4.11. Convención de la ONU para la eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer (CEDAW)
Breve historia del control de la población
El
movimiento del control de la población tuvo su origen en el ensayo
sobre los principios de la población, escrito por Thomas Malthus en
1798. En este ensayo, Malthus postuló que la población siempre
aumentaría a un ritmo superior al de la producción de alimentos y que
los resultados serían un aumento de la pobreza, la miseria y los vicios.
Esta
posición está ahora desacreditada. Carlos Darwin conoció el ensayo de
Malthus cuando estaba escribiendo "El Origen de las Especies" y comenzó a
extender el ámbito de su trabajo desde el reino animal inferior, para
incluir también al hombre.
Darwin creía que la sociedad civilizada se
debilita por la compasión mal comprendida; por causa de los médicos que
ejercen sus habilidades para salvar la vida de cualquiera hasta el
último momento, permitiendo que los miembros débiles de las sociedades
civilizadas propaguen su especie.
El primo de Darwin, Francis Dalton,
abrazó con entusiasmo las ideas de Darwin y las usó para formular la
ciencia de la eugenesia, que es la creencia de que cierta gente
pertenece a una raza superior y que la raza puede mejorarse criando
ciertos tipos en forma selectiva.
Este es el comienzo del movimiento
del control de la natalidad. Las personas que ejercieron mayor
influencia, Mary Stoppes en Inglaterra y Margaret Sanger en EE.UU., eran
racistas, feministas extremistas y promotoras de la eugenesia, cuyo
interés primario no residía precisamente en que las mujeres espaciaran
sus hijos, sino en la prevención de los nacimientos de los grupos
sociales que ellas consideraban "indeseables".
Después de la guerra,
cuando emergió la verdad acerca del horroroso programa para crear una
raza superior, el movimiento eugenista tuvo que irse a la clandestinidad
y el término "control de la natalidad" se cambió por "planificación
familiar".
Los controladores de la población tuvieron que buscar
nuevas justificaciones para sus actividades. La idea de que el mundo
estaba superpoblado les dio precisamente la justificación que buscaban y
nació así el movimiento en pro del control de la población.
En 1952,
se establecieron en Londres las oficinas centrales de la Federación
Internacional de Planificación de la Familia (IPPF, por sus siglas en
inglés), organización pro-abortista y controlista. . El mismo año se
establecía el Consejo de Población en Nueva York, con la asistencia
financiera de John D. Rockefeller III, quien estaba directa y
personalmente convenciendo a las Naciones Unidas (ONU) para que
estableciera el control de la población.
Así fue como en 1967 U.
Thant, Secretario General de las Naciones Unidas, hizo pública una
declaración sobre población en la que se hizo una proposición en el
sentido de que los gobiernos del mundo debían reconocer el problema de
la población.
La declaración proclamó el control de la fertilidad
como un "derecho humano básico", que en el futuro inmediato se
transformó en la plataforma de lanzamiento de una ola de cambios
legislativos, que finalmente han otorgado a los gobiernos la autoridad
para controlar el derecho de los ciudadanos a reproducirse.
Las
Naciones Unidas, el Consejo de Población y la IPPF estaban y todavía
están activamente implementando una campaña masiva de control de la
población. La campaña va mucho más allá de la imagen pública que la
muestra otorgando servicios de la inmoral "planificación familiar"
(anticoncepción y aborto) a los países subdesarrollados. Llega hasta la
manipulación sexual de los niños sin la participación ni consentimiento
de los padres y el cambio en los papeles del hombre y la mujer.
Promoción de la participación femenina en la fuerza laboral
Uno
de los planes principales para conseguir estas metas es incentivar a la
mujer para que se integre a la fuerza laboral. Las mujeres que tienen
una carrera profesional, no son realmente muy eficientes en tener
familia; especialmente familias numerosas.
Fue en la conferencia
sobre "planificación familiar" en 1969, donde el presidente del Consejo
de Población proclamó estas ideas: la promoción de la participación
femenina en la fuerza laboral fuera de su casa y la manipulación directa
en la estructura de la familia misma. Este fue un medio para conseguir
un fin. Se puede observar aquí la conexión entre el movimiento de
control de la población y el movimiento feminista extremista.
