jueves, 16 de mayo de 2013

NO HAY QUE OLVIDAR LA DEUDA EXTERNA PRIVADA

La suspensión del reciente fallo del Juez Griesa, que obligaba a pagar U$S 1.300 millones a fondos que no ingresaron al proceso de canje y sujetaba ese pago al cumplimiento de las obligaciones con los bonistas tenedores de deuda reestructurada, abre un período para que la Argentina rectifique errores y, también, para que el gobierno amplíe su visión sobre el problema.
 
Una perturbación seria en el proceso de la deuda externa pública tendría efectos sumamente negativos sobre la deuda externa privada, virtualmente el único canal de financiamiento del exterior que queda en pie.
Al 30 de junio de este año la deuda externa privada ascendía a U$S 71.200 millones (U$S 67.400 millones del sector no financiero y U$S 3.800 millones del sector financiero).
El stock de  deuda privada del sector no financiero ha aumentado en alrededor de U$S 15.000 millones desde el año 2009, suministrando a las cuentas externas del país un ingreso importante. Esta deuda es predominantemente a corto plazo, su vida promedio es de 1,6 años. Esto significa que el mantenimiento y ampliación de ese stock están sujetos a permanentes procesos de negociación privada con el exterior.
Del total de deuda del sector no financiero, la industria posee U$S 26.851 millones, el sector petróleo U$S 10.636 millones y el resto se distribuye en virtualmente todos los sectores de la economía. Esa masa de financiamiento es vital e insustituible por el sistema financiero local. No existen los recursos y las tasas son considerablemente más elevadas que el 2,5% que se paga en promedio por los préstamos del exterior.
Más aún, del total de deuda externa privada, unos U$S 33.000 millones se destinaron al financiamiento de exportaciones e importaciones, es decir han contribuido a que la Argentina pueda colocar sus productos en el exterior y a comprar en muchos casos insumos imprescindibles para la producción o bienes que no es posible fabricar en el país.
La principal fuente interna de financiamiento del comercio exterior, los préstamos en dólares del sistema financiero argentino se han deteriorado severamente en el último año, debido al retiro de depósitos en moneda extranjera que les servían de fondeo.
En octubre de 2011 el stock total de préstamos en dólares de los bancos argentinos ascendía a U$S 9.847 millones y actualmente es de U$S 5.776 millones, es decir se ha reducido un 41% en tan solo un año, además de que las tasas de interés aumentaron considerablemente.
El proceso económico de un país integrado comercialmente al mundo, como la Argentina, requiere del crédito externo para complementar o reemplazar el que se puede obtener localmente.
Además, el sector privado no puede utilizar las reservas internacionales para financiarse, ni puede imprimir moneda local como lo hace el gobierno nacional.
Nuestro pequeño sistema financiero no está en condiciones de apalancar grandes proyectos de inversión, que normalmente requieren equipo de capital y otros componentes importados. La escasez de depósitos en dólares, como se mencionó, tampoco permite obtener suficiente financiamiento para el comercio exterior.
La Argentina ya tiene una de las tasas de inversión extranjera directa más bajas de América Latina, con un coeficiente de 1,9% con relación al producto bruto interno.
En Chile ese índice es del 7%, en Uruguay del 5,6%, en Perú del 4,7% y en Brasil del 2,7%.
Cuidar el flujo de financiamiento externo privado es también una misión esencial del Gobierno. Convendría no olvidarlo.
POR: JORGE TODESCA