jueves, 2 de enero de 2020

3.8. La Iglesia Católica defiende la humanidad en la Conferencia de El Cairo

 




3.8. La Iglesia Católica defiende la humanidad en la Conferencia de El Cairo

La Iglesia Católica y muchos otros países, especialmente de Latinoamérica, lograron al menos una victoria parcial en favor de la vida en la Conferencia de El Cairo, que se llevó a cabo los días 5 al 13 de septiembre pasado. Dicha conferencia, organizada por la ONU y con el apoyo e influencia de grandes potencias, como EE.UU., tenía como objetivo tratar los temas de población y desarrollo. Aunque en realidad el plan de acción de sus organizadores e influyentes, era el de imponer un plan de control de la población, por medio de la anticoncepción, la esterilización y el aborto, especialmente a los países en vías de desarrollo. A este plan antivida y antifamilia se enfrentaron la Iglesia Católica y otras naciones.

Después de 8 días de intensas negociaciones y de enfrentarse a entidades tan formidables, el Vaticano logró sacar del documento final, al aborto como método de control de la natalidad. Sin embargo, la delegación católica sólo pudo darle aprobación selectiva a dicho documento, ya que en él todavía quedaron elementos que de ningún modo son compatibles con la dignidad de la vida humana y la familia. El Vaticano expresó sus graves reservas a textos del documento que presentaban el aborto como un elemento en las políticas de población y aún como parte del cuidado primario de la salud. Entre los otros aspectos rechazados por la Iglesia Católica están la promoción de programas de anticoncepción para el control demográfico y de distribución de condones para "prevenir" el SIDA, así como la concepción individualista y hedonista de la sexualidad humana implicada en dichos programas.
Por otro lado, la Santa Sede expresó su aprobación y apoyo a otras partes del documento que tratan sobre un mejor cuidado de la salud, programas de desarrollo económico, los derechos de la mujer y el apoyo a la familia. No olvidemos que la Iglesia Católica es la institución que más servicios de salud y de ayuda a los pobres provee en todo el mundo.
Es interesante observar, como dijo Monseñor Diarmuid Martin, uno de los principales delegados del Vaticano, que hubo "una letanía de reservas" con respecto al documento final por parte de muchos países que participaron. Las preocupaciones de estos países eran básicamente las mismas de la Iglesia Católica: el aborto, la educación sexual hedonista a los jóvenes, la falta de un concepto claro sobre la familia, la anticoncepción, la esterilización y la visión individualista de la sexualidad. Estos hechos contrastan con ciertos informes de la prensa y la TV, que insidiosamente pintaban un cuadro negativo en contra del Vaticano. Presentaban a la Iglesia como una entidad aislada que intentaba "imponerles" sus ideas al resto de las naciones, y que sólo estaba deteniendo el "consenso" general. Al contrario, fueron los burócratas de la ONU y sus acaudalados partidarios (EE.UU., Japón, Gran Bretaña, IPPF, etc.), los que vieron frustrados sus planes de imperialismo demográfico y de imposición de su propio hedonismo, típico de las sociedades ricas y decadentes. Podemos estar seguros de que ya están planeando intentar otra vez sus macabros planes en la Conferencia de Beijing, que tratará sobre la mujer, el año entrante. Recientemente se ha celebrado la primera reunión en preparación para este congreso, en La Plata, Argentina; con la participación de entidades feministas antivida. En otro número del boletín informaremos más sobre este tema.
La Iglesia Católica participó en El Cairo como un estado más, miembro de la ONU. Bajo ese status tenía derecho como cualquier otro estado a que su voz fuese escuchada en la mencionada conferencia. Sin embargo, su derecho y deber a exponer la verdad sobre la dignidad de la vida humana, la familia y la justicia, no le viene de ninguna institución humana, le viene del mismo Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre. Es verdad que el mensaje de Jesús fue esencialmente religioso. Pero dicho mensaje tiene serias implicaciones morales para toda esfera de la vida humana. La Iglesia tiene un interés especial en proclamar la verdad moral, ya que en ésta va implicado el bien integral de la humanidad.
Después de todo los problemas del aborto, la anticoncepción, la integridad de la familia, étc., no son temas solamente religiosos, sino ante todo, humanos. Y cuando los valores y derechos humanos están en juego, todos tenemos el derecho de exponer lo que genuinamente creemos que es la verdad. El Cardenal Alfonso López Trujillo, Presidente del Consejo Pontificio para la Familia, ha declarado que si los principios del documento borrador de la Conferencia de El Cairo se hubiesen llevado a cabo, veríamos "la masacre más desastroza de la historia." Esto se debe no sólo a la destrucción de innumerables vidas inocentes por causa del aborto, sino también a la pérdida irreparable de tanto talento humano destruído. El Papa Juan Pablo II señaló en su última encíclica social, Centesimus Annus, que precisamente el recurso principal para el desarrollo y la riqueza lo constituye el ingenio humano. Comentando sobre esta enseñanza del Santo Padre, el Dr. Joaquín Navarro-Valls, Vocero de la Santa Sede, se expresó así: "Si destruímos estas vidas humanas por nacer o apenas después de nacer, nos privaremos a nosotros mismos de los medios a través de los cuales los bienes de la tierra se convertirán en nuestros."