El efecto “Ella” en el mundo de los negocios
Le cuento que, excepción hecha de nuestro país, en el resto del mundo
de las finanzas y las grandes empresas hay un quilombo descomunal.
Ocurre que todo particular o empresa que haya operado con el gobierno de
“Él” o de “Ella” está sospechada de corrupción (léase pago de coimas,
sobreprecios, etc.). Esto lo puede desentrañar, sin hesitar demasiado,
cualquier tenedor de libros… ¿Existe todavía el título previo de tenedor
de libros?
Esto no nos viene del todo mal a quienes bregamos por una nueva
Argentina, libre de corruptos, mal paridos, y apátridas. Dicho de otra
manera, lo que no se investigue por acá, se investigará por allá; un
allá que incumbe a muchos países cuyos ciudadanos no están dispuestos a
hacerse los pelotudos ante la comisión de delitos de lesa patria… la
patria de ellos, obviamente. ¡Puta madre, y pensar que años ha, cuando
escuchaba hablar de delitos de lesa patria, se me fruncía el toor de sólo pensar en la suerte que correría el condenado! Cosas de chicos, y de no tan chicos, ¿vio?
Sin embargo, recuerdo que siendo ya grande y boludo, al primer
presidente de la Nación que le escuché en su primer discurso ante el
parlamento hablar enfáticamente de crímenes de lesa patria fue a
Carlitos Menem, hoy convertido en una suerte de carne en estado de
descomposición que yace desparramada sobre una banca en el Senado de la
Nación.
Pero, y cambiando de tema, permita que le diga algo, y además me
adjudique el habérselo advertido en su momento… quiero decir en el
momento que podía tomarse como advertencia… ¡magínese el tiempo
que hace! Con todo lo que está pasando, sumado a lo que se viene, LA
MUERTE VIOLENTA DE UN SEMEJANTE A TRAVÉS DE LA MANO CRIMINAL ya ha
dejado de tener trascendencia. ¡O sea que no sólo ha sido relegada a un
segundo/tercer plano. ¡Definitivamente ha pasado a formar parte de uno
de los tantos avatares de la vida! ¡Tamo fritos, tamo! Créame que no
exagero. Si le queda un cuarto de la falible memoria que siempre le
caracterizó, procure recordar el dolor que nos generaba y, con él, las
reacciones espasmódicas de las que éramos protagonistas. ¡Y repare en lo
que está pasando ahora! Al pobre tipo o la pobra tipa amasijados como
si nada, siquiera le podemos dedicar una pequeña columna recordatoria.
¿Será acaso que la condición de hijos de puta es de tan fácil
transferencia? ¿Será acaso que al Obelisco en cualquier momento lo
denominemos Monumento a la Resignación? ¿Será acaso qu… que mejor
no sigo para no ofenderle; lo prefiero de amigo antes que de enemigo,
así pueda cagarme tranquilamente en su tan particular concepto de la
enemistad. ¡Así como se lo digo! Cuando menos tengamos las bolas de
quitarnos la careta de la hipocresía supina. En éste, nuestro país, los
argentinos y los colados estamos enfrentados como jamás antes. ¡Si hasta
a los Unitarios y Federales nos encargamos de romperles el culo como
para destacarnos patéticamente a través de nuestra vapuleada y ultrajada
historia!
Estoy demasiado caliente, y la pequeña dosis de racionalidad que me
queda me está indicando que “mejor cortarla acá”. Ud., en todo caso,
córteselas por otro lado… ¡total las tiene dibujadas!
Ricardo Jorge Pareja