios -no todos obviamente- que; lejos de hacer un esfuerzo por incluir a los más necesitados, se abusan de la perentoriedad de sus necesidades para bastardear sus esfuerzos. Algunos de estos se hacen sentir hablando de la sabiduría del Papa Argentino, mientras actúan absolutamente en contrario a sus expresiones declamativas. Estos, son también, como muchos delincuentes, hábiles declarantes frente a las cámaras o su público, en tanto que son sepulcros blanqueados en la cotidianeidad de la disposición de sus fortunas.
La opinión pública se equivoca cuando critica a los jueces. Los habrá menos permisivos y más permisivos, pero, lo cierto, es que no hacen otra cosa que decidir y aplicar lo que la Ley Penal establece, dentro de las penas mínimas y máximas que pueden decidir. Podremos no estar de acuerdo. Pero los jueces no pueden decidir en contrario a las leyes que existen.
Dos ejemplos menores de los más recientes últimos días.
Un joven menor de edad, 16 años, fue detenido por la policía rionegrina robando en un domicilio. Fue llevado al juez. Este, por su condición de menor y como la Ley lo establece, lo liberó y se lo entregó a sus padres. Hasta aquí, todo normal. El problema es que la situación se repitió 3 VECES en la misma noche.
O sea, era detenido, entregado a sus padres, volvía a salir, volvía a robar, volvía a ser detenido, volvía a ser entregado a sus padres, volvía a salir y volvía a robar. Así, sucesivamente toda la noche. Es más que obvio que este menor no solo no tiene la menor contención jurídica ni familiar, sino que; en aras de una supuesta legislación progresista y la falta concreta de recursos del Estado para una efectiva recuperación con profesión y salida laboral, sigue un camino que inevitablemente lo llevará a la muerte o a producir la muerte de terceros inocentes. Pero eso sí, los menores son intocables y algunas paredes gritarán “ni uno menos”. Hipócritas. Están condenando a ese chico a regresar a un “Hogar” que es más un aguantadero anárquico que una familia que lo ame, lo controle y lo contenga.
Por su parte, el Estado y la Justicia, que es parte de ese Estado, cumple el protocolo legal de mostrarse considerado y comprensivo, entregándole ese menor a unos padres desaprensivos cuando no cómplices. Obviamente no faltará algún hábil declarante que exprese algo así como… “Lo que pasa es que el pibe es difícil de controlar”. Puede haber algo de cierto. Pero no es menos cierto que el control amoroso de un pibe no se pierde una noche sino que se pierde mucho tiempo atrás cuando se lo desatiende y no se ejercen los roles de padres que deben ejercerse. Y, la pobreza no es una excusa. La más absoluta mayoría de los hogares pobres, con padres o ausencia de uno de ellos, cuidan, controlan, aman a sus hijos y estos no ingresan al circuito de la delincuencia en el que el más pesado y violento es el líder a seguir y la persona a imitar.
El otro ejemplo sucedió hace unos días en Bariloche cuando tres delincuentes de corta vida y más que frondoso prontuario, aceptaron condenas menores -3 y 4 años- por el mecanismo de juicio abreviado, luego de haber asaltado con armas y cuchillos un negocio, golpear a culatazos al dueño, darle repetidos puntazos con un cuchillo en la espalda, mientras que se le recordaba… “quedate quieto porque a vos ya te agarré con un cuchillo, te acordás”, no conformes con eso, golpearon a una mujer, la tiraron al piso y luego la patearon ya caída. Juicio abreviado, 3 y 4 años de cárcel -que obviamente serán muchos menos. En paralelo, la sociedad ve como uno de sus referentes políticos locales oficia -legal y legítimamente por cierto- de abogado de uno de los delincuentes que; no asesinaron en uno de sus puntazos, culatazos y patadas en el piso a alguno de los asaltados, de casualidad o porque Dios así lo quiso. ¿Es legal todo lo que sucedió? Absolutamente Sí. ¿Actuaron conforme a las prerrogativas y márgenes que la ley establece? Absolutamente Sí. La sociedad siente que no es justo. ¿Y entonces que sucede? Lo que sucede es que las leyes que existen, que no son sancionadas por los miembros de la Justicia sino por los integrantes del poder legislativo y / o a instancias de varios Poderes Ejecutivos Nacionales en distintos momentos de nuestra historia, incluyendo la Dictadura, han perdido su esencia inicial porque esta sociedad no tiene nada que ver con la sociedad preexistente a la hora que fue sancionada. Tampoco, antes, un dirigente político con aspiraciones de liderar procesos políticos locales habría disfrutado de su profesión como abogado para defender a personas que agreden a la sociedad que él pretende o pretendió liderar. Todo es legal y obviamente tan opinable como mis propios conceptos, firmados por cierto. ¿Ético, Moral, Justo? Todo dependerá en donde cada sociedad ponga el acento. Los argentinos somos muy particulares. Defenestramos a un futbolista si se casa con la esposa separada de un amigo, pero no nos inmutamos frente a situaciones como las descriptas. Por un instante me acorde de esos diálogos maravillosos de Álvarez (Alberto Olmedo) y Borges (Javier Portales) cuando Olmedo contaba un argumento de película en donde una familia era agredida, violentada, asaltada y hasta asesinada frente a la mirada pasiva del Jefe de Familia, hasta que le tocaron al Bobby (el perrito) y ahí se descontrolaba en aras de las violaciones sufridas.