4. LA VERDADERA NATURALEZA DE LA INTERNACIONAL SOCIALISTA
En
este estudio se recogen diversas sugerencias con carácter solo
aparentemente asistemático, porque todos los epígrafes tienen una
relación profunda con los problemas de la moral, inevitablemente
relacionados con la política en varios aspectos esenciales. Por otra
parte, como el lector sabe ya bien, estamos tratando de establecer un
seguimiento de la cadena gnóstica de la que acaban de aflorar como
representantes los dos creadores del Modernismo a principios del siglo
XX. Podrá deducir el lector que la cadena gnóstica hace notar su
presencia en todas partes, en todos los períodos de la historia de a
Iglesia católica y tendremos que darle de lleno la razón; la gnosis, el
presunto «conocimiento profundo», tiene que acabar por planearse el
problema de Dios para diluirle o para rechazarle; por eso cualquier
presencia de la gnosis afecta a la historia de la Iglesia, que es una
creación de Dios a través de su fundador, Cristo. Y vamos a ver
inmediatamente que, entre las instituciones que exigen una mención y un
análisis en este libro, reclama inequívocamente un lugar, la que hoy se
conoce como Internacional Socialista.
Acabo de recorrer algunas páginas
de los centenares que Internet guarda sobre esta institución -muy poco
satisfactorias, generalmente- y creo que nos conviene profundizar un
poco más. La Internacional Socialista es la denominación actual de la
institución marxista fundada por el alter ego de Carlos Marx, Friedrich
Engels, en 1889 poco después de la muerte de Marx, todavía en el siglo
XIX, para agrupar en una Internacional revolucionaria a todos los
partidos socialistas del mundo que entonces existían. Se llamó Segunda
Internacional tras el fracaso de la Primera que aun cofundada por Marx
en 1864 fue dominada pronto por los anarquistas que rechazaron
enteramente la obediencia marxista y prefirieron la «propaganda por el
hecho», es decir, el terrorismo para destruir el orden social burgués A
principios del siglo XX fueron desapareciendo los anarquistas de los que
solamente conservó la Primera Internacional una importante fuerza de
masas- el sindicato mayor de España, la CNT (Confederación Nacional del
Trabajo) controlado desde los años veinte por una sociedad secreta de
grupos terroristas, la FAI Federación Anarquista Ibérica). CNT y FAI
tomaron parte en la guerra civil a favor del Frente Popular y durante
ella fueron virtualmente aniquiladas por los comunistas. La Segunda
Internacional Socialista, creada por Engels, actuaba bajo el influjo
predominante del SPD (partido socialdemócrata alemán), de ideología
netamente marxista, como todos los demás partidos miembros entre los que
figuraba el español. El Partido Laborista británico, inspirado por los
sindicatos I Trade Unions, no era abiertamente marxista salvo en algunos
sectores radicales y durante las dos primeras décadas del siglo XX
llegó a convertirse en alternativa parlamentaria para el Partido
Conservador. Los primeros partidos que integraron la Segunda
Internacional eran, sin excepción, marxistas; aunque se denominaran
socialdemócratas. Algunos como el de Alemania y el de Rusia se llamaban,
en efecto, socialdemócratas; otros, como el español y el italiano,
Partidos Socialistas; otros como el de Francia «Sección Francesa de la
Internacional Obrera» (SFIO). Como marxistas radicales los partidos de
la Segunda Internacional se declaraban anti-burgueses,
anti-capitalistas, partidarios fervientes de la lucha de clases y
enemigos de la religión y de los ejércitos. Poco a poco, sin embargo, se
fueron moderando, sin abjurar nunca de sus orígenes marxistas
expresados en lo que llama por ejemplo el PSOE «Programa máximo». Esta
tendencia reformista se hizo dominante en la Segunda Internacional
gracias a diversas personalidades del mundo de la política o del mundo
intelectual, como Jean Jaurés en Francia, Bernstein en Alemania y la
Sociedad Fabiana en el Reino Unido. La Sociedad Fabiana fue determinante
en la creación de la Segunda Internacional y mantiene su fuerza y su
influjo dentro de la forma actual de esa institución, la Internacional
Socialista. Porque la primera configuración de la Segunda Internacional
se hundió por su tremendo fracaso de 1914, al estallar la Primera Guerra
Mundial. Los partidos socialistas, de confesión pacifista, habían
apostado todo su influjo en las clases inferiores a que sus respectivos
países no entrarían jamás en una guerra general entre burgueses, que se
movían por intereses exclusivamente económicos. Sin embargo, toda Europa
deseaba la guerra al comenzar la segunda década del siglo XX y los
partidos socialistas de casi todos los países, movidos por el
nacionalismo y el patriotismo belicista, aceptaron formar parte de los
gobiernos de Unión Sagrada (coaliciones de partidos burgueses y partidos
socialistas) [con lo que la Segunda Internacional perdió toda su
credibilidad. En 1919, tras el triunfo de la Revolución bolchevique en
Rusia, su creador Lenin lo hizo con estas palabras: «La Segunda
Internacional ha muerto, ¡Viva la Tercera Internacional!» Aun así, la
Segunda Internacional sobrevivió como una sombra, bajo diversas
denominaciones, hasta la Segunda Guerra Mundial. Los partidos
socialistas marchaban cada uno por su lado hasta que apuntó la guerra
fría en medio de la política de bloques. Entonces la estrategia mundial
norteamericana pensó en resucitar para sus fines defensivos a la Segunda
Internacional y lo consiguió con otro nombre para ella: la
Internacional Socialista, que vio la luz en 1951 como un valladar de la
izquierda europea no comunista contra el expansionismo soviético. Ésta
es la forma y el nombre actual de la agrupación de partidos creada por
Engels.