UNA MULTITUD VOLVIO A LAS CALLES EN LA MAYOR PROTESTA CONTRA EL GOBIERNO
La concurrencia superó a las del 13-S y el 8-N; el
rechazo a la reforma de la Justicia y a la corrupción fueron los ejes
dominantes de la manifestación en casi todo el país; por primera vez
participaron dirigentes de la oposición
Por Laura Serra
| LA NACION Cientos de miles de personas
en todo el país se movilizaron ayer contra el Gobierno, en la marcha
más multitudinaria desde que la presidenta Cristina Kirchner asumió el
poder. En esta manifestación,
la tercera en poco más de siete meses convocada por las redes sociales,
hubo un fuerte rechazo a la polémica reforma de la Justicia que impulsa
el Gobierno y expresiones unánimes contra la corrupción en el poder.
Fuentes policiales y hasta de la Casa Rosada
coincidieron en que la marcha de ayer fue más masiva que la del 8 de
noviembre, aunque la estimación del número de manifestantes se dificultó
por la dispersión geográfica de la protesta.
Masivas columnas de manifestantes se movilizan en distintos puntos de Buenos Aires. Foto: LA NACION / Rodrigo Néspolo
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Con la bandera argentina como principal estandarte y
con cacerolas en señal de protesta, en la Capital los manifestantes se
concentraron principalmente en el Obelisco y en la Plaza de Mayo. Pero, a
diferencia de las dos marchas anteriores, esta vez se trasladó al
Congreso, donde momentos antes el oficialismo había impuesto su mayoría
para dar media sanción al controvertido proyecto para restringir las
medidas cautelares.
El cacerolazo también se sintió fuerte en frente a la
quinta presidencial de Olivos (esta vez no estaba la presidenta Cristina
Kirchner, que poco antes había partido a Lima y a Caracas); en La
Plata, que el 2 de abril pasado padeció la inundación más trágica en su
historia, y en Mar del Plata, Córdoba, Rosario y Mendoza, entre otras
ciudades del interior.
Al igual que las dos marchas anteriores, la del 13-S y
la del 8-N, la protesta se desarrolló en paz y no hubo incidentes
mayores, con la excepción de la agresión a dos periodistas de la agencia
oficial Télam.
Pero esta vez se destacó la participación activa de la
oposición, cuyos principales dirigentes, salvo el jefe de gobierno
porteño, Mauricio Macri, decidieron movilizarse junto con la gente y
prometieron trabajar para la unidad.
En la Casa Rosada, los pocos funcionarios que
permanecían allí durante el reclamo admitieron que se estaba frente a
una importante protesta popular, pero se preocuparon por afirmar que en
nada cambiará el rumbo del Gobierno. Por el contrario, dijeron que el
modelo será "radicalizado".
El otro dato llamativo fue la actitud que tuvo la
Presidenta mientras se desarrollaba la protesta. De viaje a Perú y a
Venezuela, donde tiene previsto asistir a la asunción del presidente
electo Nicolás Maduro, Cristina Kirchner bombardeó su cuenta de Twitter
con más de sesenta mensajes, pero en ninguno de ellos aludió al
cacerolazo contra su gobierno.
La mandataria se refirió con una buena dosis de crítica
al reciente fallo de la Justicia que favoreció al Grupo Clarín en la
aplicación de la ley de medios, a las obras públicas que realiza su
gobierno y al encuentro que tendría, en el Tango 01, con el presidente
de Uruguay, José Mujica, quien la acompañó en el vuelo hacia Lima. Mientras
tanto, funcionarios en la Casa Rosada insistían en que, a su juicio,
buena parte de la sociedad todavía apoya la gestión de la Presidenta y
que, por tal motivo, profundizarán sus políticas.
En esta línea, y lejos de formular una autocrítica, el
Gobierno apurará la semana próxima en el Congreso la sanción definitiva
del paquete de leyes sobre la reforma de la Justicia e insistirá en
ignorar el escándalo que se desató en los últimos días a raíz de las
denuncias periodísticas sobre presunto lavado de dinero que
involucrarían al empresario kirchnerista Lázaro Báez.