Las
feministas extremistas luchan por liberarse de las inhibiciones de lo
que ellas contemplan como tiempos coercitivos. Identifican a la familia
como una institución represiva y creen que no hay diferencia entre
hombres y mujeres. Hacen campañas por los derechos de las prostitutas y
lesbianas y ven el matrimonio y la fidelidad como productos de una
conspiración masculina. Luchan por la contracepción libre y el aborto
como un medio de divorciar el acto sexual de la reproducción. Como dijo
una feminista en cierta ocasión, "nos estamos convirtiendo en el hombre
con quien queríamos casarnos."
El grito de las primeras feministas
era una forma comparativamente benigna de liberación femenina que
apuntaba a un salario igual, acceso a las profesiones, etc. Estas
feministas vieron a la mujer como un complemento del hombre y no tenían
intenciones de que la sociedad se estructurara de una manera tal que las
esposas y madres se sintieran como ciudadanos de segunda clase si no
trabajaban fuera de sus hogares.
La Convención para la Eliminación de toda Forma de Discriminación contra la Mujer
El
advenimiento del Movimiento de liberación femenina y todo lo que éste
implica, es el resultado de la Convención de las Naciones Unidas para la
Eliminación de toda Forma de Discriminación Contra de la Mujer (CEDAW,
por sus siglas en inglés), documento feminista extremista.
La
Naciones Unidas lo adoptaron en 1979 y abrieron registro para las firmas
en 1980. Más de 80 países ratificaron esta convención [hasta 1986 fecha
en que la Sra. Riches dio esta charla], obligando a los países
signatarios a poner las recomendaciones de la Convención en
funcionamiento legal.
En el Reino Unido todo esto se manejó casi sin
ningún anuncio al público y sin debates de ningún tipo. Es importante
comprender que oponerse a este documento no significa estar a favor de
la discriminación contra de la mujer, sino todo lo contrario.
Primero
debemos ver lo que significa "discriminación" a los ojos de las
Naciones Unidas y para ello, voy a citar un pasaje largo y tedioso:
"Es
cualquier distinción hecha sobre la base del sexo, que tenga el efecto o
propósito de desmejorar o anular el reconocimiento del goce o su
ejercicio por parte de la mujer, sin importar su estado marital, sobre
la base de igualdad entre hombre y mujer, sobre derechos humanos y
libertades fundamentales en el campo político, económico, social,
cultural, civil o cualquier otro".
Normalmente la discriminación se
considera un acto consciente. Es decir, tratar con premeditación a una
mujer en forma diferente a un hombre basándose en su sexo.
Las
Naciones Unidas lo ven de una forma más amplia. Para esta organización,
es cualquier política o práctica que tenga el efecto de influenciar a
las mujeres en forma diferente a los hombres o/y por lo tanto, las
tradiciones culturales que han evolucionado a través del tiempo sin
intenciones malévolas, pueden ahora considerarse discriminatorias en
absolutamente todos los campos del quehacer humano, político, social,
cultural o civil.
El ámbito de la distinción es ilimitado y puede
usarse para declarar fuera de la ley a los colegios no mixtos, a los
clubs, prisiones, baños, salas de hospital, etc.
La frase "sin
importar su estado marital" es muy significativa. Ninguno de los
derechos delineados en la Convención tiene nada que ver con el
matrimonio, incluyendo los derechos que tienen que ver con los niños,
tales como la adopción o elegirles un nombre.
Hay una omisión muy
significativa, pues no hay mención de los derechos religiosos, que están
contemplados en todas las declaraciones internacionales previas, sobre
los derechos humanos. Esto es especialmente significativo para los
sacerdotes, pues el ejercicio religioso abarca también hombres y
mujeres.
El punto de vista de la Convención sobre la familia es
extremista. Llama a un cambio del rol tradicional de hombres y mujeres
en la sociedad y en la familia y los invita a ver los detalles de cómo
ese cambio se llevará a cabo.
El artículo número 2 hace un
llamamiento a que los Estados tomen todas la medidas apropiadas,
incluyendo la aprobación de leyes, para modificar o abolir las leyes,
reglamentos, costumbres o prácticas vigentes, que las Naciones Unidas
consideren discriminatorias contra las mujeres, tanto en el sector
público como en el privado.
