lunes, 13 de mayo de 2013

ME LLEGO POR MAIL

De todas las pasiones que tenemos, la necesidad de aparentar que sabemos algo prohibido es de nuestras favoritas. La volatilidad de la información, la falta de versiones creíbles y esa curiosa sensación de que siempre, siempre hay algo oculto más allá de lo que nos muestran, ha llegado muchas veces a extremos en que pareciera que vivimos en un estado de conspiración permanente. Es cierto que acá puede pasar cualquier cosa, pero precisamente por eso es que no es necesario convertirnos en novelistas policiales para darnos cuenta que este país es joda.
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Las que antes eran leyendas urbanas transmitidas de boca en boca, hoy son cadenas de mails provenientes “de primera mano”. La metodología es básica: una supuesta información confidencial brindada con nombre, apellido, título y, a veces, número de documento. La idea de agregar nombre y apellido ya causa gracia, dado que ponen los datos de personas que ni conocemos. Para darle más credibilidad, se le suma un número de documento, como muestra de coraje. Como pareciera que con eso no alcanza, se agrega un título acorde a la información brindada, porque está claro que un dato del cuerpo humano es más creíble si lo cuenta alguien que dice ser doctor, como también es mejor que un secreto económico nos lo informe un empleado de algún banco, sin importar si es Gerente General o el pibe que compra la yerba. Es algo así como no creerle a una mujer que la pasa mal cuando menstrúa, hasta que nos lo dice un pelado con zapán, pero que afirma ser ginecólogo. Sin embargo nos pasa con un amigo en un bar que nos bate la posta “porque el cuñado del primo de mi jermu labura ahí”, o con una cadena de correos electrónicos. Una forma de transmitir spam de la que no se han salvado ni Eduardo Galeano, ni Jorge Luis Borges, a quienes se les atribuyen textos que nunca escribieron y, para peor, textos que tienen sus verdaderos autores.
El problema del “no sabés lo que me llegó” es que, si son realizados con la intención de ensuciar, le chingan y feo. No hace falta hacer nada, el gobierno se ensucia sólo. En la era de internet, pasar datos falsos por correo electrónico es como venderle a un tachero un sánguche de fiambrín y decirle que es de bondiola. Desde que no hay que ir al cine para que no nos infectemos de HIV por unas jeringas que nos clavamos en el upite, hasta esos 10 centavos por mail reenviado que AOL donaría al único hambriento que parece que existió en Haití, las cadenas han ido desinformando desde el afán de informar del paranóico que las inició. En los últimos tiempos he recibido varias, todas con información clasificada y Top Secret que, vaya a saber uno por qué, terminaron tanto en mi casilla como en la de mi tía Giuseppina y Marcelo, el encargado de mi edificio, y que van desde una foto de Cristina comiéndole la boca a Boudou -la Presi, señora de la seis décadas, con el cuerpo de la Agustina Kämpfer, cachorra de treinta y pocos- a teorías conspirativas que colocan al asesinato de Kennedy a la altura de una mentirita en el Envido.
Una de las verdades verdaderas es escrita por un cura de La Plata que cuenta el desastre de la inundación de abril, como si en el país nadie se hubiera enterado. El texto no hace otra cosa que describir todo lo que sabemos -y ya sabíamos- que pasó, y hasta pone en duda el número de muertos oficiales. El Padre Daniel Quintar -Párroco de la Iglesia Santa Rosa de Lima, La Plata- nunca escribió ese mail, suponemos que por tener cosas más interesantes para hacer en una ciudad arrasada, que ponerse a pelotudear contando por mail lo que todos veíamos por televisión. No hizo falta una tarea de inteligencia para desmentir su firma: lo negó él mismo.
Otro correo copado, sostiene que Victor Hugo Morales les pidió a varios productores de Expoagro que pusieran cien lucas gringas para que el locutor yorugua dejara de hablar mal de la muestra agropecuaria. Podría ser cierto, podría ser verso. Lo único comprobable es que los valientes que firmaron el mail con nombre y apellido, pusieron números de documento que corresponden a otras personas.
Situación similar ocurrió con esa carta que un tal doctor Raúl Vizcaino escribió no sabemos a quién, desde no sabemos dónde, sobre la verdadera razón de la muerte de Néstor Kirchner, afirmando ser testigo de un magnicidio. La idea era que un tipo que se presenta como médico clínico, dice que recibió el cuerpo sin vida de un expresidente -o sea, un no testigo de un no magnicidio- el cual presentaba una herida de bala. Sin averiguar mucho, el texto hace agua de entrada, partiendo de la base de que el médico que, supuestamente, ya no está en el país por miedo, nos da su nombre, su apellido, su DNI, pero no su matrícula. Asimismo, sostiene que tuvo que cambiar su nombre y documento para salir del país de incógnito. Obviamente, el DNI corresponde a otra persona. Ni se calentaron en fijarse que, si se llama Raúl, díficilmente sea una mujer. Consultando el padrón electoral , surge que en el país viven cuatro personas con el mismo nombre y apellido, tres de ellas, obreros, y el restante, jornalero. He leído que otros plantearon el mismo interrogante, y la respuesta fue que “está claro que el hombre cambió de nombre, lo dice en el mail”, con lo cual uno se pone a pensar cómo es que hizo este buen hombre para terminar la carrera de medicina si nos brinda el nombre y número de documento con el que pretende ocultar su identidad.
