LO
FIRMA MARCELO L. MASIA, COMPARTO PLENAMENTE SU POSICION FRENTE A
FRANCISCO EN ESTO CASOS QUE MENCIONA EL ARTICULO, HABRIA QUE AGREGAR A
NUESTROS PRESOS POLITICOS
11/09/2015 | Actualidad
¿Hasta Cuándo El Papa Va A Callar Lo Que Pasa En Venezuela?
FRANCISCO Y UN SILENCIO INCÓMODO
¿Hasta Cuándo El Papa Va A Callar Lo Que Pasa En Venezuela?
FRANCISCO Y UN SILENCIO INCÓMODO
,
El
jueves por la noche concluyó el juicio que se le seguía al líder de
Voluntad Popular Leopoldo López Mendoza, líder de la oposición
antichavista en Venezuela.
Tras
19 meses de estar tras las rejas en la cárcel militar de Ramo Verde,
López fue condenado a 13 años y 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión.
Leopoldo
fue declarado culpable por la juez Susana Barreiros por cometer cuatro
delitos: Instigación pública, asociación para delinquir, daños a la
propiedad privada e incendio, cometidos durante febrero de 2014 en una
marcha de protesta contra el régimen del presidente Nicolás Maduro.
Es
entendible el silencio y la complicidad del gobierno kirchnerista y sus
"aliados" autocráticos de Ecuador y Bolivia. Se trata de "tiranuelos"
cortados por la misma tijera populista.
Sin
embargo, es inentendible el prolongado silencio del Papa Francisco con
respecto a las atrocidades cometidas por la tiranía bolivariana que ayer
asesinó a otro dirigente opositor en plena calle por el sólo hecho de
pedir la libertad de López Mendoza.
Hace
un par de meses, le escribí de manera diaria a monseñor Guillermo
Karcher, mano derecha del Sumo Pontífice, explicándole que yo era el
biógrafo oficial de Leopoldo y que había publicado un libro llamado
"Preso de Conciencia" ya que este dirigente está preso por sus ideas y
no por sus actos.
Le
conté que había recorrido durante más de tres semanas toda Venezuela
viendo lo que sucedía y que sólo en la dictadura militar había visto
cosas parecidas: el Sebin (la Gestapo Chavista) se llevaba de a decenas
personas de sus propias casas y departamentos rumbo a prisiones
terroríficas sin órdenes de allanamiento ni decisión judicial alguna.
Le
expliqué quién era López, un descendiente directo del libertador Simón
Bolívar y también de Cristóbal Mendoza, el primer presidente del país
caribeño, hace 200 años.
Es
un cuadro político con doctorado en Harvard que ganó premios
internacionales de Transparency International cuando fue durante dos
períodos alcalde de Chacao, uno de los cinco municipios internos de la
gran Caracas.
Leopoldo
fue proscripto por Hugo Chávez en 2008 cuando el Comandante perdió un
referendum donde buscaba su reelección indefinida. Tras la derrota,
sondeos de opinión indicaban que el líder de la oposición, que tenía
apenas 35 años, ya era más popular que el jefe "revolucionario".
Luego,
el presidente Maduro lo metió preso bajo cargos ridículos ya que se
comprobó que las muertes que se registraron en protestas nacionales a
principios del año pasado fueron causadas por "colectivos" del PSUV
(Partido Socialista Unido de Venezuela), una suerte de "tonton macoutes"
que aterrorizan a todo el país.
Le
conté a Karcher que López estaba soportando una huelga de hambre de
casi un mes y estaba a punto de fallecer pero la recomendación del
sacerdote fue que debía dirigirme "a la Conferencia Episcopal
venezolana".
Era
cuestión de horas, de vida o muerte, pero la burocracia vaticana fue
más importante que el sacrificio de un tipo solo, abandonado en una
celda de tres por dos en una cárcel de milicos que exigía que los
chavistas fijaran fecha para los comicios parlamentarios obligatorios de
2015..
Finalmente,
Maduro tuvo que ceder y se votará en diciembre, pero el heredero del
trono de Pedro nada tuvo que ver con esa conquista. Prefirió señalarle
el camino del papelerío y la supuesta diplomacia a un tipo que había
perdido 25 kgs durante su estoica protesta.
En
2013 tuve la mala idea de llevarle al Vaticano mi libro "El
aplaudidor", la biografía no autorizada de Aníbal Fernández, donde
investigamos todas y cada una de las denuncias de Francisco cuando era
el arzobispo de Buenos Aires.
En
la dedicatoria le escribí: "una palabra suya alcanzará para frenar en
Argentina la trata de personas, la esclavitud laboral en talleres
clandestinos y las mafias enquistadas en lo más alto del poder".
Sin
embargo, hace ya dos años y medio que el Pontífice no dice una sola
palabra sobre su propio país. Por el contrario, recibe con bombos y
platillos en Santa Marta a los jefes máximos de la corrupción, con
quienes intercambia regalos.
Un
sólo gesto hubiera servido para liberar a toda una Nación de un
gobierno aliado al narcotráfico y a los sistemas esclavistas del siglo
XXI.
¿Para
qué quiso dejar de ser el "papa negro" (como se llamó siempre al jefe
de los jesuitas) para pasar a ser Francisco si no es capaz de interceder
de manera mínima en Sudamérica?
¿Por qué Cuba sí y el subcontinente no?
¿Para
qué carajo es el Jefe espiritual de cientos de millones de fieles si no
puede decir que lo que soportan los venezolanos es una dictadura con
feroz represión, sueldos de 30 dólares mensuales (un dólar por día), 25
mil asesinatos por año y un millón y medio de exiliados en los ùltimos
tres lustros?
¿Si
los que detestan al chavismo y por eso abandonan su propio país con el
corazón roto, no cuentan porque viajaron en avión desde el aeropuerto de
Maiquetía?
¿No
es suficiente un millón y medio de tipos que tuvieron que rajar de su
propio hogar? ¿No son también desplazados? ¿No los vio nunca en Buenos
Aires, en los sitios de venta de arepas a dos o tres cuadras de la
Catedral Metropolitana? ¿Nunca charló con ellos y le contaron que el 30
por ciento de los habitantes de ese país (que tiene el 20 % de las
reservas de petróleo de todo el mundo) quiere marcharse a vivir a otra
Nación?
¿Hasta
cuándo va a "lucirse" deambulando por Latinoamérica sin decir una sola
palabra sobre países que tienen presos políticos, que practican el
terrorismo de Estado y utilizan a paramilitares para generar terror
interno, que callan a los medios opositores con leyes o balas y que
generan una hambruna sin precedentes en el país potencialmente más rico
del planeta?
Cada
vez que me llaman desde Caracas los familiares de Leopoldo (su esposa,
Lilian, sus padres Leopoldo y Antonieta, o una de sus hermanas, Diana)
para implorarme que intente hablar con los "romanos-argentinos" les
repito lo mismo: yo conocí a Jorge Bergoglio, a quién le hice varias
entrevistas y admiraba con pasión. Este Papa, como argentino, sólo me
provoca vergüenza.