2. LA ESCUELA DE FRANKFURT

De esta forma, siguiendo al leninista Georg Lukács (1885 –
1971) y su visión trágica de la vida fundada en que la alienación y el
extrañamiento como un destino inevitable del hombre, de modo decisivo
intervienen en el proceso de renovación y proyección del marxismo en el
siglo XX, Max Horkheimer (1895-1973), Theodor Adorno (1903-1969),
Herbert Marcuse (1898-1980), Erich Fromm (1900-1980), Wilhelm Reich
(1897 - 1957), Louis Althusser (1918 - 1990) y Jürgen Habermas (1929).
Siendo su objetivo la investigación social para la intervención
ideológica y transformación político revolucionaria de la sociedad, la
“Escuela de Frankfurt” formalmente se centra en problemas teóricos y en
la metodología de las ciencias sociales. Así, imputando a la teoría
tradicional la condición de racionalidad que corresponde a una mera
contemplación desinteresada, separada de cualquier tipo de praxis, que
opera por derivación a partir de principios generales y últimos, y que
presupone tanto la relación de sujeto y objeto, de lo racional con lo
real, como la adecuación entre concepto y cosa, los frankfurtianos
criticaron las principales formas de la “teoría clásica” y configuran
una “teoría crítica”. Entonces, si bien la “Escuela de Frankfurt”, es
decir, el marxismo estructuralista o neomarxismo, reconoció la presencia
de la irracionalidad en la historia, de hecho rechazó tanto el
idealismo de la razón de Hegel como el “irracionalismo” al estilo de
Kierkegaard, Nietzsche o Bergson. Se mantuvo firme en el recurso a los
procedimientos racionales de acceso a la realidad pero concibió una
“racionalidad crítica” como saber racional que denuncia lo que hay de
irracionalidad en la historia y en la sociedad. Rechazó asimismo las
pretensiones del positivismo (neopositivismo, empirismo o fenomenismo)
de identificar el conocimiento con la ciencia (cientifismo), y
considerar a ésta como un conocimiento objetivo (objetivismo). Se trata
de un rechazo a todo intento de reducir cualquier forma de conocimiento a
conocimiento sólo de hechos, absteniéndose de cualquier tipo de
valoración –positiva o negativa– de los mismos. Esto por cuanto, el
identificar lo real con lo racional y el absolutizar los hechos,
conducen a una misma conclusión: la aceptación y no la crítica de la
realidad, actitud tenida por común entre todas las formas de la teoría
clásica y cuestión que la causa revolucionaria no admite por ningún
motivo. De esta forma, siguiendo la idea del “comunismo crítico” de Karl
Marx, la “teoría crítica” o neomarxismo afirmó los principios de
negatividad, mediación y praxis.