Por Herta
Será mediante una prestación mensual “para trabajadoras y trabajadores desocupados, travestis, transexuales y transgéneros”. La medida tiene como objetivo: “mejorar las condiciones de empleabilidad y a apoyar la inserción en empleos de calidad de trabajadoras y trabajadores”, además de “promover la inclusión laboral y la igualdad de oportunidades en la obtención y permanencia en un empleo, atendiendo a la situación de vulnerabilidad de la población travesti, transexual y transgénero”.
La ley 26.743 de identidad de género viene a constituirse en una de las piezas del andamiaje jurídico protectorio de los “DDHH”, siendo uno de los primeros eslabones en la cadena del reconocimiento judicial de la autonomización de los cuerpos y en la propia creación de los géneros en tanto híbridos postgenéricos. Ello comprende uno de los resultados de la praxis sociopolítica del feminismo y del activismo trans, impulsadas por Organizaciones del Lobby sionista como describiéramos en nuestros informes, utilizando este colectivo políticamente con fines muy oscuros.
La epistemóloga feminista socialista, Donna Haraway, descrita como una “feminista, neomarxista y una postmodernista” publicó un Manifiesto Cyborg: “Ciencia, Tecnología, y Socialismo-Feminista en el Siglo Veinte Tardío” (1985), propone en su “Manifiesto para cyborgs” un mundo de identidades cyborgs, mundo posgenérico, donde las fronteras entre lo humano y lo artificial, entre la realidad y la ficción, son difusas y transgredibles. En “Ciencia, cyborgs y mujeres”, Haraway afirma que “los agentes de la posmodernidad son híbridos de máquina y organismo”, es decir, cyborgs, quienes se construyen en tanto que criaturas postgenéricas. Esther Diaz, siguiendo a la citada autora, define al cyborg como “un ser híbrido surgido de la génetica y la electrónica” biológico y mecánico al mismo tiempo. Un ser vivo atravesado por tecnología. Criatura tecnocientífica y ficción. Artificio posorgánico y poshumano”. Donna Haraway propone una visión postgenérica, una sociedad transgenérica, identidades ciborg que superen la dicotomía sexo genérica, “donde las representaciones simbólicas producidas en consecuencia estén más allá del corset ideológico que implican los extremos hombre-mujer, con la consecuente dominación masculina” Cuerpos nómades, fronterizos, que resquebrajan el “paradigma patriarcal” “heterosexista”, erigiendo uno nuevo, que promueve la “inclusión” y la “ciudadanía plena”. (1) Es decir, en una palabra: MONSTRUOSO
Para que el lector se sitúe en este grado de perversidad SINIESTRA extraemos de la Obra “Testigo Modesto Segundo Milenio: Hombre Hembra Conoce Oncoratón- Feminismo y tecnociencia” el Capítulo “Alfabetizaciones” de la feminista Donna Haraway:
“Nili bat Marah Golinken es la mujer guerrera judía matrilineal del mundo del holocausto post-nuclear del libro /He, She and It, /de Marge Piercy, diseñada genéticamente y potenciada tecnológicamente. La novela explora los diferentes tipos de fronteras puestas en duda cuando un /golem/ del siglo diecisiete en el /guetto/ de Praga, y un /cyborg/ del siglo veintiuno en una ciudad judía de Estados Unidos, cobran vida de manera blasfema para defender a sus comunidades en peligro. Nili, al presentarse en el hogar de la anciana Malkah, quien ayudó a su compañera Avram a programar el cyborg, dice de sí misma: "Puedo tolerar niveles de bombardeo que te matarían. Vivimos en las montañas; dentro de ellas en realidad. Somos una comunidad unida de las descendientes de supervivientes isrealíes y palestinas. Cada una conserva su religión, y acata las fiestas y días de ayuno de todas. No tenemos hombres. Clonamos y diseñamos genes. Después del nacimiento pasamos por alteraciones adicionales. Nos hemos creado a nosotras mismas para perdurar, para sobrevivir, para conservar nuestra tierra. Pronto comenzaremos a reconstruir Jerusalem... Vivimos en aislamiento extremo. Tenemos una tecnología altamente desarrollada para nuestras necesidades, pero no estamos atadas a la Red. Soy una espía y una exploradora... Soy enviada como la paloma, o quizás como el cuerpo del arca de Noé para averiguar si este mundo está listo para nosotras, y también para saber si hay algo aquí afuera que podríamos querer" (2)
Es decir lo anterior descrito es lisa y llanamente la creación de un Gólem, en la mitología judía, un ser animado fabricado a partir de materia inanimada. En hebreo moderno, la palabra "golem" significa "tonto" o incluso "estúpido". El nombre parece derivar de la palabra gelem, que significa "materia en bruto" o "embrión". Según el Haggadah, los nombres divinos de Dios eran usados para realizar milagros por aquellos que tenían conocimiento sobre sus combinaciones. Por medios similares se le ha atribuido a algunos talmudistas el haber creado animales vivos y otros lograron crear Golems.
