viernes, 3 de mayo de 2013

KULPABLES

Enrique Piragini 
Bien podría ser el título de una novela, que llevada a la TV pasaría a ser un culebrón, o también el de un bolero, acaso imaginariamente interpretado por Luismi.
Pero llevado este acápite a la realidad sociopolítica argentina, hoy vemos que las consecuencias del desastre de la última década, tiene varias causas y responsables.
Mi abuelita diría que “la culpa no la tiene el chancho…”, y -otra vez- no se equivocaría.
El comienzo de la degradación y decadencia más abyectas, tiene fecha cierta: 25 de mayo de 2003.
Ese día asumió el gobierno Néstor Carlos Kirchner, el ausente con presunción de fallecimiento, y a partir de allí nuestro país inició el camino de la debacle.
El caldo de cultivo de ello fue la traición de Carlos Saúl I de Anillaco y su partícipe necesario, Eduardo Duhalde, ex senador devenido presidente de facto.
Quienes permitieron que NCK asumiera la presidencia son tan responsables como quienes después, y hasta la actualidad -por acción u omisión- convalidaran y toleraran sus tropelías y las de su sucesora. Las hordas que coparon el Estado, con el semillero de los sub40 sembrado en cada resquicio público y privado, evidencian un plan pergeñado desde antes de esa vergonzosa asunción por default.
Ninguna voz opositora, científica, periodística, legislativa, judicial o eclesiástica, cuestionaron que un ciudadano con el 22% de los votos tomara el cargo de presidente de la nación.
Ninguno levantó la voz cuando NCK extendió su mandato mas allá de los 4 años que autoriza la Constitución Nacional, como tampoco cuestionaron las candidaturas testimoniales, ni el uso y abuso de los decretos de necesidad y urgencia, ni la extensión sine die de la Emergencia Económica. Nadie se indignó por el otorgamiento de facultades especiales al Ejecutivo por parte de un Congreso convertido en sumisa escribanía, resultando abiertamente inconstitucional el espurio manejo y distribución de las partidas del presupuesto nacional, o la virtual incautación de fondos privados de jubilación, del dinero de jubilados y pensionados, y las reservas del Banco Central, para atención de gastos corrientes (clientelares) del gobierno KK.
Por eso, cuando vemos que el monstruo resultó incontrolable, viene al caso evocar que muchos estamentos del Estado cayeron en la trampa y están a punto de desaparecer.
Cuando la guerra entre el gobierno KK y el Grupo Clarín pareciera acaparar toda la atención, conviene recordar que ese conglomerado empresario fue socio de NCK. También fue socio el sindicalismo hoy agrupado en las CGT oficial y no oficial, pero entre todos el mayor responsable de este desastre institucional, es la Unión Cívica Radical (rebautizada UKR), desde su silencio anterior al pacto que llevara a Julio Cobos a compartir la fórmula presidencial con la CdT (la Chirusa de Tolosa), nuestra botóxica bipolar Regente Cristina Elisabet Fernández, en la campaña “Cristina, Cobos y vos” de triste fama no sólo porque llevó a la primera magistratura a esta dupla, sino por los celebres aportes ilegales de campaña relacionados con la mafia de los medicamentos y el triple crimen de Gral. Rodríguez que se llevara la vida de los jóvenes Bina, Forza y Ferrón.
El partido Radical vislumbró su sueño de volver a la Casa Rosada, de resultar constitucionalmente imposible la continuidad del kirchnerismo que siempre se impondrá en las urnas y entorpecerá la acción de cualquier otro gobierno.
Cuando se frustro el plan uno por uno, es decir, un período gubernamental alternado entre cada uno de los miembros del matrimonio KK –por la desaparición del consorte- el radicalismo vio renacer sus esperanzas, acompañando todas las iniciativas propuestas por el kirchnerato, aunque pretendiendo captar al electorado posicionándose como “opositor” de pacotilla. Imposibilitada de manejar su propia tropa, el radicalismo fue testigo de la borocotización de varios gobernadores, aunque muchos de ellos respondían a ese plan oculto de la cúpula entreguista.
El huevo de la serpiente K fue cobijado en el nido primorosamente preparado por la UCR que hoy aparece rasgándose las vestiduras.
Y como corolario, a los jueces y fiscales colaboracionistas les debemos la destrucción del Poder Judicial, siendo tan culpables unos como otros, y en particular los miembros de la actual Korte Suprema de Justicia de la Nación, ya que permitieron la desobediencia de sus fallos y el nuevo Pakto de Olivos II, entregando la Justicia por un puñado de dólares. Existieron cientos de denuncias que por distintos hechos de corrupción hice a través de estos diez años, siendo tal vez la más emblemática la escandalosa causa por enriquecimiento ilícito del matrimonio Kirchner que en tiempo record sobreseyera el juez Norberto Oyarbide y que ningún fiscal apelara.
Cuando se desmanteló la oficina de fortalecimiento de la democracia, eyectándosela a la Dra. Marta Oyhanarte de Sivak, o cuando se limitó el accionar de la Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, o cuando se destruyeron todas las instituciones de control estadual, políticos y funcionarios cobardes nada dijeron, por lo que el embate contra el Poder Judicial es resultado del mismo accionar cómplice de quienes toleraron, encubrieron y sobreseyeron a los corruptos que continúan corrompiendo las instituciones de la Republica.
En consecuencia, después de la muestra de brutal manejo del Congreso Nacional al imponer los 6 proyectos enviados por el Ejecutivo para disciplinar la Justicia, sólo nos queda ser sufrientes testigos del triunfo KK en las próximas elecciones legislativas, lo que -INDRA o fraude mediante- también será tolerado por funcionarios y políticos que cómodamente seguirán disfrutando del empleo público, llevándonos al kirchnerato disfrazado de Democracia, con la reelección presidencial indefinida.
Enrique Piragini
Presidente de A.R.I.E.L.ong