4.2. La escuela de Frankfurt
El
marxismo ha formado la trama ideológica original de la Internacional
Socialista, incluso desde que casi todos los partidos a ella adheridos,
que en la actualidad son 130, hayan renunciado al marxismo como doctrina
dominante. Para suplir a las formas groseras de marxismo, los
estrategas norteamericanos / que abrieron paso a la Internacional
Socialista, apoyándose en el reconstituido ' SPD alemán -bastión
principal de la I.S. como lo había sido de la Segunda Internacional-,
seleccionaron a un grupo de intelectuales de origen judío que habían
conseguido escapar de las persecuciones hitlerianas para encontrar
refugio y cátedra en los Estados Unidos.
Este grupo, de carácter
neomarxista oscuro, se denomina Escuela de Frankfurt y procede del
Instituto para la Investigación Social que habían creado en Alemania
antes de huir de ella y luego más o menos reconstruyeron en
Norteamérica. El Instituí für Sozialforschung se había fundado en 1922
en el ámbito de la desmantelada Segunda Internacional por el millonario
marxista radical Félix Weil, con el apoyo de Friedrich Pollock y Albert
Gerlach, que fue ministro de Educación en el régimen de la República de
Weimar, dominada por tendencias socialdemócratas. El segundo director
fue el filósofo neomarxista Mark Horkheimer, y los miembros más
importantes del Instituto, reagrupados luego como Escuela de Frankfurt,
fueron los pensadores neomarxistas, casi siempre judíos, Theodor W.
Adorno, Erich Fromm, Walter Benjamin, Frank Borkenau, Herbert Marcuse
(futuro ideólogo de la revolución juvenil de 1968) y Jürgen Habermas,
teórico de la secularización radical que es, hoy, el único
superviviente. Para él, Modernidad equivale a secularización; y ha
mantenido durante décadas una intensa presencia en los medios españoles
de comunicación pese a haberse comprometido en la pervivencia indefinida
de la Unión Soviética. Para esta fallida tesis ha contado con un
conocido discípulo en / España, Javier Tusell. No resulta extraño que en
1933 Adolf Hitler cerrase el Instituto para la Investigación Social y
forzase la diáspora de los miembros de la Escuela de Frankfurt que, como
acabo de indicar, se reagruparon en América. (El mejor análisis que
conozco sobre la Escuela de Frankfurt lo he visto en el admirable
Diccionario de Filosofía, de José Ferrater Mora.) No es fácil definir
las características comunes de la Escuela de Frankfurt; sus maestros se
auto describen como críticos, creo que como un reflejo lejano de los
ilustrados del s. XVIII, que enarbolaron ese término como bandera; son,
por supuesto neomarxistas y ofrecen una implacabilidad teórica junto a
una moderación aparente en sus concepciones. El exilio en Estados Unidos
no reorientó a los pensadores de la Escuela de Frankfurt hacia la
defensa de la democracia liberal, como le había sucedido en
circunstancias semejantes al pensador católico francés Jacques Maritain,
sino que, por el contrario, exacerbó su actitud anticapitalista sobre
todo en el caso de Herbert Marcuse. Ya vimos cómo la degradación y
perversión sexual absoluta del comunista Wilhel Reich influyó en la
Escuela de Frankfurt a través de uno de sus miembros más radicales,
Erich Fromm. Los maestros de la Escuela de Frankfurt son profetas
profundos de la secularización, pero no ofrecen ante el hecho religioso
el ateísmo constitutivo y destructor de Marx. Quizás por ello los
pensadores de Frankfurt ejercieron una influencia decisiva de carácter
neomarxista y anticapitalista sobre los inspiradores de la teología de
la liberación, sobre todo en el caso de Jürgen Moltmann, que configuró
con energía decisiva ese movimiento herético y cristiano-marxista.
Montmann influyó también intensamente sobre varios teólogos jesuitas a
los que en buena parte debe atribuirse el fundamento expansivo de los
movimientos liberacionistas. Nada de extraño que esos jesuitas se hayan
presentado sin rebozos como socialistas durante el proceso histórico de
la transición española. Así la Escuela de Frankfurt contribuyó a la
configuración de la Teología Política. Tal vez por ello los jesuitas
afectos a la Escuela de Frankfurt y a la Teología Política gozan de tan
alta estima en los medios de la Internacional Socialista. En mi libro
Las Puertas del Infierno de 1995 doy más detalles sobre tan sabrosos
juego de influencias.