4.3. El fabianismo
En la imagen, el emblema de la sociedad fabiana, un lobo con piel de cordero.
Wells pertenecía a la Fabian Society. Fundada en Gran Bretaña en 1883
por simpatizantes socialistas, con el objetivo de trabajar en favor de
la reforma social y una sociedad más justa, y libre, decididamente
anticapitalista. El nombre de la sociedad está tomado de Quinto Fabio
Máximo, el denominado Cunctator (“El Contemporizador”), un general de la
antigua Roma que había conseguido frenar los enfrentamentos directos
contra Aníbal buscando desgastar al ejército del general cartaginés
dejando pasar el tiempo, utilizando tácticas de hostigamiento y de
guerilla, cortando las vías de aprovisionamiento de víveres y de
material, etc. (recuérdese que los romanos tuvieron que lamentar varias
derrotas con los cartagineses, a cual peor, por enfrentarse directamente
en campo de batalla). Los fabianos, a diferencia de Karl Marx que
predicaba el cambio revolucionario, creen en la evolución gradual de la
sociedad hacia el socialismo, y apuestan por el trabajo discreto y
reformas graduales que llevarán hacia el socialismo. En 1889 se
publicaron los “Ensayos Fabianos“,
que contienen el programa de la Sociedad Fabiana. Algunos de los
primeros fabianos, los Webb, H. G. Wells, Bertrand Russel, Leonard y
Virginia Woolf, William Morris, Georg B Shaw, etc., habían sido
simpatizantes del socialismo utópico y esteticista conducido por Jhon
Ruskin.
En el mismo año de 1884 entran en la Fabian Society George
Bernard Shaw (1856-1950), entonces todavía al principio de su carrera
como escritor y periodista, y Sidney Webb (1859-1947), funcionario del
ministerio de las Colonias. Shaw, y sobre todo S. Webb y Beatriz Potter
(1858-1943), con la cual se casará Webb en 1892, por la relevancia de su
aportación intelectual y por la dedicación a la causa fabianista,
detentan prácticamente el liderazgo hasta los años de 1940. Por aquellos
años, en el variado mundo de la Fabian Society, destaca por su
importancia Annie Besant (1847-1933), la cual, después de pasar por el
ateismo militante, en 1907, sucederá a Helena Petrovna Blavatsky
(1831-1891) en el liderazgo de la Sociedad Teosófica. Además de Toynbee,
alumno de Ruskin, este movimiento contó con famosos de la
intelectualidad anglosajona, entre ellos los escritores Virginia Wolff,
H. G. Wells, George Bernard Shaw y el filósofo Bertrand Russell, y
también mantuvo intensos contactos con la Sociedad Teosófica. Los
fabianos se caracterizaron por su pragmatismo, alejándose de ideas
utópicas, lo que los llevaba a prestar atención únicamente a las vías
concretas que el socialismo podía tomar en Gran Bretaña. El socialismo
consistía para ellos no en un movimiento revolucionario, sino en el
desarrollo y la evolución de las instituciones existentes en un sentido
socialista. Los fabianos eran partidarios de la propiedad pública de los
medios de producción para acabar con el desorden económico y los abusos
provocados por el capitalismo. También deseaban la extensión de la
sanidad y la educación gratuita para todos los ciudadanos, así como la
regulación detallada de las condiciones de trabajo para acabar con la
lacra de la explotación infantil y los accidentes de trabajo. Junto a la
Escuela de Frankfurt, el centro ideológico-político que más influido en
la Internacional Socialista ha sido, sin duda, la Sociedad Fabiana.
Esta importante asociación, que hoy sobrevive con redoblado entusiasmo,
fue creada en 1884 por Edward R. Pearse, miembro de la Bolsa de Londres.
Su primer cuadro ideológico fue un sentido idealista del socialismo
basado en sentimientos cristianos, pero desechaba siempre la violencia,
la abierta lucha de clases y el radicalismo. Pronto se incorporaron
miembros valiosos que le imprimieron carácter; el dramaturgo George
Bernard Shaw y su amigo Sidney Webb político que llegó a ministro,
casado con la riquísima heredera canadiense Beatrice Potter, que
financió generosamente a la organización. Pronto se definieron como
socialistas humanistas, rechazaron cualquier tentación de adherirse al
marxismo, pero nunca ocultaron sus duras críticas al capitalismo
inhumano. Entre 1900 y 1906 los fabianos determinaron la fundación del
Partido Laborista, al que hoy pertenecen como agencia colaboradora e
ideológica; han apostado ahora por la tendencia centrista de Tony Blaif.
