La enorme corrupción del gobierno kirchnerista, ya crudamente expuesta, obliga a sus ideólogos y seguidores a realizar esfuerzos sobrehumanos en pos de esgrimir alguna justificación.
Aunque al lector le cueste creerlo, los muchachos están teorizando sobre la corrupción, en un intento vano de igualar para abajo, haciendonos, a todos, iguales de corruptos. - Los Kirchner son parte de una sociedad corrupta, y por eso roban.
- Si vos fotocopiás un libro no podés señalar la corrupción ajena.
- Corrupción hubo en todos los gobiernos, y en este también.
- Todos somos corruptos y entonces lo del kirchnerismo no es distinto.
Es probable que usted, en diálogo con ese cuñado narc & pop que tanta gente tiene, haya debido enfrentar alguna de estas inverosímiles disputas verbales.
Es dramáticamente gracioso que los tipos lo estén diciendo en serio. Omiten, por ejemplo, la Ley 25.188, De la Ética en el Ejercicio de la Función Pública, cuyos deberes y pautas, el Kirchnerismo, viola casi en su totalidad.
Y omiten, fundamentalmente, la magnitud del
saqueo perpetrado, intentando equilibrar todos los robos a un robo.
Desde la óptica del defensor K, están en un pie de igualdad
delictiva el pibe que fotocopia un libro para sus estudios, en lugar
de comprarlo, con Néstor Kirchner y su ingeniería estructurada para
saquear al país.
Si se trasladara este concepto a otra clase de delitos, el código
penal bien podría ser sintetizado en una carilla. Porque daría lo
mismo robar una gallina, para el puchero, que robar dinero de la
obra pública, para la Ferrari.
Están tratando de instalar que toda la corrupción es la misma cosa.
Omiten que con los 100 mangos que usted le tira al vigilante, para
que no lo multe, no puede hacer las obras hídricas que necesita La
Plata, para que no se mueran 200 personas ante una inundación.
Y omiten, básicamente un detalle que, para su inmoralidad supina,
parece ser menor. Que la que usted pueda gastar en sus eventuales
minúsculos actos de corrupción, es suya, no es del erario público; y
que usted en lugar de llevársela, la está poniendo.
La inmoralidad no es patrimonio del kirchnerismo, sino que, además,
baja como argumento de peso para sus seguidores. Que lo propalan a
los 4 vientos en un intento desesperado por cubrir a sus líderes, hoy
hundidos hasta el cuello en el pantano del estiércol.
El Kirchnerismo ha incorporado a la sociedad un segmento que no es
que antes no existiera, sino que, acaso por pudor, se mantenía en
prudente silencio: Los justificadores seriales.
No se deje primerear con la retórica simplista del que teoriza hasta
un corner. Son profesionales del desdecir. La educación marxista
que recibieron les impide entender que, desde Página 12, los propios
González, Forster, y Feinmann, también los están usando como tropa
de propalación dialéctica.
Porque son, al cabo y más que nada, una caterva de
inmorales asustados.
Fabián Ferrante
Fabián Ferrante