Hay una insistencia casi obsesiva en esta
Convención de hacer que la mayor cantidad de mujeres se integren a la
fuerza laboral: "La máxima participación de la mujer, en iguales
condiciones que el hombre, en todos los campos", aduciendo que la
prosperidad de la sociedad y de la familia se verá estorbada mientras
esto no se consiga." Yo diría que será todo lo contrario.
La Convención también establece que toda medida de discriminación a favor de la mujer no se considerará discriminatoria.
Una
participación máxima sólo puede significar una fuerza laboral en la
cual la mujer constituya el 50% de todas las profesiones y actividades,
sin importar si el trabajo es pesado o no es apropiado.
La Convención
también se refiere a "medidas temporales especiales" para conseguir
esta máxima participación. Estas pueden incentivar a la introducción de
cuotas por sexo y otras medidas de discriminación positivas, las cuales
son intrínsicamente injustas y a menudo en extremo absurdas.
Por
ejemplo, en Australia, que ratificó la Convención, se implementó el Acta
de Discriminación Sexual de 1984 y se fijaron cuotas por sexo, para la
creación de grupos especiales de trabajo en las que se considera un 25%
de cuota de mujeres en la contratación de trabajadores para la
construcción de carreteras.
Ha sucedido que muy pocas mujeres quieren
trabajar en construcción de carreteras y como resultado, los hombres
cesantes se han visto imposibilitados de trabajar si la cuota masculina
está copada, habiendo cuota femenina vacante pero no utilizada.
Quizás
el aspecto más preocupante de las implicaciones para la mujer de la
Convención en la fuerza laboral, es lo que implica la decisión de salir a
trabajar, pues esta decisión no será ya voluntaria.
No hay
referencia en parte alguna, a las necesidades de aquellas mujeres que
quieren quedarse en casa y cuidar de su familia. Todos los beneficios
específicos y de bienestar social, están directamente dirigidos a la
mujer que integra la fuerza laboral.
Si la Convención estuviese
realmente interesada en el bienestar de la mujer, hubiese querido
prohibir ciertos tipos de trabajos que no debía realizar la mujer
embarazada y darle a esta una manutención que le asegure lo necesario
por el lapso del embarazo y puerperio, si carece de un salario.
En la
URSS, la utopía unisexual legitimada por esta Convención se ha logrado y
las mujeres constituyen el 51% de la fuerza laboral. Está sin embargo
en cuestionamiento, si el status de la mujer ha mejorado en ese país.
Según una disidente feminista muy prominente, "la emancipación ha
resultado ser para nosotras una explotación más dura que antes, hay una
cierta división de tareas entre hombres y mujeres, pero las mujeres
también se ven forzadas a ejecutar tareas pesadas y levantar cargas; en
la URSS todos somos esclavos, pero la mujer es esclava de un esclavo."
La
maternidad, que una vez fue la gloria del sexo femenino, se degrada
sistemáticamente en esta Convención, mediante el uso de frases tales
como "la función reproductiva", "el rol de la mujer en la procreación", y
otras, pero nunca se le llama "maternidad".
Las referencias al hecho
de que son las mujeres y no los hombres los que tienen bebés, se
expresan en forma negativa, diseñadas solamente para que la mujer vuelva
a su trabajo lo más pronto posible después del nacimiento del niño.
Los
trabajos deben mantenerse abiertos y el Estado debe colocar en algún
lugar al niño. El efecto negativo de tales políticas en la vida
familiar, casi no necesita explicarse.
Las necesidades de las mujeres
que no desean integrarse a la fuerza laboral y que quieren quedarse en
su casa a cuidar de sus hijos, se han ignorado completamente.
¿Que
significa esto? ¿Acaso que los niños deben nacer de sus padres y en sus
familias o que son propiedad del Estado? Me imagino que esto último.
De
lleno entramos a los dominios del control de la mente cuando esta
Convención llama a "tomar medidas" para modificar los patrones sociales y
culturales de la conducta de hombres y mujeres, con el fin de conseguir
la eliminación de los prejuicios, costumbres y prácticas basadas en la
idea de inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o roles
estereotipados de hombres y mujeres.
Nuestros gobiernos se
comprometen a alterar los patrones culturales de nuestros pueblos con el
fin de ajustarse a los estándares diseñados por un comité de "expertos"
de las Naciones Unidas.
