miércoles, 5 de diciembre de 2012

CUANDO "EL NEGRO" LUNA GRITO: ¡ACA NO SE RINDE NADIE MIERDA!

La Cámara de Diputados aprobó esta semana un proyecto de ley para indemnizar a soldados formoseños muertos por Montoneros. Ahora, deberá tratarlo el Senado Detrás de cada uno de los soldados y militares muertos el 5 de octubre de 1975 en Formosa durante un ataque de Montoneros, la guerrilla peronista, hay una historia. Por ejemplo, la de Hermindo Luna, "El Negro" Luna, de 21 años, que no debió haber estado aquel domingo de guardia pero era muy pobre y cambió su franco por unos pesos con otro “colimba”; igual, no tenía dinero para visitar a sus padres, campesinos de Las Lomitas, a unos 300 kilómetros de la capital provincial. “¡Acá no se rinde nadie, mierda!”, dijo Luna antes de que los disparos de uno de los atacantes lo partieran en dos. Su gesto sirvió para alertar al resto de sus compañeros y salvó muchas vidas. O la de Edmundo Sosa, un obrero metalúrgico que como no tenía papá podría haberse salvado del servicio militar obligatorio; quiso “servir a la patria”. Tampoco Sosa debería haber estado aquel domingo de guardia: cinco días antes había rechazado la primera baja para que en su lugar se fuera otro “colimba”, que era casado, con dos hijos y tenía gravísimas urgencias económicas. O la de Marcelino Torales, el hijo de Doña María, un carismático albañil y cantor aficionado que soñaba con compartir el escenario con Sandro y murió en cinco segundos en la Guardia. O la del subteniente Ricardo Massaferro, también de 21 años, hijo de un militar retirado muy peronista y del mismo nombre que había instruido militarmente a grupos de montoneros. “¿Se dan cuenta? Lo que yo hice por el peronismo, la Resistencia y la Juventud Peronista, y ahora me pagan así”, se lamentó al día siguiente cuando recibió en Buenos Aires el ataúd con el cuerpo de su único hijo. En mi opinión, el proyecto de ley aprobado el miércoles por la noche por la Cámara de Diputados es justo porque otorga a los defensores del cuartel la misma indemnización que ya cobraron los familiares de la mayoría de los guerrilleros muertos. Estos militantes montoneros habían sido considerados como víctimas del terrorismo de Estado a pesar de que murieron atacando un regimiento del Ejército en los suburbios de Formosa y durante el gobierno constitucional de la presidenta Isabel Perón. Aquel 5 de octubre de 1975, mientras los formoseños dormían la siesta, murieron en total 24 jóvenes, todos peronistas: doce guerrilleros, diez soldados, un subteniente y un sargento primero. Parecía una novela de Osvaldo Soriano, en la que todos morían gritando “¡Viva Perón!”, pero lamentablemente fue cierto. Fue el debut del Ejército Montoneros, con sus uniformes azules; el ataque fue bautizado “Operación Primicia” e incluyó el secuestro en pleno vuelo de un avión de Aerolíneas Argentinas y el copamiento del aeropuerto formoseño, donde murió un policía, Argentino Alegre, cuyos familiares también serán indemnizados. Cuando todo había terminado, los militares salieron del cuartel y en la represión, mataron a tres vecinos que no habían tenido nada que ver y que estaban desarmados, uno de ellos de 15 años; también sus herederos están incluidos en el proyecto de ley, que ahora debería ser aprobado por el Senado. El objetivo de Montoneros fue humillar al Ejército en una provincia alejada y periférica, “recuperar” armas y prepararse para el golpe que consideraban inevitable y, además, deseable ya que, imaginaban, serviría para que la gente se pusiera del lado de los guerrilleros acelerando la llegada de la revolución socialista. Pensaban que los soldados se rendirían rápidamente. Todo salió mal. Ya era hora de que quienes suelen reinvindicar de manera acrítica los ideales de aquella “juventud maravillosa” comenzaran a reparar los errores cometidos en los Setenta.

Ceferino Reato