Tanto en Europa como en EE.UU, hace tiempo están padeciendo las consecuencias de tal degeneramiento mesiánico pergeñado hacia los gentiles veamos un caso aberrante publicado recientemente por el portal de noticias español “Alerta Digital”:
Dos lesbianas de Estados Unidos transforman a su hijo adoptado en una niña
Thomas ahora es Tammy. Hijo adoptivo de madres lesbianas, el niño expresó desde los tres años su deseo de ser niña. Sus madres alegan que cambiar el sexo de joven es mucho mejor para el pequeño que esperar la edad adulta. Pensar que alguien exprese y lleve a cabo su transexualidad con sólo 11 años parece extraño. Sin embargo es lo que ocurrió con un niño, ahora niña, en los EEUU.
Es que Thomas, el hijo adoptivo de Debra
Lobel y Pauline Moreno se encuentra en proceso de convertirse en una
niña, ya que ése fue su deseo desde que tuvo capacidad de hacerse
entender, según aseguran las mujeres de California.
Estas adoptaron a
Thomas cuando tenía dos años, y aunque sus madres siempre quisieron que
fuera una niña aseguran que nunca lo presionaron para que se convierta
en mujer. De hecho, una de las primeras cosas que les dijo a los tres
años, fue “yo soy una niña”. Y lo hizo con el lenguaje de signos porque
Thomas sufre un defecto en el habla.
No fue hasta los siete años, después de que Thomas intentase mutilarse sus genitales, que los psiquiatras le diagnosticaron un trastorno de identidad sexual. Y el pasado verano comenzó a tomar la hormona que le impedirá experimentar la pubertad como un varón y por la que no desarrollará voz grave y vello facial, entre otras características masculinas.
Después de tres años tomando hormonas, Tammy, que ahora tienen 11 años, va a ser sometido a una operación quirúrgica para amputarle el pene. Sus madres aseguran que eso es lo mejor para Tammy y que sólo importa la salud y la felicidad de su “hija”.
Vivimos en el Mejor de los Mundos… En un futuro próximo, nos veremos por fin liberados de la opresión homófoba de la Naturaleza y podremos fabricar hijos que se parezcan a lo que nos dé la real gana. Vamos a ver: a la vista de lo que cuestan los hijos, ¿acaso no es normal que estos sean exactamente igual a los esperan sus padres consumidores? Cuando vamos al supermercado, ¿acaso no pretendemos que nos den lo que nos corresponde por nuestro dinero, es decir el producto adecuado a nuestras expectativas?
Por lo visto en California están más adelantados que nosotros, que sólo hemos legalizado el matrimonio gay. Allí son aún más tolerantes y vanguardistas y rige el respeto a la libertad por encima de todo, y que cada cual viva como le parezca y haga cuanto sea necesario para sentirse realizado. Y si hay que cambiarle el sexo a un niño, pues se hace y punto. Anestesia, bisturí y adelante… ¿Para cuándo el cambio de sexo a los niños de 10 años en España? Siempre vamos con retraso…
Esta pareja de lesbianas nos da una lección de cómo se hacen las cosas. La naturaleza, en su imperfección no permite que dos personas del mismo sexo procreen. Pues se compra un niño y asunto resuelto. Preferían una niña pero compraron un niño. ¿Si se puede hacer la cosa difícil, por qué hacerla fácil? Compran, pues, un niño y empiezan a tratarlo como si fuera una niña. Resultado: al cabo de un tiempo, el niño termina creyéndose niña. Las madres se derriten de gusto ante el anuncio de Thomas que ha descubierto que es una niña. A renglón seguido la empiezan a hormonar para prepararla para el Gran Cambio. Ahora a los 11 años de edad, las dos mamás le van a regalar una vagina a Thomas, que ya se siente Tammy. ¡Happy birthday! Fuera ese pene que tanto rechazo causa a sus dos mamás, tanto que han logrado contagiar a Thomas/Tammy de esa aversión.
Uno se queda pensativo ante el hipotético caso de que estas dos elementas hubieran querido en realidad tener un perro.
Pero no seamos maledicientes: todo esto se hace para la felicidad y la buena salud de la criatura, que llegaría a hacerse daño a si misma si no tuviera un órgano femenino. Obviamente, estamos seguros que el niño, viviendo con dos mamás lesbianas, habrá tenido todo la comprensión, la información necesaria y el libre arbitrio para decidir por sí mismo la decisión de someterse a modificaciones hormonales y a una operación quirúrgica sin vuelta de hoja. Todos sabemos que a esa temprana edad los niños ya tienen el conocimiento adecuado para tomar esas decisiones.
