2. LA ESCUELA DE FRANKFURT
Interaccionando
en lo principal, categorías idealistas, materialistas y
existencialistas e inserto en el proceso de renovación del marxismo
occidental, en 1924 se creó, adherido a la Universidad de Frankfurt, el
“Instituto para el Nuevo Marxismo”, el cual por razones estratégicas
luego es denominado “Instituto para la Investigación Social”. Se adopta
ante el marxismo una postura crítica para depurarlo, perfeccionarlo y
adaptarlo a las nuevas condiciones objetivas y subjetivas existentes en
Occidente, condición necesaria para asegurar el triunfo de la revolución
comunista en este campo histórico – cultural. El proceso de
reinterpretación del marxismo, realizado a partir de una nueva lectura
de Hegel, más la incorporación de las aportaciones de Max Weber y
Sigmund Freud entre otros, sin más origina el estructuralismo marxista o
neomarxismo, el cual es formalizado bajo el nombre de “Escuela de
Frankfurt”.
De esta forma, siguiendo al leninista Georg Lukács (1885 –
1971) y su visión trágica de la vida fundada en que la alienación y el
extrañamiento como un destino inevitable del hombre, de modo decisivo
intervienen en el proceso de renovación y proyección del marxismo en el
siglo XX, Max Horkheimer (1895-1973), Theodor Adorno (1903-1969),
Herbert Marcuse (1898-1980), Erich Fromm (1900-1980), Wilhelm Reich
(1897 - 1957), Louis Althusser (1918 - 1990) y Jürgen Habermas (1929).
Siendo su objetivo la investigación social para la intervención
ideológica y transformación político revolucionaria de la sociedad, la
“Escuela de Frankfurt” formalmente se centra en problemas teóricos y en
la metodología de las ciencias sociales. Así, imputando a la teoría
tradicional la condición de racionalidad que corresponde a una mera
contemplación desinteresada, separada de cualquier tipo de praxis, que
opera por derivación a partir de principios generales y últimos, y que
presupone tanto la relación de sujeto y objeto, de lo racional con lo
real, como la adecuación entre concepto y cosa, los frankfurtianos
criticaron las principales formas de la “teoría clásica” y configuran
una “teoría crítica”. Entonces, si bien la “Escuela de Frankfurt”, es
decir, el marxismo estructuralista o neomarxismo, reconoció la presencia
de la irracionalidad en la historia, de hecho rechazó tanto el
idealismo de la razón de Hegel como el “irracionalismo” al estilo de
Kierkegaard, Nietzsche o Bergson. Se mantuvo firme en el recurso a los
procedimientos racionales de acceso a la realidad pero concibió una
“racionalidad crítica” como saber racional que denuncia lo que hay de
irracionalidad en la historia y en la sociedad. Rechazó asimismo las
pretensiones del positivismo (neopositivismo, empirismo o fenomenismo)
de identificar el conocimiento con la ciencia (cientifismo), y
considerar a ésta como un conocimiento objetivo (objetivismo). Se trata
de un rechazo a todo intento de reducir cualquier forma de conocimiento a
conocimiento sólo de hechos, absteniéndose de cualquier tipo de
valoración –positiva o negativa– de los mismos. Esto por cuanto, el
identificar lo real con lo racional y el absolutizar los hechos,
conducen a una misma conclusión: la aceptación y no la crítica de la
realidad, actitud tenida por común entre todas las formas de la teoría
clásica y cuestión que la causa revolucionaria no admite por ningún
motivo. De esta forma, siguiendo la idea del “comunismo crítico” de Karl
Marx, la “teoría crítica” o neomarxismo afirmó los principios de
negatividad, mediación y praxis.