El filósofo japonés Mashiko ha acusado a la
Convención de "colonialismo cultural", y dice: "Las culturas de las
naciones y grupos étnicos necesitan apoyo mutuo y no ser obligados a
cambiar por escritos de fuerzas exteriores. Se ha hecho sufrir tanto a
la gente de este mundo con las creencias de los blancos, de que solo su
cultura es universal. Una actitud que llama a la modificación de los
patrones culturales sin considerar las diferencias en los sistemas
culturales, es la epidemia del colonialismo."
La Convención da más
detalles sobre los medios por los cuales se cambiarán los patrones
sociales y culturales: mediante la eliminación de todo concepto
estereotipado de los roles del hombre y de la mujer a todo nivel y en
todas las formas de educación, mediante la revisión de los textos de
estudio y libros escolares, programas educativos y la adaptación de los
métodos educativos.
En el Reino Unido, nuestros niños son víctimas de
la propaganda que difunden aquellos que desean llevar a cabo los
cambios en los patrones de la vida familiar, tal y como los
controladores de la población dijeron que harían.
Es importante darse
cuenta de que los estereotipos en este contexto se refieren a lo que en
ocasiones llamamos el "núcleo familiar", en el cual el padre sale a
trabajar para mantener a su mujer y a sus hijos.
He visto
publicaciones en mi país, en las que nunca se presenta al niño dentro
del esquema madre-padre, sino que siempre se le coloca fuera de este
esquema o en sistemas alternativos. Esta es, en realidad, una forma
alienante de propaganda.
Hay amplias evidencias de la forma en que
las personas antifamilia usan la educación antisexos. Los colegios de
Londres se han visto presionados por las autoridades educativas locales,
para que eliminen el material que promueve el matrimonio como el
contexto para tener hijos.
En Tasmania, las autoridades educativas
han enviado grupos de bibliotecarios a purgar las bibliotecas escolares y
a retirar 500 libros considerados "sexistas". Entre ellos se incluye
"Blanca Nieves y los 7 Enanitos", "Born Free" y la Biblia.
Es muy
significativo que la IPPF revelara, en un controversial informe sobre
Derechos Humanos en la Planificación Familiar, que pretende utilizar la
parte de las obligaciones legales de la Convención para los gobiernos
signatarios, como medio de lograr que implementen sus políticas. Atado
al concepto va el derecho que supuestamente tienen los hombres en la
"planificación familiar".
En el texto de este informe, se define la
"planificación familiar" como aborto, contracepción y esterilización
para todos, incluyendo los niños desde los 10 años, sin el
consentimiento de los padres.
Esto significa una programación
sistemática, una censura de los libros de texto y la supervisión del
comportamiento de los niños, con el fin de convencerlos de que no hay
diferencias entre niños y niñas. Un auténtico lavado cerebral.
La
educación se reemplaza por mentiras, en un intento de convencer a los
niños de que su percepción de las obvias diferencias entre los sexos, no
es real.
Hay muchos otros aspectos objetables en esta Convención
pues, aunque las palabras suenen bien, no dicen lo que realmente
significan. Por ejemplo el Artículo 15 dice:
"...los mismos derechos a
decidir libre y responsablemente la cantidad de hijos y la frecuencia
con que se han de tener". Pero China, signataria de la Convención,
obliga al aborto a las mujeres que ya han tenido un hijo. Luego, ¿cómo
puede ser que China firme un documento que otorga el derecho a decidir
libremente el número y la frecuencia de los hijos, si al mismo tiempo
implanta medidas obligatorias?
Si el gobierno chino puede decir que
tiene un problema de población y que las mujeres que tienen más de un
hijo se comportan irresponsablemente, han dejado de lado el derecho de
decidir libremente sobre el número de hijos. Se puede, por lo tanto,
decidir libremente; pero no se puede decidir libre e irresponsablemente.
Por ende, la ratificación de la Convención otorga a los gobiernos el
derecho de elegir por nosotros cuántos niños podemos tener.
Encuentro de mujeres en Nairobi
En
1985 la Asamblea General de las Naciones Unidas convocó a un encuentro
de las mujeres del mundo en Nairobi, para evaluar los resultados de la
Década de la Mujer, propiciada por las Naciones Unidas que había
comenzado en 1975 en una conferencia en México.
