Publicado por el diario PANORAMA, de Santiago del Estero.
Enviado gentilmente por Alejandro Tomás Butler
No
hay política de desendeudamiento, sí cambio de acreedor. Es bueno que
el país pague sus compromisos, pero muy malo que se tergiversen las
cuentas públicas. Es una gran contradicción decir que se tienen sólidas
reservas para pagar la deuda y prohibir la compra de dólares.
El gobierno prepara un gran acto anunciando la “Independencia
financiera de la Argentina”, con la misma pompa que rodeo la
estatización de YPF o de las AFJP, con motivo de pagar un importante
monto de deuda por valor de 2.300 millones de dólares.
Actualmente el país debe en dólares mucho más que en el 2003 cuando
se hicieron cargo del gobierno los Kirchner, pero también es cierto que
el Producto Bruto Interno (lo que produce el país) creció
considerablemente.
En cualquier país serio, con estadísticas creíbles, la deuda se mide en
relación al PBI para saber en qué nivel se encuentra y si crece o
decrece. En la argentina todo ello es tarea imposible, puesto que no hay
estadísticas serias para saber realmente cuánto es el monto real de la
deuda y tampoco cuánto es el PBI real.
Claro está para cualquier lego, que cuando se ocultan las cifras
oficiales, es evidente que no son favorables a la gestión del gobierno.
¡Un boletín con buenas calificaciones no es escondido ni adulterado por
ningún estudiante!
En junio de 2003 la deuda pública argentina trepaba a alrededor de
155.000 millones de dólares. Las cifras oficiales, al 31 de diciembre de
2011, marcan que la deuda pública suma el equivalente a 178.900
millones de dólares. Aún con la quita del 70% anunciada y después de
haber falsificado las estadísticas de inflación, para licuar el
equivalente a unos 20.000 millones de dólares en la deuda en pesos
indexada por el costo de vida.
Pero ese monto de 178.900 millones, no incluye los intereses
adeudados al Club de París, ni las deudas no incluidas en la quita
compulsiva que está en litigio, ni el pasivo contingente del cupón PBI
(otro bono), ni el pasivo neto de reservas del Banco Central. Si se
incluyeran, el endeudamiento superaría holgadamente los 250.000 millones
de dólares.
El monto total de lo verdaderamente adeudado sería mucho mayor, si se
efectúa una estimación de los pagos que algún día la Argentina deberá
realizar por la deuda con los jubilados, atento a lo resuelto por la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, que se estima en el orden de los
20.000 millones de dólares.
A ello hay que sumarle la deuda que surgirá en el Centro
Internacional de Arreglos de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi)
donde Argentina es el país más demandado del mundo con 49 casos sobre
un total de 184 iniciados. Esto es por no respetar los contratos de
concesión con empresas extranjeras, principalmente de servicios públicos
privatizados.
En realidad lo que hizo el gobierno es cambiar de acreedor, puesto
que ante la imposibilidad de endeudarse en los mercados internacionales
por la declaración del default, a media que vencían los pagos de la
deuda los abonaba tomando prestadas las reservas del Banco Central,
fondos del Banco Nación, de la Anses y otros organismos del estado. Es
una de las razones por las cuales no hay reservas suficientes en el
Banco Central y de ahí la prohibición de comprar dólares.
Cómo se comprenderá estamos muy lejos del relato K y muy cerca de
quedarnos sin reservas en medio de un estallido inflacionario a pesar de
haber caído en recesión.
Una vez que se blanqueen lo números reales de la deuda pública y se
estime con seriedad el PBI argentino, se podrá hacer una evaluación
correcta sobre si estamos más o menos endeudados. Mientras tanto cabe
sospechar que el ocultamiento es para evitar malas noticias.
Por Rafael Fano