Después
de ir a la Plaza de Mayo, los manifestantes se dirigieron
espontáneamente al Congreso, donde se trata la reforma judicial que
impulsa el Gobierno. Foto: LA NACION / Fabián Marelli
Pasadas las 18, en la esquina de Santa Fe y Callao comenzaron a congregarse los primeros manifestantes. Foto: AP
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Justamente, el rechazo a la corrupción fue una de las
críticas más repetidas en las miles de pancartas que se vieron en la
marcha de ayer y en los cánticos que, al son de las cacerolas, unió a
los miles de manifestantes volcados a las calles.
Todo servía para hacer ruido: cacerolas, aplausos,
silbatos y cornetas. "¡Justicia! Justicia!", eran los cánticos casi
unánimes de los manifestantes, que también entonaron en varias
oportunidades el Himno Nacional.
Como en las movilizaciones anteriores, el grueso de los
porteños partió de los barrios de la zona norte de la Capital -Palermo y
Belgrano- para marchar por la avenida Santa Fe hasta el Obelisco, y de
allí hasta Plaza de Mayo. Muchos siguieron después hasta el Congreso,
donde se vio más tensión.
"Basta"
La calle se había transformado en un verdadero torrente
de personas de todas las edades, aunque se destacaba la enorme cantidad
de jóvenes presentes.
El ingenio popular, plasmado en los carteles, dio lugar
a las consignas más irónicas. "La plata de «La Rosadita» es de todos y
todas", rezaba uno de ellos; "Los funcionarios no sólo la juntan en
pala, ahora la cuentan en kilos", decía otro. Pero la mayoría de ellos
repetía una misma palabra: "Basta".
Patio Olmos, Córdoba. Foto: LA NACION / Irma Montiel
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"Hasta acá llegamos", era la frase predominante de un
enorme cartel que se desplazaba por la avenida 9 de Julio. "¿Qué
sentirían ellos si estuviesen viendo en lo que estás convirtiendo a
nuestra patria?", se preguntaba otra pancarta, que llevaba pegadas los
retratos de Manuel Belgrano y de José de San Martín.
Una de las columnas principales de la movilización
arrancó en la intersección de Santa Fe y Callao. Allí, un nutrido grupo
de dirigentes opositores se encontró con los organizadores de la marcha
(en su mayoría activistas de las redes sociales) y, detrás de una enorme
bandera argentina, comenzaron la caminata. Allí se encontraban, entre
otros, el presidente de la UCR, Mario Barletta; Federico Pinedo (Pro),
el jefe de bloque radical de diputados, Ricardo Gil Lavedra; Oscar Aguad
(UCR), Paula Bertol (Pro), Carlos Brown (PJ disidente), y Gerónimo
Venegas (sindicalismo opositor).
Los demás referentes opositores se manifestaron
discretamente desde distintos lugares de la Capital, entremezclados en
la gente. Entre ellos Hermes Binner, líder del Frente Amplio Progresista
(FAP), que se mostró junto a Margarita Stolbizer (GEN) y Roy Cortina
(socialista). En otro sector se la vio a Elisa Carrió (Coalición Cívica)
-una de las más aplaudidas-, junto a Fernando "Pino" Solanas, mientras
que Francisco De Narváez (Frente Peronista) optó por el bajo perfil
junto a su esposa.
En cambio, el que brilló por su ausencia fue el jefe de
la CGT opositora, Hugo Moyano, quien tampoco movilizó a su gente a la
marcha. El único dirigente sindical que se hizo ver fue Venegas (Uatre),
que se adosó a la oposición.
Si bien la marcha no registró mayores incidentes, hubo
algunas corridas en la zona del Congreso, donde un grupo de
manifestantes se trepó por las rejas hasta llegar al enorme portón de
entrada del edificio, sin lograr violentarlo. Pero, en general, la
marcha, al igual que las anteriores, transcurrió en paz y, antes de
llegar a la medianoche, se desconcentró en forma tranquila.
La protesta también se hizo sentir en el extranjero.
Cientos de argentinos se movilizaron a la sede de las embajadas
argentinas con sus pancartas, todas críticas al gobierno kirchnerista.
"¡Fuera ladrones!" "Queremos una Justicia independiente!", rezaban los
carteles que se vieron en algunas capitales como Washington, Tokio,
Sydney, Roma y Madrid.