Más lisérgico que este tipo de correos es el hecho de saber que, hace tan sólo un par de meses, circulaba otro mail con una versión distinta, en la que un Jefe de Gendarmería pedía custodia y anonimato -como si fuera difícil averiguar quién era el Jefe de Gendarmería en El Calafate el 27 de octubre de 2010- a cambio de contar la verdad de la muerte del expresidente de mirada distinta. Más graciosa resulta la lectura cuando el autor asegura que Néstor montó en cólera porque Cristina le era infiel con el “entonces Jefe de Gabinete Alberto Fernández”, cuando Alberto ya andaba paseando sus penas por los estudios de televisión, su reemplazante -Sergio Massa- había vuelto a la intendencia de Tigre y Aníbal Fernández ocupaba el trono. Y por si fuera poco, el texto suma a la escena del crimen a Máximo, un custodio, la mujer de De Vido, Rudy Ulloa, Alicia Kirchner y el gabinete de asesores, toda gente que no tenía nada mejor que hacer un martes a las seis de la mañana que estar pelotudeando en la casa de Cristina.
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Esta última versión viene con la firma de Carlos Belgrano. Cabe remarcar que Belgrano es de escribir unos textos preciosos, de alto contenido en materia de educación cívica -recomiendo ahondar en textos de aprendizaje cívico como “Hay que tomar la Casa Rosada”- que otros locos lindos publican en varios blogs en los que existen notas tan creíbles como las “órdenes que le dio la Virgen María a la Presidente a través del vidente Gustavo”. Convengamos que son gente que merece un poquito de reparo a la hora de acreditarles algo de honestidad intelectual, más si tenemos en cuenta que Carlos Belgrano también dirigió -dice que dirigió- una carta a las Fuerzas Armadas para coordinar el “Operativo Taquito Militar”, que consistía en que las fuerzas dejaran de cumplir órdenes del Estado y, de paso, se sumaran a alguna marcha para presionar al Ejecutivo. Eso sí, en resguardo de la democracia.
La razón por la que todavía funciona esta forma de hacer correr por mail rumores salidos de la cabecita loca de algún inestable emocional, es básica. Se juega con la duda que ya estaba en nosotros y es ahí donde prende el truco. Nosotros dudamos de la realidad, necesitamos creer que hay algo más allá que no nos es revelado por culpa de alguna teoría conspirativa. No nos alcanza con saber que Néstor era un enfermo cardíaco con problemas vasculares, que se dio de alta sólo y se fue a un acto luego de una intervención quirújica, para luego tomarse el palo a El Calafate sin su médico. La mayoría -los que lo adoraban, los que lo puteábamos- veían en el expresidente tanto poder que no pueden dimensionar fácilmente que muriera como cualquiera.
Moreno Kici Nestor Sieira
Si hay algo cierto es que vivimos en el país de la inflación gubernamental y paralela, el dólar oficial y blue, la inseguridad real y la sensación térmica, el país real y aquel que nos pinta la Presi por Cadena Nacional. Que los precios de la canasta son imbancables no me llegaron por mail, los vi en el súper anoche. Que comprar dólares es más difícil que encontrar una propiedad patagónica que no esté a nombre de Lázaro, no me llegó por mail, lo comprobé cuando la Afip me dijo que no puedo. Que te podés cagar muriendo porque a un amigo de lo ajeno se le ocurrió llevarse tus cosas y tu vida, no me llegó por mail, lo leo en el diario todos los santos días. Que son un seleccionado de bestias incompetentes, no me llegó por mail, lo vi cuando murieron 51 personas estroladas al ir a laburar, lo veo cada vez que revienta el sistema eléctrico y lo noto en cosas tan boludas como un gabinete económico incapaz de fabricar un billete que sirva. Que Cristina está más desconectada de la realidad que monja de clausura, no me llegó por mail, pude comprobarlo -una vez más- en la Cadena Nacional de anoche, en la que informó que todos los que aportamos pagaremos a través del Anses la joda de la ausencia del Estado en La Plata, un mes después, y sin siquiera hacer mención a que la “Cooperativa Néstor Kirchner Vive en Nosotros” -no, no tiene remate- cobró una fortuna por adelantado para limpiar el arroyo El Gato, laburo que nunca realizó.
O sea, con todo lo que hay para putear y recontraputear al gobierno, con todo lo que hacen a la luz del día, con todas y cada una de las cosas que vemos a diario, no hay necesidad de esperar un mail con información Top Secret para creer que nos están ocultando algo malo.