martes, 4 de diciembre de 2012

LA MILLONARIA CHACRA DEL JEFE DE LA CAMPORA



Por Agustín Laje (*)
La credibilidad de un proyecto político -al igual que en el caso de una persona- se establece por la relación dada entre lo que se dice y lo que se hace. Una relación positiva, en la que el dicho y el hecho coinciden, importa credibilidad. Una relación en la que los hechos divergen de los dichos, importa una flagrante simulación.
Sería un error, no obstante, entender que tal relación entre el dicho y el hecho refiere exclusivamente al ámbito público, en el que se desenvuelven las figuras visibles del proyecto. La credibilidad de los proyectos políticos, en efecto, está muchas veces sujeta a los comportamientos privados (ajenos a la política concreta) de sus representantes más paradigmáticos. Esto es sobre todo así en tiempos como los que corren, en los que la personalidad política se ha puesto por delante del sello partidario.
Permítasenos introducir de está forma, en razón de que días pasados nos enteramos que el jefe de La Cámpora e hijo de la presidente de la Nación, Máximo Kirchner, se hizo de una fenomenal casona en el lujoso club bonaerense de chacras Puerto Panal. Se estima que la casa le costó a Máximo unos 2,2 millones de dólares, que paga expensas por más de 8 mil pesos mensuales, y se sabe que cuenta con un terreno de casi 5 hectáreas con acceso a canchas de polo y tenis, senderos para practicar equitación y un suntuoso Club House. Todo ello, sin mencionar los servicios de mucamas, jardineros, petiseros, seguridad privada, entre otros. En síntesis, un lugar que de “nacional y popular” sólo tiene al nuevo vecino.
Pero como ya se ha hecho costumbre en este “socialismo de testaferros” llamado kirchnerismo, la propiedad no ha sido puesta bajo el nombre del líder camporista. La operación, en rigor de verdad, fue concretada por Osvaldo Sanfelice, íntimo amigo de la familia Kirchner desde hace décadas, ex director de Rentas de Santa Cruz, y administrador de otras propiedades del clan presidencial. Los vecinos de Puerto Panal han confirmado a la revista NOTICIAS que en esa casa no habita Sanfelice sino el hijo de la presidente; y de la inmobiliaria que realizó la venta no han podido negarlo.
Máximo no es la única figura del kirchnerismo que goza de las paradisíacas instalaciones del exclusivo country ubicado en la localidad bonaerense de Zarate. En efecto, como vecino próximo tiene nada menos que al superministro de Planificación Federal Julio De Vido, cuya chacra tiene casi cuatro hectáreas y tampoco está a su nombre: como propietaria figura su esposa.
Lo irónico de todo esto, retornando a lo que decíamos más arriba, es la disociación que existe entre los valores e ideas que se esgrimen, y la forma en la que efectivamente viven los kirchneristas de primera línea. En la práctica buscan parecerse a todo aquello que en el discurso dicen detestar. Se trata en última instancia de la hipocresía inherente a toda izquierda que, con un poco de poder, se dedica a dar lecciones de moralidad socialista en la comodidad de una vida propia de la aristocracia más recalcitrante.
¿Qué pensarán de todo esto los integrantes de La Cámpora, ilusionados con los discursos pseudo-revolucionarios de la organización? Me refiero particularmente a los idiotas útiles embelezados por “el modelo”, y no tanto a aquellos vivos que sólo están allí por el puesto público. ¿Qué sentirán al ver que su líder vive conforme a todo lo que la agrupación dice rechazar? ¿Se sentirán moralmente estafados al comprobar que, mientras acusan de oligarcas a quienes viven en barrios cerrados pretendiendo imponerles una ley de cesión de tierras para viviendas sociales, el máximo jefe se hace de una millonaria chacra nada menos que en Puerto Panal?
Sería interesante que los muchachos de La Cámpora tuvieran la honestidad intelectual y moral de efectuarse estas y otras preguntas. Hay algo que no cierra. Y ellos lo saben bien.
(*) Autor del libro “Los mitos setentistas”. www.agustinlaje.com.ar
La Prensa Popular | Edición 162 | Martes 4 de Diciembre de 2012