¿Acaso las creencias de la mayoría de los españoles no tienen cabida en la escuela?
El proyecto de nueva ley de enseñanza aprobado por el gobierno el
viernes recupera el carácter evaluable de la asignatura de religión, es
decir, lo que ya existió en España durante todos los gobiernos de la
democracia (tanto de UCD, como del PSOE y del PP) hasta que el gobierno de Zapatero decidió imponernos a todos su desprecio por la religión.
El PSOE ha llevado a España a la cabeza de Europa en fracaso escolar
Ante esta vuelta a la normalidad, ayer Rubalcaba se preguntaba “qué tiene que ver la calidad de la educación con que la religión puntúe para tener becas”.
Una pregunta tramposa y que revela, en todo caso, el sentido
totalitario de la educación que siguen defendiendo los socialistas. Y es
que para el PSOE la enseñanza no es un método para formar a
personas, sino una fábrica de votantes, en la que los méritos y el
esfuerzo son algo prescindible. Así se explica que tres leyes educativas socialistas desde 1985 hayan tenido como resultado más destacado el situar a España a la cabeza de Europa en fracaso escolar. Es el colmo de la burla a los españoles que los autores de este desaguisado aún se atrevan a pontificar sobre la educación.
La enseñanza es algo más que adquirir conocimientos
Frente al desastre educativo provocado por el PSOE, resulta cada vez más evidente que una buena educación requiere cosas tan poco progres como la disciplina, el esfuerzo y la búsqueda de la excelencia.
Pero además de eso, algunos tienen que empezar a asumir que la
educación de una persona no es la mera adquisición de conocimientos
científicos y técnicos. A lo largo de los años el socialismo ha ido dilapidando las humanidades de nuestros centros escolares, porque las menospreciaba.
Y la razón del menosprecio no es difícil encontrarla. Recibir una
adecuada formación en filosofía, en lógica y en ética hace de un alumno
una persona mucho menos manipulable. A ello también contribuye la
asignatura de religión, que enseña a quienes la eligen que hay
principios permanentes que no dependen de las modas. El sentido de la enseñanza humanística es formar algo aún más importante que buenos profesionales: educar a buenas personas.
El problema es que ciertos partidos confunden esto con imponer sus
tesis ideológicas en las escuelas, olvidando que son los padres -y no
los políticos- los que deben decidir la educación que prefieren para sus
hijos
Un derecho amparado por la Constitución y la Declaración de DDHH
Quienes recibimos esa formación religiosa sabemos que nuestra
relación con Dios se basa en la libertad. Sin ella nuestras acciones no
tendrían mérito alguno, pues no seríamos responsables de nuestros actos.
La propia Iglesia defiende que se respete la libertad de los padres
para que sus hijos reciban la formación moral que ellos elijan. Esto
que acabo de formular no es un dogma religioso: ese derecho de los padres lo ampara el Artículo 27 de la Constitución:
“Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.”
Durante todos los años que llevamos de democracia el PSOE se ha mostrado incapaz de respetar este derecho de los padres, que ha pisoteado cuanto ha podido.
Desde las filas socialistas se ha hecho todo lo posible por expulsar a
la religión de la vida pública y también de la escuela, incluso a costa
de vulnerar el Artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:
“Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.”
2 de cada 3 alumnos elige religión a pesar de las imposiciones del PSOE
Que el poder político lesione el ejercicio de un derecho humano
porque no concuerda con sus dogmas ideológicos es una práctica
autoritaria que debería ser desterrada de cualquier democracia. Se
trata, además, de un empeño inútil por poner puertas al campo, que hace
que la propia sociedad busque las formas de dar salida a aquello que el
poder reprime, igual que las corrientes de agua acaban encontrando
formas de filtrarse entre los más duros obstáculos. En el caso de la asignatura de religión, a pesar de todas las medidas impuestas por el PSOE para discriminarla, aún la siguen eligiendo 2 de cada 3 alumnos. Eso demuestra hasta qué punto la sociedad se ha resistido a la ofensiva laicista del PSOE.
El PSOE impuso la EpC con carácter obligatorio: la religión es optativa
Con la LOMCE el gobierno actual no hace otra cosa que limitarse a dar
un cauce adecuado a lo que la amplia mayoría de los padres españoles
consideran adecuado y necesario para la correcta educación de sus hijos.
Y a diferencia del PSOE, que quiso imponer sus tesis ideológicas instaurando una asignatura de adoctrinamiento obligatorio -cínicamente llamada educación para la ciudadanía-, la LOMCE contempla la religión como asignatura optativa, con una asignatura alternativa para aquellos que no deseen cursar una educación confesional.
No podemos tolerar que una minoría nos imponga su desprecio a la religión
Es normal que el PSOE se enfurezca, porque odia la religión
tanto como desprecia el derecho de los padres a decidir la educación de
sus hijos. Los dirigentes socialistas son incapaces de aceptar
un fenómeno social y espontáneo como es el fenómeno religioso,
simplemente porque no les gusta. Eso es lo que les lleva a despreciar
ese fenómeno y a querer conculcar los derechos asociados a él, en un
afán dictatorial por recluir la religión en la vida privada. Para complacer a los socialistas habría que vulnerar la Constitución y la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
un precio inaceptable para apaciguar a nadie en cualquier democracia,
pero más aún en un país en el que la amplia mayoría de los ciudadanos se
declaran creyentes y lo manifiestan no sólo eligiendo para sus hijos la
asignatura de religión, sino viviendo de forma cotidiana celebraciones como la Semana Santa o la Navidad, que también intenta eliminar el PSOE.
No podemos tolerar que una minoría imponga su desprecio por la religión a todos los españoles.
Si para la mayoría de los ciudadanos la religión tiene una gran
importancia en sus vidas, si la mayoría de las familias desea que sus
hijos cursen la asignatura de religión sin sufrir discriminación por
ello, ¿por qué esa asignatura no ha de caber en la escuela? Si
los dirigentes socialistas no quieren la asignatura de religión para sus
hijos, pues que no la elijan y que respeten a la amplia mayoría que sí
la pide. ¿O es que lo del derecho a decidir sólo lo invocan
cínicamente para defender el aborto? Al menos la asignatura de religión
no mata a nadie