Se les unieron conocidos aristócratas como lord Russell y lord
Kimberley. No eran marxistas, pero alentaron y ayudaron a todas las
causas de la izquierda mundial, como la revolución bolchevique de Lenin
en Rusia. Luego apoyaron a León Trotski y al bando marxista de la guerra
civil española. Dominaron la Organización Internacional de Trabajo y
varias agencias internacionales como la UNESCO. Su actividad no se vio
afectada por el hundimiento de la Segunda Internacional en 1914, ya que
no pertenecían formalmente a ella; en cambio, en el seno del Partido
Laborista, fueron miembros cofundadores de la Internacional r Socialista
creada en 1951 y en ella siguen. En su primera época mostraron claras
tendencias espiritistas y teosóficas, aceptadas a través de la
pertenencia al grupo fabiano de Annie Besant, sucesora de Helena
Petrovna Blavatski como presidenta de la Sociedad Teosófica. Annie
Besant era fervorosa adepta de la Masonería, muy influyente también en
la Sociedad Fabiana. El doble campo de actividad donde ha penetrado más
profundamente el espíritu fabiano y la red izquierdista internacional
que representa la Sociedad ha sido, primero, el mundo universitario
anglosajón; segundo, el conjunto de medios de comunicación con influjo
mundial. Para la conquista de las universidades británicas (sobre todo
Cambridge) y norteamericanas (sobre todo Harvard) ha sido decisivo el
apostolado fabiano de John Maynard Keynes, como he mostrado en mi libro
Las Puertas del Infierno. La red fabiana de comunicaciones mundiales
arbola su pabellón en el New York Times que, como es sabido, forma una
especie de cadena ideológica mundial con Le Monde de París, el
Washington Post, El País de Madrid, la Repubblica en Italia, así como
las grandes cadenas mundiales multimedia. El primer foco fabiano de
Harvard fue anterior a Keynes y casi simultáneo a la fundación de la
Sociedad. La presidencia de Franklin Roosevelt estuvo marcada por el
sello fabiano, que impregna la ideología de los que en Estados Unidos se
llaman liberáis, que nada tiene que ver con los liberales de Europa,
sino con los socialdemócratas. Ni que decir tiene que el fabianismo ha
tendido puentes interesantes con los grupos del movimiento New Age y por
supuesto con la Masonería. Y es que la Masonería, que se había
identificado en el siglo XIX con el liberalismo radical por una parte, y
con el anarquismo de la Comuna de París por otra, ha llegado a
vincularse en el siglo XX con la Internacional Socialista. Acabamos de
ver el motivo de la estrategia norteamericana para resucitar en 1951 de
sus cenizas a la Segunda Internacional, dotada de una doble fuente de
influencia: la escuela neomarxista de Frankfurt y la Sociedad Fabiana.
Nacía, por supuesto, de un impulso masónico; la Segunda Internacional
provenía también de una fuente masónica, como la Primera y la Masonería
alentaba en las raíces teosóficas de la Sociedad Fabiana. Para demostrar
el carácter masónico de la Internacional Socialista existen argumentos y
pruebas concluyentes. Con carácter general, la prueba más interesante
para mí es el libro de un Gran Maestre del Gran Oriente de Francia,
Jacques Mitterrand, que procedente del partido y la ideología radical se
incorporó, también, como alto dignatario, al Partido Socialista de
Francia, con el que marcó expresamente la conjunción masónica en su
importante libro La politique des Francmagons (París, Roblot, 1973). El
amable empleado de la librería de la Rive Gauche que me vendió el
ejemplar, me confesó con cierto aire de misterio: «Se lleva usted el
último ejemplar. Tenemos orden de devolver los demás para su
destrucción. El libro no se reeditará». Ante mi sorpresa me explicó:
«Dice demasiado clara la verdad». La verdad consiste en que para un
testigo de tanta importancia en el SFIO y en la logia de la rué Cadet,
la Masonería francesa, que se había identificado en el siglo XVIII con
la Igualdad y en el siglo XIX con el Liberalismo Radical, había
evolucionado en el siglo XX hacia la identificación con el socialismo
marxista. Para no salir de la familia diré que me impresionó el libro
sobre otro Mitterrand, Francois, publicado por Dominique Setzpfandt
Frangois Mitterrand, Grand Achitecte de /' Univers (París, Faits el
Documents, 1995), que lleva por significativo subtítulo El simbolismo
masónico de las Grandes Obras de F. Mitterrand, con la famosa pirámide
del Louvre en portada y un sugestivo itinerario masónico de París.