A Nairobi asistieron
aproximadamente 13,000 mujeres, la mayoría de las cuales eran
feministas. Puedo decir que ésta fue una Conferencia bastante racista y
en ella el tema principal fue el control de la población.
Se podría
preguntar qué tiene que ver una conferencia sobre los derechos de la
mujer con este tema poblacional, ya que parece, en principio, opuesto a
los de la mujer. El asunto fue abordado bajo el alero de la constitución
y el estado de la mujer. Resultó ser la única política que surgió con
una definición clara e intacta al finalizar la conferencia.
Los
logros de las Naciones Unidas en el control de la población han sido
devastadoramente efectivos pero, en términos de los derechos humanos,
han sido muy malos.
Por ejemplo, el Fondo de Población de las
Naciones Unidas (FNUAP o UNFPA, por sus siglas en inglés) le otorgó un
premio al jefe del programa chino de control de la natalidad, por su
contribución a la comprensión de problemas de la población. Se hizo,
también, un aporte extraordinario al programa mismo. Este programa --ya
lo dije antes-- obliga a la mujer al aborto.
Es difícil
comprender lo que los artículos de la Convención o el documento final de
la Conferencia de Nairobi tienen que ver con la justicia para la mujer
en el mundo.
Los asuntos genuinos que tienen relación con la salud de
la mujer fueron vistos desde el punto de vista del feminismo
extremista. La lactancia materna debe incentivarse, pero los gobiernos
deben armonizar la lactancia con la responsabilidad laboral.
En suma,
lo que se emitió en Nairobi debe considerarse ante el telón de fondo de
la eugenesia, el control de la población y la Convención.
Todo lo
que se ha dicho y hecho ha sido muy poco esperanzador para mejorar el
estado de la mujer en el mundo. Algunas de nosotras las que estuvimos en
Nairobi --que éramos minoría-- nos sentimos aterradas por los
argumentos esgrimidos por el Movimiento de liberación femenina. Nos
aterramos igualmente por la hipocresía de las Naciones Unidas, que se
fundó para promover la paz mundial, pero que actualmente es socio
participante del holocausto de niños nacidos y no nacidos, coacciona a
poblaciones ignorantes de lo que les espera y programa esterilizaciones
en algunas partes del mundo.
Debemos entender, entonces, que los
controladores de la población llegaron a la conferencia en Nairobi, de
la mano con la IPPF que, a su vez venía de la mano con los programas de
"salud" y del estado de la mujer. De hecho, el concepto del control del
Estado sobre la fertilidad del individuo y la auto-determinación son
principios antagónicos.
Conclusión
Es
difícil saber lo que debe hacerse para cambiar la situación que he
descrito. Estemos o no dispuestos a reconocerlo, la civilización se
encuentra en medio de una ideología contaminante que lleva a la
destrucción de la vida familiar y de las sociedades en todas partes.
Hemos llegado al punto en que no podemos siquiera apoyarnos en los
gobiernos para que éstos protejan a sus pueblos.
Creo que ésta es una
crisis de profundas proporciones y una situación aterradora. Nuestras
naciones no pueden abandonar la Organización de Naciones Unidas (ONU)
sin que se les acuse de destruir los grandes ideales que hicieron
posible su creación. Pero ¿podremos continuar prestándole oídos a la ONU
tal y como está constituida en este momento? ¿Podremos seguir
prestándole oídos sin deshonrarnos y prestar apoyo a las políticas de
población a las que está abocada, si participamos de sus decisiones? No,
no podremos.
Creo que necesitamos un cambio completo; una gran
revitalización del pensamiento acerca del significado de la vida y
necesitamos arrojar fuera la Convención de las Naciones Unidas y
reemplazarla por un Manifiesto verdaderamente femenino, que tenga que
ver con el crecimiento cultural de aquellas características más
profundamente asociadas con la femineidad. Estas son el amor y no el
odio, la suavidad y no la agresión, la vida y no el aborto, la gente y
no las cosas.
Nota:
Valerie Riches es trabajadora social y líder provida de Inglaterra. Fue
secretaria y luego directora de Family and Youth Concern, la asociación
más importante de Gran Bretaña, dedicada a la protección de la familia.
Ha dado conferencias en los cinco continentes y ha representado los
intereses y los valores familiares ante autoridades públicas y
organismos políticos en su país.