Lo que dudamos es que las dos mamás de Tammy le hayan informado que según una encuesta realizada en Gran Bretaña, el 50 % de los transexuales se suicidan antes de llegar a viejos. Pero eso tal vez lo llegue a saber en primera persona Tammy dentro de unos años.
Mientras tanto podemos decir todos a coro: ¡Viva el progreso, vivan las vaginoplastías para los niños de 11 años adoptadas por madres lesbianas, y viva la sociedad que se esfuerza para lograr el fin de la civilización!
Ref: (1) Ley 26.743 de Identidad de Género: Aproximaciones, implicancias y desafíos de una ley postgenérica. Daniel Di Trano
No fue hasta los siete años, después de que Thomas intentase mutilarse sus genitales, que los psiquiatras le diagnosticaron un trastorno de identidad sexual. Y el pasado verano comenzó a tomar la hormona que le impedirá experimentar la pubertad como un varón y por la que no desarrollará voz grave y vello facial, entre otras características masculinas.
Después de tres años tomando hormonas, Tammy, que ahora tienen 11 años, va a ser sometido a una operación quirúrgica para amputarle el pene. Sus madres aseguran que eso es lo mejor para Tammy y que sólo importa la salud y la felicidad de su “hija”.
Vivimos en el Mejor de los Mundos… En un futuro próximo, nos veremos por fin liberados de la opresión homófoba de la Naturaleza y podremos fabricar hijos que se parezcan a lo que nos dé la real gana. Vamos a ver: a la vista de lo que cuestan los hijos, ¿acaso no es normal que estos sean exactamente igual a los esperan sus padres consumidores? Cuando vamos al supermercado, ¿acaso no pretendemos que nos den lo que nos corresponde por nuestro dinero, es decir el producto adecuado a nuestras expectativas?
Por lo visto en California están más adelantados que nosotros, que sólo hemos legalizado el matrimonio gay. Allí son aún más tolerantes y vanguardistas y rige el respeto a la libertad por encima de todo, y que cada cual viva como le parezca y haga cuanto sea necesario para sentirse realizado. Y si hay que cambiarle el sexo a un niño, pues se hace y punto. Anestesia, bisturí y adelante… ¿Para cuándo el cambio de sexo a los niños de 10 años en España? Siempre vamos con retraso…
Esta pareja de lesbianas nos da una lección de cómo se hacen las cosas. La naturaleza, en su imperfección no permite que dos personas del mismo sexo procreen. Pues se compra un niño y asunto resuelto. Preferían una niña pero compraron un niño. ¿Si se puede hacer la cosa difícil, por qué hacerla fácil? Compran, pues, un niño y empiezan a tratarlo como si fuera una niña. Resultado: al cabo de un tiempo, el niño termina creyéndose niña. Las madres se derriten de gusto ante el anuncio de Thomas que ha descubierto que es una niña. A renglón seguido la empiezan a hormonar para prepararla para el Gran Cambio. Ahora a los 11 años de edad, las dos mamás le van a regalar una vagina a Thomas, que ya se siente Tammy. ¡Happy birthday! Fuera ese pene que tanto rechazo causa a sus dos mamás, tanto que han logrado contagiar a Thomas/Tammy de esa aversión.
Uno se queda pensativo ante el hipotético caso de que estas dos elementas hubieran querido en realidad tener un perro.
Pero no seamos maledicientes: todo esto se hace para la felicidad y la buena salud de la criatura, que llegaría a hacerse daño a si misma si no tuviera un órgano femenino. Obviamente, estamos seguros que el niño, viviendo con dos mamás lesbianas, habrá tenido todo la comprensión, la información necesaria y el libre arbitrio para decidir por sí mismo la decisión de someterse a modificaciones hormonales y a una operación quirúrgica sin vuelta de hoja. Todos sabemos que a esa temprana edad los niños ya tienen el conocimiento adecuado para tomar esas decisiones.
Lo que dudamos es que las dos mamás de Tammy le hayan informado que según una encuesta realizada en Gran Bretaña, el 50 % de los transexuales se suicidan antes de llegar a viejos. Pero eso tal vez lo llegue a saber en primera persona Tammy dentro de unos años.
Mientras tanto podemos decir todos a coro: ¡Viva el progreso, vivan las vaginoplastías para los niños de 11 años adoptadas por madres lesbianas, y viva la sociedad que se esfuerza para lograr el fin de la civilización!
Ref: (1) Ley 26.743 de Identidad de Género: Aproximaciones, implicancias y desafíos de una ley postgenérica. Daniel Di Trano